Probablemente el Mar de Cortés nunca ha sido tan popular como ahora. Desde que Los Cabos comenzaron a ser desarrollados como uno de los Centros Integralmente Planeados por FONATUR en 1976, la combinación única entre desierto y mar ha atraído a los grupos hoteleros más importantes del mundo. Las costas de este destino albergan hoteles que, año tras años, obtienen distinciones como unos de los mejores del planeta, y recientemente marcas como Four Seasons, Nobu y Aman han desembarcado en sus costas —o están a punto de hacerlo. Sin embargo, la belleza del mar que fue bautizado como Jacques Costeau como el “el acuario del mundo” ya había sido admirada desde mucho tiempo antes.
Corría el año de 1934 cuando el empresario estadounidense Walter Douglas (quien se desempeñaba como director del Southern Pacific Railroad) vislumbró el potencial turístico de una pequeña bahía en la costa de Sonora. También conocido como la “Ruta del Pacífico Occidental”, el Southern Pacific Railroad comunicaba la ciudad de Guadalajara con Arizona, y su construcción había sido apoyada por el gobierno de Porfirio Díaz primero, y por el de Álvaro Obregón después. Varios magnates ferroviarios estadounidenses como Collis P. Huntington y William Barstow Strong habían asimismo invertido en este proyecto.
Si bien la ruta del Pacífico Occidental se especializaba en el movimiento de mercancías—y ante la creciente popularidad que la nueva noción de viajar por turismo estaba teniendo— Douglas pensó que el tren también podría servir para trasladar viajeros a las costas del Mar de Cortés. Con este objetivo en mente, comisionó a la misma compañía ferroviaria para que construyese un hotel de lujo que pudiese atraer visitantes a la bahía de Bacochibampo, ubicada al este del puerto sonorense de Guaymas. Dado que la empresa era un negocio más del Southern Pacific Railroad, se convocó entonces a los ingenieros que trabajaban en las oficinas centrales de la compañía (ubicadas en Guadalajara) para que diseñasen el hotel.
Arquitectura regionalista y mariachis para la inauguración
El diseño ganador estuvo a cargo del ingeniero civil y arquitecto jalisciense Ignacio Díaz Morales, aunque se dice que los entonces jóvenes Luis Barragán y Rafael Urzúa también colaboraron en el proyecto. Los arquitectos vislumbraron un pequeño complejo que combinaba las líneas tanto del regionalismo tapatío como del estilo colonial californiano que por esos años había cobrado un gran auge en el Estado Dorado. El edificio principal (que albergaba la recepción, los salones de eventos, el bar, el restaurant y la tienda de recuerdos) se encontraba rodeado de plazas y patios que recordaban las típicas haciendas mexicanas, y en torno a él se desplegaban los pabellones que alojaban a las habitaciones. Todo, en una bahía que se abría frente a las aguas del Golfo de California.
La construcción tardó un año y el hotel, bautizado como Playa de Cortés, abrió sus puertas en 1936. Al momento de su inauguración, contaba con 40 habitaciones y se convirtió en el primer establecimiento de todo Sonora en haber sido construido específicamente con el propósito de prestar servicios turísticos modernos. Su oferta incluía canchas de tenis y de badmington, una alberca, caballos para explorar, ir de cacería o practicar equitación, y lanchas para hacer paseos en el mar o pescar. Además, también contaba con teléfono, telégrafo y valet parking. Y si bien todas estas amenidades lo posicionaron como de uno de los hoteles de lujo más modernos de su época, su estilo y decoración le imprimió un fuerte carácter regional y local, de manera tal que el establecimiento rápidamente se convirtió en un éxito total, y se posicionó como uno de los destinos preferidos de las familias de la región para vacacionar o ir de paseo.
Según se dice, para la fiesta de apertura, y celebrando los nexos del nuevo hotel con el estado de Jalisco, se contrató al mejor mariachi de Tecatitlán. Sin embargo, se cuenta que en esa época los mariachis no usaban ninguna vestimenta particular, por lo que una amiga de Douglas, la sra. Kibby, ocurrentemente sugirió vestir a los músicos con trajes de charros. El espectáculo fue una sensación, y fue entonces cuando nació la tradición de que los mariachis se vistiesen de esta forma.
Auge y decadencia del ferrocarril
Tal y como lo había planeado Douglas, los visitantes podían llegar en tren hasta la estación de Guaymas o la de Empalme, y de ahí dirigirse al Hotel Playa de Cortés. Entre su clientela se ubicaban personas acomodadas de California y el sur de los Estados Unidos, pero también locales de clase alta y media-alta, que incluso empezaron a construir casas de playa en la misma bahía. El éxito del recinto continuó y, cuando se concluyó la carretera panamericana, aún más visitantes comenzaron a llegar desde Estados Unidos. Una primera ampliación en 1961 sumó 14 nuevas habitaciones, mientras que una segunda, mucho más ambiciosa, duplicó la capacidad del hotel.
La popularidad del Playa de Cortés se mantuvo durante las décadas de los setenta y ochenta, y entre sus huéspedes podemos encontrar a las actrices Liza Minelli y María Félix, o al músico Ray Conniff. Sin embargo, y si bien su celebridad era indiscutible, el hotel nunca logró crear un destino turístico que pudiese competir con los desarrollos que, inspirados por Cancún, empezaron a consolidarse a lo largo y ancho de México.
El crecimiento exponencial de Los Cabos, exactamente en la orilla opuesta del Mar de Cortés, fue mermando la popularidad de las costas sonorenses como destino turístico, mientras que la privatización de los ferrocarriles mexicanos en la década de los noventa, privó al antiguo hotel de la fuente de visitantes que lo había originado en primer lugar.
Hoy en día, la época dorada del hotel más histórico de Sonora ha quedado en el pasado. Sin embargo, el Playa de Cortés sigue en pie, y sus jardines, que colmados de bugambilias (y sahuaros) hacen eco de los de Andalucía, su lobby con su mobiliario original, su alberca y, especialmente, las aguas azules de la bahía de Bacochibampo, siguen ofreciendo a sus huéspedes el mejor refugio ante el inclemente sol sonorense.
Hotel Playa de Cortés
Bahía Bacochibampo S/N
Col. Miramar. C.P. 85450
Guaymas, Sonora, México.