Poza Rica, Veracruz
Veracruz tiene muchos pueblos y ciudades dignos de explorarse. Entre ellos resalta Poza Rica. Para aficionados de la arquitectura prehispánica, este viaje es toda una aventura, pues aquí se ubican El Tajín, la ciudad prehispánica más importante de Veracruz, y el Castillo de Teayo,una imponente pirámide de 11.5 metros de altura, perteneciente a la cultura tolteca.
Hacer un recorrido por el centro –no sólo en Poza Rica, sino en cualquier lugar– es imperativo. Ahí, la parada obligada es el Palacio Municipal de Poza Rica, donde se encuentra un mural impresionante de Pablo O’Higgins, importante en la historia del muralismo por las técnicas que se emplearon para su realización.
En este viaje, vale la pena hospedarse en el hotel Azúcar, ubicado en la carretera Nautla-Poza Rica. Este sitio ofrece todo lo necesario para unos días de relajación total, a tan sólo unos minutos de los principales puntos de interés.
San Francisco, Nayarit
A 45 minutos de Puerto Vallarta se encuentra este pueblo, conocido también como San Pancho. Este pueblo es una opción perfecta para quienes buscan un concepto similar a Sayulita, pero sin su espíritu estadounidense característico.
Además de sus costumbres pueblerinas –es muy común, por ejemplo, encontrar gente andando a caballo–, lo que hace especial a San Pancho es su gastronomía. Abundan los puestos pescados y mariscos frescos, a precios bastante accesibles.
Por su oleaje, la playa de San Pancho es ideal para deportes de playa. Para quienes buscan agua, pero no buscan aventuras tan extremas como el surf, existen varios tours de pesca, tanto para principiantes como para pescadores experimentados.
San Sebastián del Oeste, Jalisco
Los amantes de la arquitectura colonial encontrarán en este pueblo mágico todo un viaje al pasado. Visitar las ex haciendas y pasear por las calles del lugar es razón suficiente para elegir este destino para terminar el año.
El highlight de San Sebastián del Oeste, sin embargo, no está en su arquitectura, sino en el mirador del Cerro de la Bufa, y sus impactantes vistas a la Bahía de Banderas, donde se encuentran las playas de Puerto Vallarta. El camino al mirador, con sus caminos de roble y sus caminos sinuosos, es el preámbulo perfecto para la majestuosidad que espera en la cima.
Cuatro Ciénegas, Coahuila
Este destino resalta por sus paisajes desérticos, en los que imperan las arenas blancas, las pozas azules y las montañas verticales. Al visitar Cuatro Ciénegas, es indispensable conocer las Dunas de Yeso, con sus “esculturas naturales”, siempre cambiantes por la erosión.
Para continuar el espectáculo visual, la Poza Azul robará la atención de más de un viajero por su increíble tonalidad de azul, ocasionada por un mineral color celeste que se encuentra en el agua.
Por lo inusual de las dunas, este es un viaje que asegura asombro para visitantes de todas las edades. Eso sí, todos deben ser amantes de los exteriores y la naturaleza.
Todos Santos, Baja California Sur
Entre sembradíos frutales y cactus, en Todos Santos se respiran el misticismo del new age y el espíritu surfer. Este pueblo mágico resalta por sus calles rústicas y sus galerías de arte, en las que se mezclan el arte tradicional mexicano y distintas corrientes extranjeras.
Para amantes de la arquitectura, Todos Santos resalta por sus casas de playa –casi todas habitadas por estadounidenses– en las que sofisticados conceptos minimalistas adquieren un toque único gracias a la mano de obra mexicana y los materiales típicos de la zona. Quedarse en una casa de éstas, es el mejor hospedaje.
Todos Santos es una opción ideal para quien busque una mezcla de cultura, relajación y deportes extremos, en compañía de impresionantes paisajes desérticos.
Santiago de Querétaro, Querétaro
Por su cercanía con la Ciudad de México, Santiago de Querétaro se ha posicionado como un destino de escapada recurrente entre los capitalinos.
