Esta es la historia de Santa Sofía: símbolo de Estambul y del diálogo entre credos

El monumento ha sido basílica, mezquita, museo y Patrimonio de la UNESCO en menos de 1,500 años.

26 Aug 2020
Esta es la historia de Santa Sofía: símbolo de Estambul y del diálogo entre credos

Dividida entre Europa y Asia por el Bósforo, Estambul es una ciudad llena de historia y cultura que, en los últimos años, se ha posicionado en el radar de los viajeros. No por nada, Turkish Airlines comenzó a operar tres vuelos semanales entre la urbe turca y la Ciudad de México a finales de 2019. Al visitar este destino, una de las paradas que tenemos que hacer sí o sí es Santa Sofía, que además de ser uno de los grandes iconos del país, es el mejor ejemplo de arquitectura bizantina en el mundo.

Símbolo de diálogo y testigo de los distintos capítulos en la historia de Estambul, Santa Sofía —Ayasofya en turco— ha tenido diferentes usos desde su construcción. En menos de 1,500 años, el monumento ha sido basílica, mezquita y museo; además, fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.

Ahora, Santa Sofía vuelve a enfrentarse al cambio, y por órdenes del presidente Recep Tayyip Erdogan, dejará de ser museo y comenzará a funcionar como mezquita a partir del próximo 24 de julio. Para dimensionar (y entender) este nuevo giro, repasamos un poco de la historia de la gran construcción turca.

El origen de Santa Sofía

Antes de ser la ciudad más grande de Turquía y un destino de interés para los viajeros, Estambul fue Constantinopla, la gran capital del Imperio Bizantino. Fue allí que se construyó la primera, segunda y tercera versión de Santa Sofía. Las primeras dos fueron destruidas por incendios, y la tercera —la que conocemos actualmente— se finalizó por órdenes del emperador Justiniano I en el año 537. Desde entonces y hasta 1453, este templo fungió como basílica cristiana y sede de la iglesia ortodoxa oriental. Sin embargo (por un breve periodo de tiempo) durante la Cuarta Cruzada (1204) se convirtió en una catedral católica.

Más allá de su función religiosa, Santa Sofía fue ideada como un reflejo del Imperio Bizantino y su gran poder. Construida a una escala nunca antes vista —tanto así que fue la iglesia más grande del mundo hasta que se finalizó la catedral de Sevilla a principios del siglo XVI—, la basílica implicó un gran gasto para Justiniano debido a la importación de materiales desde todos los rincones del imperio. Además, el espacio pasó por diferentes ajustes estructurales durante varios años. La enorme cúpula, por ejemplo, se cayó durante un terremoto y tuvo que ser restaurada.

La era otomana

Con la caída del Imperio Bizantino en 1453, Constantinopla se rebautizó como Estambul y pasó a estar bajo dominio otomano, liderado por el sultán Mehmed II. Como consecuencia, Santa Sofía se convirtió en mezquita; de hecho fue la más importante en toda la ciudad hasta que se construyó la famosa Mezquita Azul en 1616. Durante este periodo no solo se añadieron los capiteles y minaretes a la estructura original, sino que se cubrió con yeso cualquier rastro de decoración cristiana, incluidas muchas pinturas y mosaicos. Entre 1847 y 1849, Santa Sofía pasó por una importante restauración a cargo de los arquitectos suizos Gaspare y Giuseppe Fossati, la cual se enfocó en el reforzamiento de la cúpula y las bóvedas.

Un símbolo de unión

Con el nacimiento de la República de Turquía llegó el mandato de Mustafa Kemal Atatürk, quien con la idea de honrar los legados de todas las civilizaciones que formaron a la nación ordenó que Santa Sofía se convirtiera en museo en 1935. Este decreto fue un ejemplo de cómo el valor artístico y cultural de un monumento se puede celebrar por encima de cualquier conflicto religioso. Un símbolo de respeto y conciliación que, en 1985 se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto con otros sitios de la zona histórica de Estambul.

En 2006, Santa Sofía —cuyo nombre en griego se refiere a la sabiduría— asignó un pequeño cuarto al culto. Diez años más tarde, una serie de lecturas del Corán durante el Ramadán dieron pie a un incremento de peticiones para reconvertir al museo en mezquita. Una polémica que la semana pasada llegó su desenlace final.

¿Qué está pasando con Santa Sofía?

El pasado 10 de julio, el presidente Recep Tayyip Erdogan firmó una orden que decretó la inmediata transformación de Santa Sofía en una mezquita. La decisión ha generado muchas opiniones a nivel internacional. La ONU, por ejemplo, considera que la medida arriesga el valor del monumento como símbolo del diálogo. Por su parte, la UNESCO resaltó que el cambio de uso de Santa Sofía no fue negociado con el Comité del Patrimonio Mundial. La organización también hizo énfasis en que el gobierno turco debe garantizar el acceso igualitario al monumento, así como la preservación de sus obras de arte. Con respecto a lo último, el gobierno aseguró que los íconos y mosaicos cristianos se respetarán y únicamente se cubrirán durante las oraciones islámicas. Santa Sofía comenzará a funcionar como mezquita el próximo 24 de julio.

En medio de un momento determinante para uno de los templos más importantes del mundo, vale la pena celebrar su legado más allá de las implicaciones políticas. El documental La inamovible Santa Sofía es un buen punto de partida (con todo y su doblaje cliché de canal histórico). Una hora para aprender más sobre su valor a nivel diseño e ingeniería, sobre todo al ubicarse en una región con sismos constantes.

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Fotos: Diego Berruecos.

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