Es difícil elegir los destinos con mayor belleza natural en México. Pero, sin duda, Bacalar se encuentra entre los primeros lugares. La emblemática laguna, famosa por su agua dulce cristalina y sus diferentes tonos de azul, se sitúa al sur de Quintana Roo, muy cerca de la frontera con Belice. Este enorme cuerpo de agua, de unos 42 kilómetros cuadrados, es uno de los grandes tesoros del Caribe mexicano. Justamente está en el epicentro del circuito turístico de la región, no muy lejos de la Riviera Maya, Tulum, Cozumel, Mérida, Chichen Itzá y tantos otros prodigios que tiene la península mexicana.
La mejor manera de llegar es tomar un vuelo hacia Chetumal, la capital del estado, y luego en auto durante aproximadamente 40 minutos hasta el centro de Bacalar, en la ribera de la laguna. Una vez ahí, lo primero que se debe hacer esa admirar la calmada belleza del paisaje. La laguna está rodeada de manglares y es alimentada por un río subterráneo de 450 km, que forma parte del sistema de túneles y cuevas subacuáticos más grande del mundo a lo largo de la península de Yucatán.
Una de las primeras cosas que llama la atención del pueblo es la tranquilidad que se respira. Hay pocos locales comerciales grandes y casi todos pertenecen a comerciantes locales. La oferta gastronómica no es gigantesca, pero se puede comer bastante bien. Los hoteles son pequeños, con clubes de playa muy agradables que respetan todas las normas de cuidado del medio ambiente.
De hecho, desde hace tiempo se viene alertando sobre la fragilidad del ecosistema en Bacalar. El año pasado, la tormenta tropical Cristóbal hizo grandes estragos en la laguna. En junio llegaron las lluvias, que por lo general afectan ligeramente la zona. Sin embargo, un mes después de la tormenta, el agua cambió por completo de color. Primero se hizo verde y luego se tornó marrón. “En las primeras 48 horas, el lodo se apoderó del agua, en menos de una semana ya no había ninguno rastro del color azul”, cuenta Allison Keeley en un reportaje que publicó hace unos meses en la revista The New Yorker.
La mayoría de los habitantes de la zona sostiene que estos cambios son cíclicos y que pronto la laguna volverá a ser la misma. Pero hay grandes amenazas sobre su ecosistema que van más allá de las tormentas pasajeras. La primera de ellas es el aumento del turismo. Bacalar se ha convertido en un destino de enorme afluencia, con una gran cantidad de visitantes por año. En particular llegan visitantes de Europa. Esto ha hecho que cada vez se vean más lanchas recorriendo la laguna y a personas nadando en el agua. Los expertos sostienen que, si no se regula la cantidad de visitantes, Bacalar podría verse afectada para siempre.
“Bacalar como destino turístico ha recibido una mayor atención, pero carece de la planificación urbana necesaria, incluido el tratamiento de aguas residuales y las instalaciones sanitarias suficientes”, dijo la ecóloga Luisa Falcón a la BBC. Además de la fauna y la flora de la laguna, hay un elemento especialmente amenazado. Se trata de los estromatolitos, estructuras con forma de roca formadas por miles de microbios que filtran los minerales carbonatados. Estos organismos tienen un rango de edad que va de algunas décadas a más de 9,000 años, lo que significa que la población de estromatolitos de Bacalar constituye el organismo vivo más antiguo en la Tierra. Muchos de los visitantes de la laguna desconocen esto y los ponen en peligro. Caminan sobre ellos, los tocan o utilizan protectores solares que los matan de inmediato. También las ondas que generan los motores de las lanchas resultan mortíferas para ellos.
Por fortuna, cada vez hay más conciencia sobre la fragilidad del ecosistema. Los hoteleros, comerciantes y habitantes de la zona se han esforzados en educar a los viajeros y crear un ambiente seguro. Es el caso, por ejemplo, de Casa Hormiga. Se trata de un hotel ideado con la intención de estar en armonía absoluta con el entorno. Toda la construcción fue hecha con técnicas y materiales locales, y respetando los jardines naturales. El diseño es sorprendente, tanto así que los arquitectos lo concibieron basándose en el modelo de un hormiguero: lleno de pasillos y recovecos inesperados. Además de su sede en el centro del pueblo, el hotel ofrece el servicio de club de playa, perfecto para pasar la tarde con una vista fantástica de la laguna, una carta muy completa y buena música en vivo.
Otro de los imperdibles de Bacalar es Rancho Encantado. Se trata de uno de los hoteles más tradicionales de la zona, el cual abrió sus puertas hace casi 30 años. Sus nuevos propietarios se han encargado de darle una nueva cara a la propiedad, que también tiene una ubicación privilegiada. El hotel cuenta con un restaurante cuya carta tiene un excelente nivel. También ofrece clases de yoga y actividades acuáticas. Sin duda, los propietarios de Rancho Encantado son los mejores para quienes desean recorrer la zona. Sus guías ofrecen tours imperdibles. Puede ser una visita que incluya un recorrido en lancha por la laguna y otra al imponente Cenote Azul y al Fuerte de Bacalar, en el centro. Pero también se pueden agendar visitas a Mahahual, Kohunlich y Calakmul. Todas estas actividades, desde luego, son organizadas con absoluto respeto por las comunidades y zonas arqueológicas.
El pueblo y la laguna de Bacalar son un paraíso único e irrepetible. Cualquiera que visite la zona, así sea para una estadía breve, se puede dar cuenta de su riqueza natural y su ambiente especial. Pero, si no se respeta, en pocos años podría desaparecer. Es responsabilidad de todos cuidar y mantener este paraíso frágil.
Guía práctica: QUÉ HACER
Rentar un velero para recorrer la Laguna todo un día.
Comer en el restaurante de fusión Nixtamal.
Ir al club de playa La Playita para comer rico y descansar.
Organizar una excursión a la playa de Mahahual.
Probar las típicas marquesitas (hay en cada esquina en el centro.
Recorrer el centro en la tarde para ver El Fuerte.
Probar el sushi de Nao.
Nadar en el cenote azul.
Probar los pokes del food truck Lanai, en el centro.