Razones para visitar Quintana Roo en Semana Santa (y llegar a donde pocos lo logran)
De visita por estas tierras, el viajero también comprende que la rebelión maya, entre 1848 y 1901, nunca fue totalmente vencida.
POR: Redacción Travesías
Aunque la historia oficial de Quintana Roo empezó a escribirse después del año 1902 –cuando se estableció como Territorio Federal por mandato presidencial de Porfirio Díaz–, el estado ha sido el hogar de los mayas desde muchísimo antes, en el 250 d.C. para ser exactos. Tanto así, que algunas versiones señalan que en dicha costa caribeña se dio el inicio del mestizaje luego de que un náufrago español fuera rescatado por mayas y posteriormente se casara con una princesa que era hija de un cacique. Eso sí, a los españoles les tomó 19 años conquistar a los indigenas de la península de Yucatán.
De ahí que el turismo de investigación e historia sea tan relevante en Quintana Roo; caminar entre sus calles y vestigios es entender el pasado y admirar el potencial de las culturas antiguas. En razón de eso, les compartimos aquellos lugares que pueden visitar para aprender y descansar en tan mítico lugar.
Tihosuco
Una de las poblaciones con más historia en la zona sur de Quintana Roo es, sin lugar a dudas, Tihosuco, que fue capital de la provincia de Cochuah y, durante la segunda mitad del siglo XVI, un asentamiento de españoles y criollos, responsables del templo franciscano dedicado al Niño Jesús y, posteriormente, a San Miguel Arcángel. El techo de esta iglesia voló cuando fue utilizada como bodega de pólvora durante la guerra de castas y, desde entonces, la iglesia permanece así en funciones, lo que otorga una imagen de lo más peculiar.
El otro gran motivo para desplazarse hasta aquí es el Museo de la Guerra de Castas. Aunque se trata de un recinto modesto, al visitarlo y recorrer su colección de mapas, ropa, armas y otros objetos y “reliquias” de los cruzoob, se puede entender mejor este sangriento y hasta cierto punto desconocido suceso militar, que durante varias décadas mantuvo en guerra a la capital del estado.
Zona arqueológica de Dzibanché-Kinichná
A menos de dos horas de Bacalar, estos dos sitios arqueológicos, unidos por una carretera de cuatro kilómetros, componen un sólo conjunto y una visita obligada (aunque pocos la obedezcan). Los tres templos principales de Dzibanché —el del Búho, el de los Cormoranes y el de los Tucanes—, junto con los dos templos de los Cautivos, el de los Dinteles y la pequeña acrópolis, conforman una ciudad portentosa, construida entre el Clásico temprano (300-600 d. C.) y el tardío (600-900 d. C).
La experiencia de visitarlo debe parecerse más a la que tuvieron los primeros exploradores que en otros sitios más populares: árboles de gran altura crecen entre las piedras de los edificios, muchos de los cuales conservan relieves de estuco, mascarones y dinteles labrados por los antiguos mayas. Al igual que Dzibanché, Kinichná aguarda solitaria entre los caminos que se derivan de la carretera Calakmul-Chetumal.
Xcaret
Hace tiempo que la función de Xcaret en la península ya no puede definirse ni como parque ni espectáculo, ni como mera operación de sitios naturales. Su impronta abarca todo eso, y ahora también cuenta con hoteles y restaurantes. Dependiendo de lo que se busque, habrá que elegir entre Xcaret (con su famoso show nocturno en el que se representa el juego de pelota maya), Xplor, ideal para quienes necesiten más acción física, Río Secreto, para quien requiera una infraestructura en forma para conocer las cuevas de esta zona.
Cozumel
Hubo una época en la que Cozumel apenas estaba habitada por una comunidad de pescadores y la rodeaba uno de los arrecifes de coral más espectaculares del mundo. Hoy, donde desembarcan los cruceros es una ciudad de concreto y neón; por suerte todavía hay playas y parajes naturales fuera de serie, además del sitio arqueológico de San Gervasio, dedicado a la deidad maya de la fertilidad, Ixchel.
