Cómo es viajar a Europa en tiempos de COVID-19
Fernando y Julián cuentan su experiencia de volar a Europa en medio de la pandemia del COVID-19.
POR: Diego Parás
En los últimos meses, he leído en distintos diarios internacionales que “lo que hizo el atentado de las Torres Gemelas a las medidas de seguridad en la aviación, el coronavirus lo está haciendo en las medidas de higiene”. He de admitir que nunca me subí a un avión antes del 11 de septiembre del 2001. Para mí, la idea de un aeropuerto sin escáneres de metal es tan sólo una anécdota. Más allá del enorme impacto que está teniendo el coronavirus en la industria, me pregunto ¿cómo va a cambiar el ritual del viaje? ¿Cómo es viajar a Europa en tiempos de COVID-19?
Rituales de viaje
Para bien o para mal, viajar en avión es una de las maneras de transportarse con más rituales. La expectativa de comprar un boleto, llegar al aeropuerto despedirse de la familia antes de pasar controles, la emoción de tocar tierra.Cada uno de esos momentos está en entredicho debido a la pandemia actual. No existe todavía un nuevo estándar, una nueva normalidad, a la que nos podamos acostumbrar. Cada nuevo proceso o medida temporal tiene una vida útil muy corta, ya que depende de la gravedad de contagios de un país y de las disposiciones oficiales de cada gobierno.
A modo de un retrato de una época que tal vez no se repita, Fernando Rivero y Julián Pérez-Duarte platican su experiencia de volar de México a Europa el 5 y 6 de junio respectivamente, días antes de que los gobiernos europeos relajen algunas de sus medidas en las fronteras el día 15 de este mes. El primero voló a París, con Suiza como destino final y, el segundo, fue un vuelo directo a Madrid al día siguiente. Es importante mencionar que ambos son mexicanos con permiso de residencia en los respectivos países.
El ritual de…
… comprar el boleto de avión
Antes, comprar un boleto de avión dependía de tres factores: tiempo disponible, presupuesto y —en algunos casos— tener o no visa. Ahora, para viajar a Europa en tiempos de COVID-19, se tienen que revisar las condiciones en las que está el destino emisor y el receptor en cuanto a la emergencia sanitaria. “Para entrar a España ahora (después del 15 no se sabe qué vaya a pasar) sólo se puede con una residencia”, me dice Julián, desde Madrid, “no dejan entrar a turistas, es algo que me dijeron cuando compré el boleto, algo que me dijeron cuando llegué a documentar la maleta, algo que todo el tiempo se aseguraron que supiera”.
Fernando compró su boleto antes de que empezara la pandemia, estaba programado para finales de marzo y fue cancelado. Le tomó más de dos meses de investigación, llamadas y cancelaciones, hasta que finalmente pudo subirse al avión.
… preparar el equipaje de mano
Decidir qué va y qué no en una maleta de máximo 10 kilos no siempre es fácil. Antes, la mayoría de las decisiones se tomaban con base en la comodidad; ahora, se toman pensando en que “vas a estar en una situación difícil y en un lugar que va a estar muy lleno, entonces quieres estar lo menos expuesto a los demás”, asegura Fernando. En su caso, los elementos nuevos en su maleta de mano fueron cuatro botellas pequeñas de gel antibacterial (para tener una siempre a la mano), un paquete de cubrebocas, toallas desinfectantes, una botella de agua propia y algo de comer que no representara mucho tiempo sin el cubrebocas.
… llegar al aeropuerto
Antes —dicen— la despedida entre el viajero y sus conocidos podía ser en la puerta de embarque. Después antes de pasar por lo controles de seguridad. Ahora, con el coronavirus, es probable que tenga que ser afuera del aeropuerto o, incluso, antes de salir de casa. “Mis papás tenían ganas de llevarme al aeropuerto y despedirse, pero era muy mala idea. Les dije adiós en la casa y fue mi pareja la que me llevó al aeropuerto, pero ella no se bajó en la terminal.” Al día siguiente, Julián viajó en un Uber, sin tener ninguna clase de contacto con el conductor, para no poner en riesgo a su familia que lo esperaba en Madrid.
… hacer check-in
Ante la incertidumbre de lo que iba a pasar, ambos entrevistados llegaron al aeropuerto con más tiempo de anticipación que el acostumbrado. Se ha dicho mucho sobre el futuro de los viajes sin contacto humano: web check-in, la documentación de las maletas, la llegada a un hotel, etc. El futuro parece estar llegando antes de lo previsto. Por ahora hay aerolíneas que bloquearon el check-in móvil para poder revisar cada caso directo en mostrador. “Llegué al mostrador y me pidieron mis documentos, le di mi pasaporte y la señorita se quedó esperando a que le entregara algo más.
– ¿Tienes una visa o algo?
– Sí, aquí está mi permiso de residencia.
– Esto es suizo, ¿no?, tú vuelas a París.
– Sí, tengo una conexión en tren.
– Déjame hablar a la embajada francesa, no sé si puedes volar.
La duda por parte de la aerolínea era si Fernando, con destino final en Suiza, iba a tener permiso por parte del gobierno francés para salir del aeropuerto. “Junto a mí había una señora inglesa que tenía el mismo problema, quería llegar a Londres pero no había un vuelo con el que pudiera hacer conexión inmediata, entonces tenía que tomar un tren al día siguiente. Había una familia sueca o danesa que también estaban tratando de regresar a su casa, un finlandés que estaba sacando muchísimos papeles para demostrar su caso.”
