Mérida, México, Sureste, Yucatán

Mañana, tarde y noche en Mérida (y alrededores)

Tacos de lechón, piscinas, cervezas, paseos en el parque y compras como parte de un itinerario de 24 horas para dejarse consentir en esta ciudad.

POR: Mario Ballesteros \ FOTO: Fabian Martínez

8:00 a.m. / Taquería La Lupita – Mercado de Santiago

En cuanto sale el sol en Mérida, lo primero que hay que hacer es dirigirse al Mercado de Santiago, en la calle 57, entre la 70 y la 72, para instalarse en la taquería La Lupita. Con 50 años de historia familiar y comandada por el afable don Pedro Medina, La Lupita sirve los mejores tacos de lechón de la ciudad. Punto. Abundantes, suculentos, resplandecientes, encumbrados por un trocito de cuero crocante, unos tropiezos de chicharrón y un piquito de gallo que amarra todo, estos tacos son el abrazo untuoso con el que todos soñamos despertar.

10:00 a.m. / Soco

Si, como yo, eres de los que sienten que el día no empieza sino hasta que tomas tu café y tu pan, consiéntete en Soco. Un cafecito sin pretensiones más allá de las delicias que emanan de su horno: delicados croissants de almendras, una babka tajante, un rollo espolvoreado con la cantidad exacta de azúcar y canela, y una palmera de chocolate que está mejor que las madrileñas.

12:00 p.m. / Casa Puuc

Con el calor merideño se antoja bañarse varias veces al día. La artista, anticuaria y coleccionista Claudia Fernández lo entendió muy bien cuando creó Casa Puuc, una casona de principios del siglo XX reimaginada como una elegante casa de huéspedes del siglo XXI.

Entre todos los detalles exquisitos que encontramos en ella —techos altos y habitaciones amplísimas, una piscina cobijada por árboles de mamey y mango, antigüedades y muebles cuidadosamente seleccionados, un desayuno exquisito y una pequeña boutique con artesanía fina—, las regaderas, que ocupan estancias completas, quizá sean lo más seductor e irresistible de todo. Como para no salir nunca.

1:00 p.m. / Parque de las Américas

La arquitectura en Mérida no se parece a la de otra ciudad de México. Con sus singulares estructuras neomayas, el Parque de las Américas, diseñado por el arquitecto yucateco Manuel Amábilis entre 1942 y 1945, es uno de los espacios más sui generis de la ciudad. El parque se divide en cuatro manzanas, entre las que se reparten una pérgola y una concha acústica con motivos que recuerdan los frescos de Bonampak, juegos infantiles, una fuente monumental dedicada a Kukulkán y una biblioteca. Un lugar para refugiarse del sol y perderse en el tiempo.

2:00 p.m. / Tixkokob – Pueblo Pibil

Dicen que la mejor cochinita pibil se come fuera de la ciudad, en los pueblos, en los patios traseros de las casas de cocineras tradicionales. Con ese mismo espíritu abrió en 2017 Pueblo Pibil, un restaurante que retoma los clásicos de la gastronomía yucateca y los reinterpreta para sacudir el paladar. Al centro de todo, el pib: el horno enterrado encendido con carbón de leña —en este caso de chukum—.

La coctelería propositiva con dejos de humo y un menú degustación de 15 tiempos acompañan a la estrella de la casa: la cochinita, preparada siguiendo la receta del maestro pibil Silvio Campos; tierna, sumergida en un jugo brillante, encendido, como ninguno. Para bajar la comida vale la pena pasear por el centro del pueblo, que tiene el encanto cadencioso y decadente de estas latitudes, y además es famoso por sus hamacas.

