Travesías cumple 18 años y, para celebrarlo, hemos hecho una reflexión profunda de los cuatro puntos cardinales que rigen el planeta. Nos hemos detenido en las múltiples posibilidades que ofrece el norte, sur, el oeste y, por supuesto, el este.
Entre Israel y Jordania se encuentra un sitio como ningún otro. Un lugar que es considerado como uno de los más bajos del planeta y cuya salinidad supera por casi nueve veces a la de cualquier otro océano. Hablamos del Mar Muerto, que en hebreo es conocido como Yam Hamelach, que significa mar de la sal.
El Mar de la Sal, un lugar sin igual
Pero más allá de sus características geológicas, este punto en Medio Oriente adquiere una importancia inigualable por su cercanía a zonas de gran importancia histórica, así como por las referencias que hacen personajes como Aristóteles, Plinio, Josefo Flavio o por una multitud de apariciones en la Biblia en la que se le menciona como Mar Salado, Mar de Aravá, Mar del Este y Mar de Sodoma.
Para llegar a la costa se tiene que seguir un camino en el que se llegará a 400 metro por debajo del nivel del mar (en la carretera incluso hay un señalamiento que marca justo en nivel 0). Una vez en la orilla, se puede apreciar el horizonte coloreado por el contraste de las aguas color azul metálico y el rojizo de las montañas que lo rodean.
La salinidad del agua
El Mar Muerto tiene una longitud de unos 80 km y un anchura que puede ir de los 7 a los 20 kilómetros, dependiendo el lugar. En cuanto al agua que lo conforma, ésta tiene una consistencia aceitosa y un sabor fuerte, ambas cualidades dadas por sus altas concentraciones de sales que oscilan entre un 30 y 32%. Además, debido a la sedimentación, en su mayor profundidad el agua aumenta su salinidad.
Quizá la consecuencia más curiosa de estas sales es el hecho de que hundirse es prácticamente imposible. Esto sucede debido a que la densidad del agua salada es mayor que la del cuerpo humano, lo que permite a cualquiera nadar de espaldas sin esfuerzo alguno. Si bien sus aguas son amables para aquellos que no saben nadar, no lo son tanto para quienes tienen una herida o aquel despistado al que le entró tan sólo una gota al ojo, ya que el ardor en este caso es considerable.
Se le conoce como Mar Muerto porque, debido a los minerales que componen sus aguas, ningún macroorganismo puede sobrevivir. Incluso aquellos peces que son arrastrados por las corrientes de los ríos que alimentan el mar terminan muertos en la orilla. Sin embargo, se han encontrado microorganismos como hongos y bacterias que han logrado adaptarse a estas condiciones adversas.
¿Qué hacer en el Mar Muerto?
La principal actividad comercial del Mar Muerto es la extracción de minerales. El turismo es la segunda fuente de ingresos de esta zona, ya que cada vez más personas viajan para sumergirse en estas aguas a las cuales, además, se les han atribuido propiedades curativas, sobre todo para enfermedades reumáticas y de la piel.
Pero más allá de esta costa salada, en los alrededores se encuentran varios destinos de interés para los viajeros. Algunos de ellos son las cuevas de Qumran, donde se hallaron los Rollos del Mar Muerto. También están Las ruinas de Masada, donde los romanos se establecieron durante la llamada guerra de los judíos. Asimismo, se puede visitar el Monte Nebo donde, según la Biblia, murió Moisés tras ver la tierra prometida y los restos de la ciudad de los palmares o Jericó.
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