Bienvenidos al escondite de la pandilla de Hollywood: el hotel Los Flamingos. 1950-1984. John Wayne, Johnny Weissmuller, Cary Grant, Fred McMurray, Red Skelton, Rex Allen, Bo Roos, Errol Flynn, Richard Widmark y amigos. Pintadas sobre un letrero blanco, estas palabras dan la bienvenida a los huéspedes. Enclavado en la cima del risco más alto de la bahía de Acapulco, Los Flamingos es un hotel que es tan antiguo como histórico (porque uno no es sinónimo de lo otro). La suya es una historia que va de la mano no sólo con la del puerto donde se encuentra, sino también con la época dorada de Hollywood y la de un hombre en especial: Johnny Weissmüller.
Tarzán en Acapulco
Nacido en 1904 en un pequeño poblado que en ese momento pertenecía al Imperio Austro-Húngaro, P. Johann Weißmüller se mudó a los Estados Unidos con su familia cuando tenía apenas siete meses de nacido. Afincados primero en Pensilvania y posteriormente en Chicago, Johnny comenzó a practicar natación y llegó a formar parte del equipo olímpico norteamericano, con quien compitió en los Juegos Olímpicos de París en 1924 y en los de Amsterdam en 1928. Además de obtener seis medallas olímpicas (cinco de oro), su carrera como nadador le granjeó un contrato como modelo y la oportunidad de hacer su primera aparición en una película al año siguiente. Sin embargo, el éxito llegaría un par de años después, cuando interpretó a Tarzan en el largometraje Tarzan the Ape Man de 1932. La producción fue un éxito en taquillas y, entre ese año y 1948, Weissmüller interpretaría a Tarzan en doce ocasiones.
Fue justamente en Tarzan and the Mermaids que la producción decidió filmar fuera de los Estados Unidos, en una locación mexicana cuya fama había subido como la espuma en aquella época: Acapulco. Para finales de la década de los 40, el puerto mexicano ya había consolidado su fama internacional: Rita Hayworth y Orson Welles habían grabado ahí varias escenas de La Dama de Shanghai el año anterior. Sus hoteles, como el Las Américas, el Casablanca, el Caleta y Los Flamingos, alojaban lo mismo a estrellas de cine que a miembros del jet set tanto mexicano como internacional. Fue precisamente El Flamingos el que cautivó al protagonista de Tarzán.
La grabación de la película llegó a su fin, pero el actor se volvió un visitante asiduo del puerto guerrerense. En 1954, él y sus amigos John Wayne, Red Skelton y Fred McMurray se decidieron a comprar el hotel. Fundado en los 1930, Los Flamingos estaba emplazado en lo alto de un risco de 137 metros de altura (el doble que el de La Quebrada) en la zona de Las Playas y ofrecía vistas insuperables no sólo al océano Pacífico y a la isla de Roqueta, sino incluso a Pie de la Cuesta y a la Barra de Coyuca. En 1937, el célebre diseñador Michael Van Beuren, egresado de la mítica Bauhaus, recibió uno de sus primero encargos en México para amueblar los bungalows del hotel.
El hotel de las estrellas de Hollywood
Los nuevos propietarios mandaron a construir 36 habitaciones, y rápidamente el hotel se convirtió en uno de los principales hot spots del boyante y exclusivo destino turístico. Algunas de las mejores fiestas de todo Acapulco (y quizá de todo México) se llevaron a cabo en sus instalaciones. La lista de invitados incluía lo mismo a otros actores de Hollywood que políticos y miembros de la realeza. Sin embargo, el ruido constante de las eternas fiestas era demasiado para Johny, por lo que el actor decidió entonces construirse una casa apartada del resto de las demás habitaciones. Para esta residencia, el actor se inspiró en las chozas que aparecían en sus películas de Tarzan y mandó a edificar una casa redonda, pues le habían dicho que así los espíritus malignos, que sólo pueden viajar en línea recta, no podrían entrar en ella.
El actor terminó por mudarse definitivamente a Acapulco y pasó los últimos 21 años de su vida en su amada Casa Redonda (también conocida como ‘la Casa de Tarzan’), hasta que finalmente falleció en 1984. El hotel fue entonces vendido por sus descendientes y hoy en día se mantiene en servicio. Un pasillo con fotos en blanco y negro de las celebridades que alguna vez se hospedaron aquí (varias incluso autografiadas) forman un pequeño salón de la fama que bien podría funcionar como un museo de la época dorada del puerto, mientras que el omnipresente color rosa de varios muros y de las colchonetas de los asientos en la recepción, evocan los colores tropicales del Acapulco de los años 50 y 60. La historia del hotel se extiende asimismo sobre la carta de su restaurante y del bar. Los Flamingos presume de ser el lugar donde se inventó, en 1935, el famoso ‘Coco Loco’, y cada jueves se sirve el que muchos consideran como el mejor pozole guerrerense de todo el puerto —un homenaje al platillo que fue el favorito del actor.
Los Flamingos hoy
Gracias a todo esto, Los Flamingos se mantiene como un popular destino turístico para los visitantes de Acapulco, y sus puertas están abiertas no sólo para sus huéspedes, sino para cualquier visitante que esté interesado en echar un vistazo a esos años dorados en los que Acapulco competía de tú a tú con la Riviera Francesa. Y aunque sus mejores años parecen haber quedado atrás, la brisa y la vista que hace más de siete décadas cautivaron a la pandilla de Hollywood, siguen estando ahí.
Aunque uno no sea huésped, es posible adquirir un ‘Day Pass’ que otorga acceso a las instalaciones del hotel (incluyendo piscina y jardines) entre 11 y 19h00.
Hotel Los Flamingos
Av. Adolfo López Mateos S/N
Las Playas. C.P. 39390
Acapulco, Guerrero. México