Viajar en 2020 para… alejarse del mundo
A más de 9 000 kilómetros de París, esta isla autónoma francesa lo tiene todo y, al mismo tiempo, nada.
POR: Redacción Travesías
Mientras el sol comienza su lento camino al encuentro del océano Índico, la somnolienta capital de la isla de Reunión, Saint-Denis, retoma el pulso. Las oficinas cierran y los comercios, restaurantes y bares abren sus puertas. La avenida de París, que disecciona la ciudad entre el mar y las montañas, se parte en calles repletas de coloridas casas coloniales. En derredor, iglesias, mezquitas y templos hindúes parecen despertar de un largo letargo. Son casi las cinco de la tarde, ¿o acaso las seis? La verdad es que nadie lo sabe a ciencia cierta, porque aquí, en este pedacito de paraíso a mitad del hemisferio sur, la hora (y los relojes) poco importan.
“La Réunion est unique” (Reunión es única) reza uno de los varios anuncios con los que el gobierno de este territorio autónomo francés se promociona como destino; un eslogan que puede sonar vacuo, reiterativo o insulso, pero que en el caso de esta ínsula africana es plenamente cierto. Hay pocos lugares en el mundo con el encanto, la singularidad y la lejanía de Reunión.
A más de 9 000 kilómetros de la capital francesa —u 11 horas de vuelo—, la isla de origen volcánico parece, desde el aire, una esmeralda incrustada en medio de las idílicas aguas del océano Índico. “En verdad te sientes en el confín del mundo”, dice Jean-Christophe, un dicharachero mestizo (o créole) dedicado a la repostería fina, cuya familia lleva afincada en Reunión desde finales del siglo XIX.
Vainilla, tiburones blancos, cascadas, ron de caña, volcanes activos, playas vírgenes, pescado cocinado en hoja de plátano, ballenas jorobadas, montañismo, buceo, peleas de gallos, plantaciones de especias, centenarias canchas de tenis, retiros de yoga, rapel, música africana y pesca, Reunión lo tiene todo y al mismo tiempo no tiene nada, de turistas al menos. Fuera del puñado que llega en temporada alta desde la “metrópoli”, la isla francófona es uno de los destinos menos socorridos por un turismo de masas que poco a poco se ha ido apoderando de esta región, de las Maldivas a las Seychelles, pasando por la vecina isla de Mauricio y por las costas malgaches o mozambiqueñas.
Ya sea que pases tus días escalando entre vertiginosos acantilados e imponentes cataratas, explorando el Parque Nacional de Reunión —inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO— o su riquísima vida submarina, o enamorándote de su diversidad cultural, culinaria y étnica, Reunión no te decepcionará en lo absoluto. En una década en la que aislacionismos nacionalistas, protestas populares y regímenes demagogos amenazan con dar al traste con la paz mundial, y en la que el cambio climático y el turismo de masas amagan con destruir destinos ensoñadores, Reunión es el antídoto perfecto para escaparse de todo (señal de celular incluida) y de todos, así como para volverse a enamorar del viajar y descubrir.
Foto de portada: Getty
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