Esta ciudad despliega un arquitectura repleta de ex conventos y casonas, que actualmente funcionan como restaurantes, hoteles y museos. Entre ellos resaltan la Plaza de Armas, el Teatro de la república, el templo de Santa Rosa de Viterbo.
Querétaro se considera el corazón vitivinícola de México, por lo que recorrer la ruta “Arte, Queso y Vino”, a una hora de la ciudad, es indispensable. Las paradas obligadas son Viñedos La Redonda, la Finca Sala Vivé by Freixenet y el Rancho San José María.
Ruta de la costa oaxaqueña, Oaxaca
El recorrido por las playas de Oaxaca es un viaje que todo mexicano debe hacer alguna vez en su vida. Comenzando en Huatulco y terminando en las lagunas de Chacahua, el recorrido ofrece paisajes y atardeceres paradisiacos en medio de lagunas, playas, manglares y un clima privilegiado.
Además de su belleza natural, la costa oaxaqueña tiene actividades para viajeros de todo tipo. En Huatulco se puede admirar el Mariposari Yee Lo Bee, así como conocer vestigios arqueológicos. También hay un campo de golf, ideal para descargar el estrés de la vida cotidiana.
En Puerto Escondido, en cambio, el surf es la actividad principal. Los principiantes querrán aprender en Carrizalillo, donde las olas son más tranquilas. Los surfistas experimentados pueden lanzarse a la aventura en las olas de Zicatela.
Villa de Santiago, Monterrey
Para quienes ubiquen Monterrey como un lugar gris e industrial, Villa de Santigo será una grata sorpresa. Abrigado por la Sierra de la Silla y la Sierra Madre Oriental, este Pueblo Mágico ofrece vistas espectaculares, tanto en las alturas como a nivel del piso.
El pueblo resalta por sus casas coloridas y sus abundantes galerías y tiendas de artesanías. Caminar por sus calles empedradas es en si mismo, una experiencia estética digna de sesiones de fotos interminables.
Sin embargo, el mayor atractivo de Villa de Santiago no está en la arquitectura, sino en la naturaleza. En el camino hacia Monterrey se encuentra la cascada Cola de Caballo, con una imponente caída de casi treinta metros de altura. En las cercanías se encuentra, también, la Cueva de los Murciélagos, de donde cada tarde, miles de murciélagos salen para alimentarse, creando, sin querer, un espectáculo imperdible.
San Miguel de Allende, Guanajuato
Este es uno de esos destinos que se ve hasta el cansancio en las guías turísticas. Sin embargo, con visitarlo una sola vez se entiende el porqué: en esta ciudad colonial siempre hay algo que hacer.
Reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, San Miguel de Allende es un paraíso para amantes del buen vivir, la cultura y la aventura.
Los aficionados de la historia del arte y la arquitectura deben visitar la Parroquia de San Miguel Arcángel y observar su compleja fachada neogótica. A 15 minutos del centro también está el Santuario de Jesús de Nazareno de Atotonilco, con unos murales sacros impresionantes. Para amantes de la historia, es importante saber que aquí fue donde Miguel Hidalgo tomó el estandarte que usó como bandera del ejército insurgente. Y si viajamos un poco más en la línea del tiempo, encontraremos la Cañada de la Virgen, un sitio prehispánico dedicado a la Luna, el Sol y Venus.
Para amantes de la naturaleza, el Charco del Ingenio es un jardín botánico imperdible por su colección de cactáceas. Y si viajan con niños, el Parque Benito Juárez y los Lavaderos del Chorro son ideales, pues tienen áreas de juegos y senderos escondidos, perfectos para recorrerse con pequeños exploradores, o bien, en pareja.
Maruata, Michoacán
De las playas michoacanas, ésta es de las más bonitas. Maruata no sólo sobresale por el impecable color azul de su mar y sus paisajes vírgenes, sino por su ambiente tranquilo y relajado. Maruata no es una playa para quienes buscan unas vacaciones de lujo y con todas las comodidades, sino para quienes quieren escaparse del mundo un rato, acampar y rodearse de naturaleza sin gastar una fortuna.