Donde sea que se encuentren, los jardines botánicos del mundo reúnen especies de plantas de todas las regiones del planeta. Entre flores exóticas, cactus, árboles frutales y hierbas medicinales hay una clase de flora que sólo se puede conocer en contados jardines: las plantas venenosas, y uno de ellos es el castillo de Alnwick, en Inglaterra.
La fortificación cuenta con un majestuoso jardín botánico y sólo una parte está dedicada a las hierbas peligrosas. Aquí, más de 100 especies conforman un pequeño patio que permanece cerrado al público –únicamente se puede entrar en recorridos especiales en grupos de 20 personas.
Las especies más peligrosas
Las sustancias venenosas de estas plantas se pueden encontrar en las hojas, flores o incluso en las raíces, y mientras algunas sólo irritan la piel o generan mareos al respirarlas, hay otras que pueden provocar la muerte o inducir en estado de coma. Una de ellas es el ricino, una especie cuyas semillas contienen ricina –uno de los venenos naturales más potentes que existen. Por otro lado, la belladonna produce moras alucinógenas que pueden producir convulsiones e y son capaces de matar a un niño.
Belladonna
Asimismo, dentro de este recinto botánico se pueden encontrar algunas especies con las que se producen diferentes drogas. Las plantas de marihuana, las hojas de coca, los capullos de amapola y flores de tabaco están protegidas por jaulas de maya.
La historia del jardín
El castillo de Alnwick data de hace mil años; sin embargo, los jardines y parques de la fortaleza se diseñaron hasta 1750, bajo el mandato del primer duque. En cuanto al rincón venenoso, fue la actual duquesa de Northumberland Jane Perry quien tuvo la idea de reunir especies extravagantes en 2005. Partiendo de la imagen de los jardines de Padua del siglo XVI y del concepto de los jardines medicinales, Perry intenta remarcar “la línea entre matar y curar”.
Planta de ricino
Visitar el resto del parque
Fuera del jardín del veneno hay parques extensas áreas verdes para pasear. También hay una enorme casa del árbol y un área de jardines en forma de laberinto. En cuanto al castillo, sus paredes de piedra se transformaron en Hogwarts en las primeras dos películas de la saga Harry Potter, las cuales se grabaron en esa locación en 2000 y 2001 respectivamente.
