México es un país de extremos, en el buen sentido. Mientras que en la capital se eleva el rascacielos más moderno del mundo, en el norte de la República se esconden una serie de costas que destacan no por su infraestructura hotelera u oferta de aventuras sino por ser playas vírgenes que han lucido más o menos igual durante siglos.

Hablamos de las playas de Sonora, un estado cuyo litoral da al Mar de Cortés, el también conocido como El Acuario del Mundo. Fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad en 2005 y se considera el ecosistema marino más importante del país. Gracias a que posee un menor grado de salinidad que los demás océanos, estas aguas son casa de inmensas formaciones naturales fascinantes e invita cada temporada de invierno a las ballenas, azules, grises y jorobadas.

Otro factor que hace de las playas vírgenes de Sonora destinos sin igual es que, debido a su cercanía al desierto y las altas temperaturas que las azotan durante el verano, no atraen a tantas personas. Sin embargo, quienes se aventuran entre el paisaje rocoso e inhóspito tendrán una recompensa: además de un mar tranquilo y de color turquesa, podrán presenciar intensos atardeceres que no se consiguen en cualquier parte.

Atardecer en Puerto Peñasco, al norte del Mar de Cortés.

A lo largo de cerca de 1,200 de costas sonorenses y cientos de rincones paradisíacos que no han visto pasar el tiempo, recorrimos algunas de las playas vírgenes más hermosas del estado.

El Himalaya

Esta playa, que obtiene su nombre por los altos montes que la rodean, se encuentra dentro de la Reserva Especial de la Biosfera Cajón del Diablo. Gracias a que el agua es extremadamente transparente, se considera uno de los mejores puntos para practicar buceo y esnórquel en el estado. También, si uno camina por sus alrededores, puede encontrar algunas cavernas y pinturas rupestres ancestrales que han sobrevivido al paso de los años.

El Himalaya es un destino frecuentado por amantes del buceo. Foto: Rada SC.

Camahuiroa

Al sur del estado, casi en la frontera con Sinaloa, se encuentra el pequeño poblado de Camahuiroa. Sus playas forman parte de una franja de arena que mide aproximadamente 120 km de largo. Cerca del pueblo hay algunos sitios frecuentados por los locales; sin embargo, si uno se dirige hacia el sur encontrará amplias extensiones de arena inalteradas y de una belleza incomparable.

Camahuiroa forma parte de una franja de playa de 120 km de largo.

Punta Chueca

Junto con Desemboque, Punta Chueca es uno de los lugares en donde habitan los pobladores de la comunidad indígena seri. Se localiza en frente de la Isla Tiburón –la segunda más grande de México después de Cozumel– y, gracias al respeto que esta cultura guarda hacia la naturaleza, el entorno no ha sido muy intervenido por la actividad humana desde hace décadas.

Las comunidades seris de Sonora viven en Punta Chueca y Desemboque.Foto: Iveth Rubalcava

San Nicolás

Aunque este nombre es más conocido por sus dunas que por sus playas, no hay que quitarle atención. Se encuentra al sur de Bahía de Kino y es un destino buscado por los amantes de la aventura y los deportes extremos, ya que en ella se puede practicar el surf en la arena. Pero así como en la cima de las montañas se puede ver el horizonte desértico que contrasta con el mar, en la base se puede disfrutar de una playa tranquila y aislada.

San Nicolás combina la playa con las dunas.

Punta Sargento

Este sitio, ubicado al norte de Punta Chueca, es una de las costas vírgenes más peculiares de Sonora. No se trata de una playa que da al mar abierto, sino que se refugia tras una larga barra arenosa que sale perpendicularmente de tierra firme. Esto provoca que las aguas de Punta Sargento sean de un color más claro y más calmadas que en otras latitudes, algo que las vuelve ideales para una escapada de desconexión.