El oaxaqueño que naciera un 17 de julio de 1940 en Juchitán y descubriera su potencial inventivo al abarrotar de dibujos las paredes de su casa, es hoy en día uno de los referentes culturales vivos más importantes de México y el mundo, no sólo por su quehacer creativo sino por su importante aportación como ambientalista.
Hablamos de Francisco Toledo, el artista que ha usado las calles de Oaxaca como lienzo para dar forma a una oferta multicultural sin fronteras y al alcance de todos. Porque como diría él alguna vez refiriéndose a aquellos jóvenes con grandes sueños pero poco presupuesto: “Visitar un museo y leer un libro puede ser el comienzo para crear una gran obra”.
Es el dicho de quien ha expuesto sus obras en las galerías más emblemáticas de París, Barcelona, Oslo, Nueva York, Londres y Ginebra. Quien cuenta en su haber con una pintura que pesa seis toneladas y narra el ecosistema selvático de los estados del sur de México.
Toledo es reconocido por su arte, sus protestas políticas y su negativa a figurar como un personaje homenajeado y público. “No quiero ser la siguiente Frida Kahlo que tanto busca Londres”, comentó en una entrevista hace un par de años al referirse a los medios que sólo van tras una biografía superficial y a por el autor. “…(les importa más) con quién te acuestas o si usas tehuana”, en lugar de hablar de la obra, sus aciertos y desaciertos, asegura.
Las formas de Toledo
A Toledo le incomoda ver el pasado –al menos en sus obras–, aunque se ayuda de él para crear. Tal como lo hiciera en esos dibujos donde se ve cómo una mujer mata a una lagartija –una suerte de ritual oaxaqueño–, porque es lo que presenció con su madre cuando era pequeño.
También ha retratado tapires, lagartijas y culebras, animales que veía cuando se bañaba en el río durante su infancia. Aunque se dice que esa fijación por las pieles es herencia de su padre, quien salía a cazar al monte para alimentar a su familia y luego usar la epidermis para crear calzado y venderlo.
El desorden como guía
A diferencia de Rufino Tamayo, quien se acomodaba en la categoría de “albañil que trabaja ocho horas diarias con procesos y horarios”, Toledo es más bien desordenado; tiene cosas sin acabar desde hace años, meses y días. Lo suyo son momentos, chispas de ingenio que se le atraviesan sin ningún orden preconcebido.
Aunque también es ese desorden el que le ha enseñado a ver más allá de lo inmediato, a tener una perspectiva distinta a la realidad. Esto le ha permitido ser el artista que enamora –e incomoda a la vez– por sus ilustraciones de penes al aire, sus animales salvajes, sus insectos, sus quimeras eróticas y su entendimiento de la naturaleza en un mundo que parece ir en contra de ésta.
Toledo en Oaxaca
Amante de las causas sociales, la defensa de los ecosistemas, los derechos humanos y el patrimonio histórico, no sólo protestó en su momento con una tamaliza colectiva contra la construcción de un McDonald’s; a lo largo de los años se ha desprendido de sus bienes materiales para legar a Oaxaca (y el mundo) uno de los patrimonios culturales más importantes a través de museos, bibliotecas, una fonoteca, un cineclub y un taller de papel hecho a mano.
A propósito de eso, les compartimos aquellos lugares que llevan la huella y la esencia de Toledo:
Instituto de las Artes Gráficas de Oaxaca
Dónde: Macedonio Alcalá 507, Centro
Sitio web
Taller Arte Papel Oaxaca
Dónde: La Soledad s/n, Villa de Etla
Sitio web
Centro de las Artes de San Agustín
Dónde: Av. Independencia s/n, San Agustín Etla
Sitio web
Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo
Dónde: Manuel Bravo 116, Centro
Sitio web
Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca
Dónde: Macedonio Alcalá 202, Centro
Sitio web
Biblioteca Francisco de Burgoa
Dónde: Macedonio Alcalá s/n, Centro Cultural Santo Domingo
Sitio web
Jardín Etnobotánico
Dónde:Reforma esq. Constitución, Centro
Sitio web
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Foto de portada: Proceso
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