3:00 p.m. / Coqui Coqui

Cruzar la puerta de Coqui Coqui es transportarse a otra dimensión temporal y sensorial: entre pesadas cortinas de terciopelo y candelabros de cristal emanan con intensidad aromas de rosas, flor de naranja, agave, sándalo y coco. Una perfumería que ha creado un universo propio, con su épicerie donde se prueban delicadezas como miel de melipona y chocolates artesanales. Incluso es posible hospedarse aquí en su única suite, con una cama estilo imperio, dos tinas francesas de mármol y una piscina privada. Una fantasía del fin de siècle peninsular, para no quedarse cortos con los aires de grandeza.

Foto: Adam Wiseman.

4:00 p.m. / Ceiba

No hay nada mejor que una cerveza helada para pasar el bochorno de media tarde bajo el sol de Mérida. A la tradición cervecera de Yucatán, con etiquetas legendarias como Carta Clara o Montejo, le han seguido el paso pequeñas cerveceras artesanales que combinan el saber hacer de siempre con los estándares y las tecnologías de ahora. Entre las más sorprendentes está Ceiba, una pequeña productora familiar de apasionados de la cerveza que ocupa una antigua casona y un jardín desbordado en los límites de la colonia García Ginerés. Entre destellos y burbujas, sus clásicas Ámbar Mestiza y Dorada Premium, y la heterodoxa Ceiba de Verano harán mucho más placentero cualquier momento en la península.

5:00 p.m. / Chuch

Quizá alguna vez Mérida fue una ciudad apacible y soñolienta. Pero en los últimos cuatro o cinco años parece más bien estar en ebullición. Esa energía burbujeante de la nueva Mérida la concentran en colores chispeantes las tres jovencísimas socias de Chuch, un despacho de arte, diseño y cosillas lindas para el hogar. Chuch significa algo así como cute y no hay mejor apelativo para este showroom donde se antoja subir todo a un flete y llevarlo a casa.

6:00 p.m. / Casa T´HŌ

Los fantasmas de glorias pasadas del Paseo de Montejo siguen rondando por ahí, pero en Casa T´HŌ todo se siente reluciente, fresco, nuevo. Una colección de tiendas y boutiques de diseño mexicano, con una propuesta bien pensada y bien montada, armada a manera de un recorrido placentero que deleitará al ojo, aunque pueda ser riesgoso para el bolsillo. Además, se puede pasar la tarde tomando negronis sbagliati bajo las palmeras borrachas de sol del patio, que debe ser uno de los más bonitos de la ciudad.

7:00 p.m. / Micaela Mar & Leña

Si hay un nuevo sabor en Mérida, lo vamos a encontrar en Micaela. El chef Vidal Elias, junto con su socio y sommelier Alberto Nacif, no se anda con rodeos en la cocina, donde todo pasa por la leña. Como bólidos, salen platos que son golpes al paladar: un chile relleno de mariscos que lo enfiesta a uno con aires dulzones y de escabeche, un risotto herético con tocino y crema, un chamorro casi obsceno, un postre alucinante de maíz en todas sus formas. Además de una carta envidiable de vinos y mezcales. En Micaela, todo es mezcolanza, energía, saturación y placer sin escalas.

Cortesía Micaela Mar y Leña / M&S Comunicaciones

8:00 p.m. / Salón Gallos

Que nadie venga a Mérida sin pasar por Salón Gallos. Apenas abrió hace unos meses, pero Gallos ya tiene estatus de culto. Lo que empezó como una barra de speakeasy escondida al fondo de una antigua fábrica de avena hoy es el corazón palpitante de la nueva onda merideña.

Marianito Rocha y José García Torres han creado un lugar único donde todo se junta: cine de arte, jovencitos cool, artistas refugiados, cumbia rebajada y platillos de inspiración libanesa, y una hamburguesa de pollo con kimchi creada por Luis Ronzón, chef del celebérrimo Ixi’im. Aquí lo único malo es que llegue el toque de queda.

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Mario Ballesteros es director editorial de Travesías.

Fabian Martínez es diseñador y fotógrafo. Su trabajo destaca por un estilo elegante, simple y en ocasiones melancólico. Vive en la Ciudad de México.

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