Patrimonios Culturales de México: Tlacotalpan

A diferencia de la gran mayoría de ciudades coloniales en México, Tlacotalpan es un raro ejemplo de un puerto fluvial. Esta pequeña ciudad alberga encantadoras calles color pastel, y un inesperado sabor caribeño.

03 Jun 2021
Patrimonios Culturales de México: Tlacotalpan

Tlacotalpan no es la típica ciudad colonial mexicana. A diferencia de otros puertos novohispanos, como Campeche o Veracruz, Tlacotalpan es un raro ejemplo de un puerto fluvial. Su historia va de la mano con la del Mar Caribe, y la ‘perla del Papaloapan’ —como también se le conoce— tiene más en común con Cienfuegos en Cuba o con Coro en Venezuela, que con los Reales de Minas (como Guanajuato o Zacatecas) o las grandes capitales administrativas del interior del Virreinato (como Morelia, Oaxaca o Puebla). Aunado a todo esto, su excepcional estado de conservación le valió la inscripción a la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998.

Zona de Monumentos Históricos de Tlacotalpan

Ubicación: Tlacotalpan, Veracruz
Fecha de inscripción: 1998
Categoría: Bien cultural

Historia

Tlacotalpan fue fundada como un asentamiento hispano a mediados del siglo XVI (aproximadamente en 1550) para funcionar como un puerto a las orillas del río Papaloapan. Gracias a su ubicación geográfica, Tlacotalpan creció y ganó importancia con el paso del tiempo. El pequeño puerto fluvial se convirtió en un punto estratégico de comunicación y comercio, pues formaba parte de un complejo sistema de vías acuáticas y caminos terrestres que transportaban los productos producidos en la sierra de Oaxaca (como textiles, algodón, miel, maderas preciosas, grana cochinilla o cueros) a Veracruz, desde donde se embarcaban hacia Cuba o Europa.  

Tlacotalpan se compone por 153 cuadras que en conjunto conservan más de 600 edificios históricos muy bien preservados. Foto: Patricio Oseguera.

Además de ser un punto estratégico entre Veracruz, Campeche y Oaxaca, Tlacotalpan también desarrolló una industria de construcción de barcos y numerosas haciendas se establecieron a sus alrededores. Sin embargo, su ubicación y riqueza también la hizo susceptible al ataque de piratas y, en el marco de los numerosos conflictos que se daban continuamente entre españoles e ingleses en el mar Caribe y el golfo de México, el puerto fue víctima de robos e incendios. Como el resto de las ciudades costeras de la época virreinal, las primeras construcciones tlacotalpeñas eran de madera pero, en 1788, casi todas se perdieron en el peor incendio que haya azotado la ciudad. 

Para prevenir futuros siniestros, se ordena que todos los edificios nuevos deben de ser de ladrillos o piedras, y es entonces cuando Tlacotalpan adquirió su aspecto actual. Sobre la antigua traza hispana en damero, se levantaron grandes casonas con amplios porches delimitados por pilares y cubiertas con techos de teja, características que pueden verse en otras ciudades coloniales del Caribe.

Los largos pórticos flanqueados por arcos son probablemente la principal característica de Tlacotalpan.

Los colores pastel y los pasillos techados de la ciudad reflejan las conexiones que Tlacotalpan tuvo con otras poblaciones en el Caribe.

La ciudad alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIX, cuando navíos de vapor provenientes de Europa podían entrar directamente a Tlacotalpan sin necesidad de pasar por Veracruz. Sin embargo, la llegada del ferrocarril entre la Ciudad de México, Córdoba y el puerto veracruzano cambió la suerte del puerto, pues el tren reemplazó al río como el principal medio de comunicación de la región. Con la construcción de carreteras tras la Revolución, el antiguo puerto quedó ya enteramente relegado pero, irónicamente, esto también hizo que la pequeña ciudad se conservase de una manera excepcional, lejos de las presiones económicas del siglo XX.

Qué ver

Tlacotalpan es una ciudad pequeña que (afortunadamente) no ha cambiado mucho desde la época en que los barcos dejaron de llegar a su puerta hace poco más de un siglo. Como buena ciudad mexicana, toda visita debe de empezar en su plaza principal, el parque Zaragoza. En torno a él se encuentran la parroquia de San Sebastián y el santuario de la Virgen de la Candelaria, hogar de la patrona de la población. Frente al mismo parque también es posible rentar una bicicleta en la agencia local Bicicleteando, sin duda la mejor manera de recorrer tanto el malecón como las anchas calles coloniales y ver sus edificios pintados con colores brillantes y pasteles que hacen eco de la exuberancia caribeña. 

Estos nexos con el Caribe asimismo derivaron en otra de las características principales de Tlacotalpan: la música. Gracias a la heterogénea mezcla de población mestiza, indígena, negra, mulata y criolla que llegó a sus costas, la ciudad vio nacer uno de los géneros más populares del país: el son jarocho. Sus calles albergan frecuentemente recitales y encuentros de jaraneros, y no es raro toparse con fandangos mientras se camina por ellas o por el malecón. 

Iglesia de San Sebastián. Tlacotalpan, Veracruz.

Para asomarse a los pasados días de gloria de este puerto, la casa-museo del pintor tlacotalpeño Salvador Ferrando (1835-1908) conserva su interior típico, con muebles de maderas finas traídos de Austria, pinturas, utensilios de época, instrumentos musicales y hasta candelabros de cristal de Murano. A un par de cuadras, el teatro Netzahualcoyotl, construido entre 1887 y 1891, es otro testigo de la riqueza que alguna vez llegó a las costas de Tlacotalpan, además de que sigue albergando conciertos de son y presentaciones de danzas típicas y ballet folklórico.
   Ninguna visita a Tlacotalpan está completa sin un acercamiento a su hijo más célebre: Agustín Lara. El famoso compositor nació en esta población y su antigua casa se conserva como un museo, (no confundir con la Casa de Cultura que también lleva su nombre y la cual también vale la pena visitar).

El teatro Netzahualcoyotl es un recinto conocido por sus presentaciones de sones y música folklórica veracruzana.

Finalmente, en el malecón de Tlacotalpan también es posible abordar una lancha y remontar el Papaloapan. Un trayecto que en el pasado fue hecho por los barcos y los piratas que llegaban a la ciudad, y que termina en la laguna de Alvarado, donde el famoso río llega a su fin, en su encuentro con el Golfo de México.

Cuándo ir

Además de su uso como vía de comunicación, el Papaloapan ha tenido una gran importancia espiritual y religiosa desde tiempos prehispánicos. Aunque su importancia comercial ha casi desaparecido, aún mantiene un gran peso simbólico como elemento identitario de todos los pueblos que se han establecido a sus orillas, y no hay mejor ocasión para ver esto que durante las fiestas de la Virgen de la Candelaria en Tlacotalpan. Siendo la patrona de la ciudad, las celebraciones se extienden por una semana entera, siendo el día principal el 2 de febrero, cuando la población de toda la región se reúne en la ciudad para acompañar a la virgen que, por única ocasión del año, sale de su templo para luego embarcarse y recorrer el río, acompañada por música y fuegos artificiales.

Procesión de la virgen de la Candelaria sobre el Papaloapan.

Cómo llegar

Para llegar a Tlacotalpan ya no es necesario hacerlo a bordo de un barco. La ciudad se encuentra a poco menos de hora y media de Boca del Río por carretera, por lo que incluso se puede realizar un day trip desde el puerto de Veracruz.

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