Al oeste del estado de Chihuahua se extiende un área boscosa donde predomina el sonido de los árboles movidos por el viento, el tronar de las ramas, el ruido melódico del agua fluyendo entre las rocas y, de fondo, el ruido de la caída del agua. Un territorio que hasta la fecha permanece parcialmente desconocido, pues su composición escabrosa deja su exploración en manos de los más conocedores.
Todo este terreno, que abarca unas 5 mil 800 hectáreas, forma parte del Parque Nacional Basaseachi. Es aquí donde se encuentran las dos cascadas más altas de México: Basaseachi y Piedra Volada –que también figura en las guías como Piedra Bolada–. Pero estas cataratas son solo una parte del encanto de este entorno del norte de México, pues son también un destino ideal para hacer senderismo, escalada, acampar y ver las estrellas.
Una cascada que se esconde durante el invierno
El título a la cascada más alta de México cambia dependiendo de la época del año en que se pregunte. Si es en época de lluvias (generalmente entre julio y octubre) el título se lo lleva la cascada de Piedra Volada con 453 metros de alto; cuando ésta se seca, la cascada más alta del país es la de Maíz Blanco en Chiapas, con 300 metros de altura. La pared de roca basáltica se eleva verticalmente 453 metros, cuyo color cobrizo resalta con el hilo de agua helada que cae, largo, hacia abajo. Atención escaladores: en las inmediaciones de este sitio se encuentra la Peña del Gigante, una pared de 884 metros que se considera como una de las más retadoras en el país, tanto para subir como para descender en rappel.
Por su parte, la cascada que se puede admirar todo el año es la de Basaseachi. Ésta mide 246 metros (la cuarta más alta de México) y su flujo es constante y mucho más intenso que la de Piedra Volada. El agua del Río Mayo corre entre pequeños cañones de piedra en lo alto de la montaña hasta encontrarse con un embudo natural; de ahí el agua sale a presión hacia el vacío.
La mejor forma de admirar estas cascadas es en los diversos miradores. Para ver Piedra Volada existe un sendero de dos km que es en su mayoría de subida e incluye caminos de bosque y secciones donde hay que escalar por las rocas. En cambio,hay dos formas para acercarse a ver Basaseachi : desde arriba, después de un camino que va a lo largo del río, o desde enfrente en otro mirador.
Vivir las cuatro estaciones en un solo bosque
Cabe mencionar que no hay una época idónea para planear un viaje a este parque nacional, pues cada temporada tiene su encanto. A principios de año uno puede toparse con pinos y encinos cubiertos de nieve. En primavera, los agaves y demás cactáceas que crecen en las partes bajas de las barrancas, florecen con llamativos colores; mientras que en septiembre y octubre, el espectáculo consiste en ver cómo los árboles estoicos –en especial los robles– mudan su follaje de un color verde a un amarillo y anaranjado intenso digno de una postal de los bosques de Canadá.
Llegar al Parque Nacional Basaseachi
Esta joya natural está un tanto alejada de la ciudad, por lo que la experiencia de desconexión comienza desde el viaje en carretera (el acceso está sobre la número 16). Desde la ciudad de Chihuahua está a cuatro horas; de Creel, un pueblo en donde hace parada el tren Chepe, el camino es de tres horas.
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