Frente a la crisis ocasionada por la propagación del coronavirus, numerosos países han tomado medidas preventivas, como hacer llamados a su población para que se queden en casa y no salgan a menos de que sea estrictamente necesario. Mientras que en México esta medida es opcional, aunque altamente recomendada, en ciudades de Francia, España e Italia las personas que salgan de sus hogares pueden llegar a ser sancionadas por las autoridades.

Las principales ciudades europeas se han transformando en inmensos pueblos fantasmas. Apenas hace pocas semanas estas urbes estaban llenas de personas en movimiento y ahora se han vaciado. Ante esto, las redes sociales se han volcado hacia el arte como una forma de dar esperanza a las personas, y se han creado ciertas iniciativas que pretenden concientizar a las personas acerca del duro momento que se vive.

Recientemente circularon, por ejemplo, algunos de los cuadros más emblemáticos de la humanidad sin sus protagonistas. Imaginen Las Meninas de Diego Velázquez o El jardín de las delicias de El Bosco sin un alma: el resultado son jardines desolados, banquetes sin comensales y templos sin ángeles. Este experimento nos muestra que la arquitectura y la naturaleza no se darán cuenta cuando hayamos desaparecido.

Cómo vaciar obras de arte

Cabe resaltar que aunque esta noción es por demás actual, se desarrolló originalmente entre 2007 y 2008, siendo idea del pintor y fotógrafo español José Manuel Ballester. Las piezas forman parte de la serie Espacios ocultosuna colección en la que el artista buscó darle protagonismo a aquellos elementos que se ubican en los planos secundarios de los cuadros.

arte sin personas

Arriba: José Manuel Ballester, El jardín deshabitado, 2007. Abajo: El Bosco, El jardín de las delicias, ca. 1515.

Para vaciar las obras, Ballester, quien recibió el Premio Nacional de Fotografía en 2010, buscó joyas del arte europeo, desde el gótico y el renacimiento italiano hasta el barroco neerlandés y el romanticismo español, que luego retocó digitalmente. El artista se esmeró no sólo en estudiar detalladamente sus paisajes y escenarios, sino que analizó el estilo, las pinceladas y el uso del color que cada artista imprimió en sus obras, para así apegarse a los cuadros originales lo más posible.

A continuación dejamos algunos cuadros: piezas que describen a la perfección la sensación de cuarentena que muchas personas sentimos estos días de pandemia.

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Izquierda: Johannes Vermeer, El arte de la pintura, 1666. Derecha: José Manuel Ballester, Estudio del artista, 2008.

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Arriba: José Manuel Ballester, El bosque italiano 3, 2008. Abajo: Sandro Boticelli, Escenas de La historia de Nastagio degli Onesti, ca. 1483.

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Izquierda: José Manuel Ballester, Lugar para una anunciación, 2007. Derecha: Fra Angélico, La Anunciación, ca. 1428.

Cuadros que no necesitan retoque para transmitir la soledad urbana

Contrario al trabajo de José Manuel Ballester, que sustrajo a las personas, el legado del pintor estadounidense Edward Hopper (1882-1967) no necesita de modificación alguna para mostrar paisajes desolados y sin personas. Uno de los artistas más reconocidos del realismo del siglo XX, Hopper centró sus dibujos en la soledad que puede generar el estilo de vida urbano en el siglo XX. Así, lugares púbicos como hoteles, bares o trenes con uno que otro personaje enajenado y solitario son los principales protagonistas de su obra.

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Edward Hopper, Office in a Small City, 1953. Foto: The Met.

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Edward Hopper, Western Motel, 1957.

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