Los Pueblos Mágicos en México son lugares donde se conserva la herencia cultural de las diferentes regiones mexicanas. En ellos se manifiesta la historia, la tradición oral y las costumbres. La idea detrás de este título es conservar la cultura regional lo más intacta posible. Quizá por eso, actualmente existen 121 pueblos mágicos en todos los estados del país. Ocho de ellos se encuentran en Michoacán.
Pátzcuaro fue el primer pueblo mágico en el estado de Michoacán. Se ubica al sur del lago, en el corazón del estado. Al tener este título, esta localidad no tiene construcciones altas y conserva la cultura original del pueblo. De hecho, alrededor del 10% de la población habla purépecha, la lengua indígena de la región. Y si de por sí es un lugar bello, el próximo año concluirán los trabajos de remodelación que comenzaron en el 2016. Esto quiere decir que tras mucha inversión en infraestructura este destino quedará perfecto y será uno de los sitios que hay que ver en el 2019. Recientemente su alcalde dijo: “Tenderemos uno de los pueblos más bonitos de todo el país”
Pintando Alegría
A mediados de agosto pasado, Pátzcuaro comenzó con el programa Pintando Alegría. Este proyecto busca recuperar la imagen pintoresca del pueblo mágico y consiste en homogeneizar las fachadas de las casa y construcciones. También se busca regular los rótulos de los negocios para que no se conviertan en contaminación visual y combinen con las fachadas. Después de que termine el proyecto, Pátzcuaro busca convertirse en el pueblo mágico más bello y visitado de México.
El pueblo
Pátzcuaro se encuentra erigido sobre una de las civilizaciones precolombinas más importantes del país. En la antigüedad era un centro de gran relevancia religiosa y ceremonial para los purépechas. Con el tiempo, esta región heredó una serie de costumbres prehispánicas que se conservan hasta la actualidad. Es tanta su historia que en el año 2012 se declaró como Pueblo Mágico en el 2002 gracias a sus raíces y la gran cantidad de leyendas que circulan entre sus habitantes.
Por eso, oferta turística, gastronómica y artística es enorme. Sus habitantes son conocidos por crear artesanías de madera y hierro forjado, así como alfarería y productos textiles. También la escena gastronómica es imperdible, pues en ella manifiestan los métodos e ingredientes prehispánicos. Uno de los mejores platillos son los tamales tarascos, preparados con pescado fresco del lago.
Foto: Ariel da Silva Parreira
Este sitio también es uno de los destinos más cotizados para admirar las ofrendas durante las fiestas de Día de Muertos. Aunque se trata de una ocasión temporal, el pueblo se llena de flores de cempasúchil. Lo más impresionante es ir a la orilla del lago para ver las ofrendas que se montan sobre canoas y navegan hacia la isla de Janitzio.
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