El Corchal de Solferino
Cerca del área protegida de Yum Balam, este sitio conserva un ecosistema muy particular donde abundan las ceibas, las orquídeas, los árboles de chicozapote y palo de tinte pero, sobre todo, los de corcho: de raíces tan ligeras que se utilizan para flotar. En el lugar también viven especies como el venado, el tejón, el jabalí, la zorra, el mapache, las tortugas marinas, diversas serpientes, el pavo de monte y el faisán, además de los monos araña, que se desplazan entre las copas de los árboles.
Por su cercanía con el litoral y la isla de Holbox, y por su abundancia de humedales, también se pueden avistar garzas, pelícanos y patos y, ocasionalmente, fragatas, flamencos y cormoranes. Vale la pena ponerse en contacto con la gente de la localidad para una visita guiada.
Bacalar
La increíble laguna de Bacalar y sus consabidos colores es el motivo más espectacular para detenerse en esta ciudad que alcanzó su auge durante la Colonia. Pero no por eso hay que olvidar el fuerte y su museo, que nos recuerdan que por aquí se transportaron mercancías de todo tipo, que Bacalar fue blanco de ataques piratas y que, de hecho, el origen de este puerto se remonta a la época de los itzáes —fundadores de Chichen Itzá provenientes del sur del continente— 500 años antes de nuestra época, cuando este sitio funcionaba como punto de transferencia del comercio con lugares como Honduras y Yucatán.
En la actualidad, Bacalar es un destino vacacional idílico, con hoteles y restaurantes de primer nivel al borde de la laguna, que para quienes logran desprenderse de sus tumbonas, sirve de base para recorrer los incontables sitios arqueológicos y naturales de alrededor.
Dónde dormir
CasaSandra
Apenas 19 habitaciones conforman este hotel boutique donde el foco de atención está en la naturaleza que lo rodea. La playa se encuentra al otro lado de la calle, algo que en Holbox significa cruzando la arena. La decoración es sencilla pero con piezas de arte que resaltan cada espacio. Los amenities se fabrican localmente y el servicio es totalmente personalizado.
La mejor época para visitar es en la temporada del tiburón ballena, entre mayo y septiembre. Holbox es un ecosistema muy frágil y los artífices de CasaSandra están conscientes de ello, por eso aplican medidas ecológicas de reciclaje de aguas que ayudan al desarrollo futuro de la isla.
Belmond Maroma Resort & Spa
Un favorito entre los clásicos, con una de las playas más hermosas de la Riviera Maya, superatención y habitaciones amplísimas con hermosas vistas al mar. La decoración es absolutamente mexicana, lo que resulta muy atractivo para los turistas extranjeros ávidos de experiencias auténticas en la Riviera. Desde luego, nada más auténtico para un mexicano que las tortillas que cada mañana se hacen directamente en el comal, delante de los comensales que llegan al desayuno.
Dónde comer
Arca
La cocina a fuego abierto parece ser el signo distintivo de estos tiempos y en Arca lo hacen muy bien. De entrada, porque todo lo que se somete a las brasas viene de proveedores cercanos o muy recomendados, y, huelga decir, el menú cambia al ritmo de las temporadas.
Algunos de los platos que pueden encontrarse en la carta (que parece un listado de genealogías alimenticias) incluyen el pan de pulque del horno de leña con mantequilla menonita, polvo de chaya a la parrilla y sal de mar de Celestún, o el pulpo al pastor con longaniza de Valladolid, salsa de chile xcatic y epazote. Lo mismo sucede con los cocteles (con mezcal, ginebra o tequila). Lo cierto es que el esmero rinde frutos: todo está delicioso.
Hartwood
Ofrece cocina sencilla, basada en ingredientes locales y el uso del fuego. Los asiduos, que no son pocos, a diario esperan con paciencia una mesa en la selva para probar el menú del día. Su confianza es ciega, literalmente, ya que no hay menú como tal, sino la garantía de que la oferta del momento vendrá de proveedores cercanos y de que los ingredientes se prepararán con recetas creativas, muy a menudo inspiradas en la tradición gastronómica de la península.
Aceptan reservaciones, pero la manera más usual de conseguir una mesa es hacer fila, junto a los cientos de neoyorquinos que han hecho de Tulum su destino favorito.
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