Conrad Punta de Mita: la experiencia del Pacífico

A medio camino entre la efervescencia de Puerto Vallarta y los pueblos surfistas de Sayulita y San Pancho, Punta de Mita se ha consolidado como uno de los destinos de playa más codiciados (y exclusivos) de México. Poco a poco, algunas de las cadenas hoteleras más lujosas del mundo han desembarcado frente a sus costas, y en 2020 fue el turno de Hilton con su marca premium: Conrad. Aunque su apertura (originalmente programada para marzo) se vio retrasada por la pandemia de Covid-19, Conrad Punta de Mita finalmente abrió sus puertas en septiembre pasado, con lo que se convirtió en la única propiedad de esta marca en el país.

Al llegar, un gran túnel que conecta el motor lobby con el vestíbulo recibe a los huéspedes, y sirve como filtro para el estrés y cansancio. El mar y las palmeras de los jardines se asoman por los enormes ventanales, y un coctel de bienvenida elaborado con raicilla y coco confirma que las vacaciones han comenzado. Si bien ponerse el traje de baño y dirigirse directamente a la playa es un plan tentador, en Conrad hay que empezar a explorar la oferta gastronómica lo más pronto posible.

El hotel cuenta con tres restaurantes (Árbol, Paleta y Mezquite), una cafetería (Colibrí) y un bar (TUKI). Árbol es el obligado para desayunar y siempre vale la pena preguntar por el especial. Aunque el pan dulce, horneado cada día en el hotel, y el avocado toast con langosta también son garantía. A mediodía, los ceviches, las ensaladas, los tacos y las paletas heladas de Paleta son la solución a cualquier antojo y, para la hora de la comida y la cena, las mesas sobre la playa de Mezquite son la mejor forma de cerrar el día.

Además, como un homenaje a uno de los platillos típicos del Pacífico mexicano, Conrad Punta de Mita ofrece una experiencia especial para adentrarse en el proceso de preparación del pescado zarandeado, en la cual los huéspedes son testigos de cómo un huachinango recién pescado es entregado al chef por pescadores locales, para después cocinarse a las brasas frente a ellos.

En términos de bienestar, el hotel cuenta con tres enormes albercas (una de ellas exclusiva para adultos) y una playlist bastante buena que ameniza las áreas comunes para poder relajarse y disfrutar el sol, el agua y la brisa que llega desde el océano. Además, otra alberca y dos jacuzzis se esconden en el encantador e inadvertido jardín privado del spa. Convenientemente situado al lado del gimnasio, este espacio ofrece salas de tratamiento tanto internas como al aire libre, y un menú con masajes relajantes, vigorizantes y otros tratamientos inspirados en la rica herencia huichola de la región, incluido un temazcal.

Finalmente, y después de una jornada cargada de experiencias al aire libre, no hay mejor plan que regresar a la habitación, disfrutar las amenidades Shanghai Tang, tomar un baño y envolverse en una bata. Muchos de los cuartos cuentan además con terraza privada, perfecta para poder descansar y observar los siempre espectaculares atardeceres del Pacífico, y escuchar cómo las olas rompen en la playa cercana.

Para destacar

El coctel de bienvenida es sólo el principio. El equipo de mixología del hotel se dio a la tarea de diseñar espectaculares bebidas para cada uno de sus restaurantes. Sin embargo, la joya de la corona es la Agave Experience, un menú degustación de cinco tiempos en el que cada platillo está maridado con algún destilado especial, desde mezcal hecho con agaves silvestres en Oaxaca o San Luis Potosí, y hasta sotol chihuahuense con veneno de víbora.