… pasar seguridad
Para muchos, la peor parte de viajar en avión ahora tendrá nuevos filtros. En ambos casos, antes de pasar por seguridad les tomaron la temperatura y les pidieron que resolvieran un cuestionario de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. “Me preguntaron si había viajado antes, en qué países, si viajaba solo, si tenía síntomas, si había estado en un centro de salud… puras preguntas relacionadas con el COVID-19”, dice Julián.
“Después pasas seguridad y adentro es donde más vacío se siente”, continúa Fernando. Según los testimonios, prácticamente todas las tiendas están cerradas, incluyendo el Duty Free que para muchos es su parte favorita del aeropuerto. Sólo había una farmacia abierta (que ya no tenía tapabocas), además de un restaurante y una tienda de recuerdos. “No dejan que vayas a otro lado en donde no tienes que estar, te mandan directo a tu sala de espera, nada de ir a pasear. Ahí es donde hay gente que se quita la máscara pensando que todos estamos checados, pero nunca sabes”.
En un intento por respetar la sana distancia, las salas de espera tienen asientos designados en los que se pueden sentar y en los que no. Ambos afirman que se sentía que el aeropuerto estaba operando únicamente para sus respectivos vuelos.
… el proceso de abordar
Desafortunadamente, este ritual de viajar parece que no ha cambiado mucho. Hay muchas maneras de guardar la distancia en las filas pero, según Julián, en su experiencia no se hizo caso a las recomendaciones de la aerolínea: “Yo incluso puse mi maleta para intentar hacer una mayor distancia entre las otras personas”, dice entre risas.
Antes de subir al avión, les volvieron a medir la temperatura y les pidieron un formato previamente llenado que básicamente es una declaración jurada donde dices que no tienes síntomas y no haber estado en contacto con una persona durante los 14 días anteriores. “Incluso los oficiales de la Guardia Nacional que, además de hacer un chequeo sobre efectivo y el contenido del equipaje de mano en el puente, también te hacían preguntas sobre el COVID-19”, asegura Fernando.
Cuando la aerolínea se aseguró que Julián sí iba a volar —después de dos llamadas y un correo electrónico— le comentaron que en el avión se iba a dejar un asiento vacío entre cada persona. No fue el caso, en ninguna de las dos experiencias. “Pensé que el avión iba a ir mucho más vacío; de cada tres o cuatro asientos, uno iba vacío. Junto a mí iba una señora con su pareja y su hijo de un año y medio, es decir, en una fila de tres íbamos cuatro”.
Fernando asegura que su vuelo iba completamente lleno. Un Boeing 787 puede transportar entre 217 y 323 pasajeros, dependiendo del modelo. Antes de que empezara, Fernando tuvo que firmar dos declaraciones a bordo del avión, una para el gobierno de francés y la otro para la aerolínea, en donde pedían su contacto y el de otra persona a la que se pudieran contactar en caso de que alguien que volara con ellos presentara síntomas en los siguientes días.
… comer en el avión
Uno de los momentos de mayor riesgo de contagio en un vuelo es la hora de los alimentos. En ambas experiencias, no hubo ningún tipo de sistema escalonado para servir los platos. Es decir, todos (o la mayoría) se quitaron el tapabocas al mismo tiempo en algún momento en el avión. “La señora que iba junto a mí (Fernando) no dejaba de hablar, se quitó el tapabocas para comer y empezó a platicar. Mi comida estaba a 30 centímetros de la suya, entonces me esperé a que ella terminara, que se volviera a poner el tapabocas, para poder empezar a comer yo. Julián, en cambio, decidió no quitarse su tapabocas y careta durante todo el vuelo.
… aterrizar, pasar por migración y salir del aeropuerto
La llegada fue quizá la experiencia más distinta de viajar a Europa en medio de la pandemia. En momentos de incertidumbre como los que estamos pasando es muy importante mantenerse actualizado sobre las medidas que está implementando el destino final y por los que uno va a pasar para llegar a él.
“Cuando aterricé es cuando esperaba el cerco de seguridad más importante y en realidad es donde más relajados estaban”, dice Fernando. “Llegué a migración, me preguntaron si tenía una continuación, le dije que iba a Suiza en tren, me selló y listo”. No le pidieron ninguna de las formas que había llenado, sólo su pasaporte y su permiso. Antes de salir del aeropuerto (que, igual que en México, estaba vacío) había un par de agentes parados junto a la cámara infrarroja con un termómetro en caso de que algo les llamara la atención pero, según Fernando, no estaban poniendo mucha atención a la pantalla, estaban ahí platicando. “Y ya estaba yo en tierra francesa, rapidísimo, sin control ni nada.” Al día siguiente tomó el tren a Suiza, donde la situación está aún más relajada.
Después de aterrizar, el avión de Julián se quedó en la pista. “Nos subieron a un camión para movernos de terminal, no dejaron bajar a todos de golpe del avión. Al llegar a aduana, había marcas en el piso donde uno se podía parar, ahí sí se respetó la distancia”. Le preguntaron si era residente, le pidieron su dirección y le dieron un papel que decía que tenía que estar aislado por 14 días, con medidas específicas como tener que tomarse la temperatura de 8 a 10 de la mañana y de 8 a 10 de la noche. Después de recoger su maleta, había una persona que tomó la temperatura de todas las personas que iban en su vuelo, aparentemente el único que estaba en ese proceso. “Había una fila de alrededor de 100 metros de gente esperando a que les tomaran la temperatura, me tardé como media hora en salir del aeropuerto”.
No había nadie esperando a los recién llegados.
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