El arte callejero de Banksy siempre se ha caracterizado por ser filosamente crítico y transgresor. Cada creación del artista inglés genera conversación y análisis, pero su última intervención alcanzó un nivel sin precedentes. El pasado fin de semana no sólo el mundo del arte, sino que todos, presenciamos lo que nunca antes había sucedido con una obra: su autodestrucción.
La noche del viernes 5 de octubre, en la casa de subastas Sotheby’s en Londres, se llevó a cabo la clausura de la Frieze Week, una famosa feria de arte internacional. La última obra a subastar fue Girl with Balloon (2006), un aerosol sobre lienzo que es una de las creaciones más emblemáticas de Banksy. Tras ser vendida por 1.2 millones de euros a un postor telefónico, se disparó una alarma desconocida y el lienzo comenzó a rasgarse.
Cómo sucedió
Al día siguiente, el artista subió un video donde explica cómo logró que su obra se autodestruyera. Banksy anticipó que Girl with Balloon podría ser subastada y vio su oportunidad en este evento. El secreto está en una trituradora que montó en la parte de atrás del marco y que diseñó para activarse vía control remoto. Esto explica que, según el equipo de Sotheby’s, identificaron a un hombre del público que manejaba un aparato a escondidas.
La autodestrucción de una obra en plena subasta es contradictorio y se opone a la intención del coleccionismo de arte. Por esto, tanto los asistentes como el equipo de Sotheby’s no encontraban explicación lógica a lo que estaba pasando. Sin embargo, en este caso, triturar la obra no fue un accidente, sino que es parte del mensaje del arte de Banksy.
A pesar de la obra se vendió tres veces por encima del precio estipulado, tras la autodestrucción el cuadro cobró mucho más valor. Respecto a Sotheby’s, este incidente atenta contra un protocolo que siguen desde 1744; y en cuanto al público, deja una fuerte crítica contra la esfera del arte y las cantidades de dinero que se mueven en ella.
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