Cambio de ruta: el caso del vuelo que no fue a ningún lado

Toda crisis genera grietas donde nacen nuevas ideas. Proyectos que buscan reinventarse ante la adversidad con iniciativas que tal vez perduren o que quizás sean momentáneas para lidiar contra una pandemia.

09 Oct 2020

Hablar del futuro de los viajes en una época en que el futuro cambia de un día a otro puede parecer improductivo. Aún así, con todas las limitantes a la libertad de tránsito y las dificultades que enfrentará la industria de los viajes durante y después de la pandemia, la gente sigue moviéndose de una ciudad a otra, de un país a otro, ya sea por necesidad, por trabajo o por gusto.

En Travesías queremos ayudar a estos viajeros a navegar en medio de la incertidumbre. Y también reconocer que toda crisis genera grietas de donde nacen nuevos caminos. En este caso iniciativas que buscan reinventarse ante la adversidad con iniciativas que tal vez perduren o que quizás sean momentáneas nuevos. Después de todo. si el mundo de los viajes está cambiando, ¿por qué no nosotros también?

El caso del vuelo que no fue a ningún lado

“Un vuelo que no va a ningún lado se vendió en 10 minutos” fue un titular que dio la vuelta al mundo hace unas semanas. Suecedió cuando la aerolínea australiana Qantas empezó a ofrecer el vuelo panorámico ‘Great Southern Land’, La idea era que los pasajeros despegaran en el aeropuerto de Sídney, para luego aterrizar en el mismo, siete horas después. 

Este tipo de viajes, nn realidad no son un vuelo que no lleva a ninguna parte, sino una experiencia para observar algunas de las principales atracciones naturales del país, tales como la Gran Barrera de Coral o el monolito sagrado de Uluru a través de las ventanillas del avión B787 Dreamliner, las más grandes en cualquier avión de pasajeros.

Una nueva manera de viajar

Es, también, un ejemplo de una nueva manera de viajar. Se puede ver como un síntoma de la situación por la que atravisa la industria. Por un lado están las aerolíneas que, en un contexto lleno de restricciones, buscan generar ingresos alternativos; por el otro, están los pasajeros ávidos de volver a vivir la experiencia de subirse a un avión. 

El de Australia no es el único ejemplo. La aerolínea japonesa ANA Airways organizó un vuelo panorámico de 90 minutos sobre Tokio En el Airbus A380, que se suelen ocupar para volar a Honolulu, desde el Aeropuerto Internacional de Narita. Como parte de la experiencia, a bordo del avión se vivió una atmósfera hawaiiana para hacer difusión de la ruta comercial que la aerolínea espera volver a recorrer pronto. Esto, aunado a la reciente noticia de que Japón ya empezó a recibir a turistas extranjeros, con una estancia mínima de tres meses, se siente como la antesala para los Juegos Olímpicos que se van a llevar a cabo en 2021, después de haber sido pospuestos por la pandemia.

Por su parte, la aerolínea taiwanesa Tigerair ofreció un vuelo panorámico que voló sobre la Isla de Jeju (Corea del Sur) y volvió a aterrizar en el mismo aeropuerto de donde despegó: Taipei. Éste fue vendido en tan sólo cuatro minutos. A diferencia de las primeras dos, esta estrategia no se trata únicamente de la experiencia; el costo de poco más de $230 dólares incluye un voucher de un viaje redondo a Corea del Sur que podrá ser canjeado en 2021, según reporta Reuters.

Al haber sido la primera región que sufrió los daños del coronavirus, Asia ha sido una de las más afectadas en temas de aviación. Según un reporte de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), se espera que las aerolíneas alcancen a perder hasta $84,3 mil millones de dólares en 2020 a nivel global. Los ingresos caerán un 50% a $419 mil millones, a comparación de los $838 mil millones en 2019. El mismo documento reporta que la demanda de boletos por parte de los pasajeros ha caído más del 50% en la región.

Hoy en día es posible ir al aeropuerto en México y subirse a un avión pero, las restricciones en cada país son distintas; lo que es cierto es que los países asiáticos han marcado el camino a seguir de muchos de los occidentales con respecto al COVID-19. ¿Será esta la siguiente tendencia que adoptemos?, ¿o sólo es una excentricidad que subsana el afán de subirse a un avión a toda cuesta?

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