La comida portuguesa puede pasar inadvertida para algunos, sin embargo en este lugar del mundo se pueden probar una colección de platillos exquisitos. Y es que Portugal se pueden encontrar desde recetas nacidas en la Edad Media, hasta una variedad de restaurantes con las creaciones contemporáneas más sofisticadas.
Este país, además de estar rodeado de paisajes y monumentos arquitectónicos fascinantes y ser el dueño casi exclusivo de la palabra “melancolía”, ofrece a sus visitantes la oportunidad de recorrerlo desde sus comidas más icónicas. En honor a todos los sabores, hemos creado una lista de lugares y platillos para probar la deliciosa gastronomía portuguesa.
Francesinha, de Oporto
Esta ciudad al norte de Portugal alberga una de las librerías más bellas del mundo. La Livraria Lello es el viaje a un laberinto de letras al más puro estilo modernista, con techos de madera minuciosamente labrados y detallados. Por otro lado, disfrutar del exterior de Oporto también vale la pena, pues se puede pasear por el malecón a lo largo del río Duero y apreciar las pintorescas casas con techos de teja.
Durante la caminata lo ideal es detenerse a comer uno de los platillos portugueses más populares: la francesinha. Aunque se sirve en todo el país, se inventó en Oporto en la década de los sesenta. Se trata de un sandwich relleno con varias capas de embutidos, carne y huevo y que se sirve cubierto de queso gratinado y una salsa picante a base de jitomate. Como complemento, se puede decorar con un huevo estrellado.
Alheira, de Mirandela
Mirandela es un pequeño pueblo ubicado en el corazón de la región de Trás-os-Montes, en la frontera norte con España. Esta región, mayormente rural y frondosa, se caracteriza por tener vastas áreas de recreación en montañas y ríos.
En esta región se cree que nacieron las alheiras, uno de los embutidos típicos de Portugal. Las alheiras son un equivalente al chorizo y están hechas de carne de pollo, cerdo, pan y paprika. Lo que las distingue de las demás carnes frías es su particular forma de herradura. Se acostumbra prepararlas ya sea fritas o asadas, y servirlas como plato fuerte acompañadas de papas, huevo o vegetales.
Açorda à alentejana, de Évora
En la región de Alentejo se encuentra la ciudad de Évora, su capital. El centro histórico de Évora es uno de los más antiguos de Europa y es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Caminar por las plazas y callejones empedrados de esta urbe-museo nos conduce a los tiempos del Imperio Romano, la época en que se fundó la ciudad. Una prueba de ello es el imponente Templo de Diana, erigido sobre columnas de granito o la catedral de piedra.
Pero las herencias de Évora no son solo arquitectónicas, sino que también gastronómicas. La açorda à alentejana es una sopa sencilla originaria de esta región y que ahora es un platillo nacional de Portugal. Se trata de un caldo donde se remojan trozos de pan duro, ajo, huevos pochados y hojas de cilantro.
Pastéis de Belém, de Lisboa
La capital portuguesa lo tiene todo. Su lado más cálido se refleja en la vida relajada y soleada de las playas cercanas, como Cascais, que dan al Atlántico. Históricamente hablando, sobre una colina se encuentra el Castillo de San Jorge, desde el cual se aprecian vistas espectaculares sobre los barrios más antiguos y típicos de Lisboa.
Otro atractivo histórico de la ciudad es el Monasterio de los Jerónimos de Belém. Bajo sus bellos techos góticos, las monjas de este convento crearon lo que hoy es el postre portugués por excelencia: el pastel de Belém. Bocadillos de hojaldre rellenos de crema dulce que se consiguen, bajo la receta original de hace 150 años, en la famosa Casa Pastéis de Belém, una cafetería ubicada frente convento.
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