Entrevista con Fernando Pérez Castro
Platicamos con el fundador de La Lomita, una de las vinícolas más jóvenes y propositivas de Baja California.
POR: Redacción Travesías
La Lomita es un proyecto enológico joven, ¿qué destacas de lo que han logrado en estos poco más de cinco años?
La Lomita ha sido un proyecto, de entrada, muy exitoso, con una penetración formidable en el mercado para el poco tiempo que tiene. Es un proyecto que me ha permitido convertirme en una persona adulta y productiva. Desde que se fundó a la fecha, La Lomita se ha mantenido como parte de la vanguardia de la oferta en el Valle de Guadalupe. Eso nos tiene muy contentos.
¿Qué distingue a los vinos de la colección Singular?
Singular es el proyecto premium, de alta gama de la bodega. Lo que buscamos con Singular es tener un retrato de cada una de las añadas, por medio de una propuesta que no se repita. Cada una tiene una mezcla distinta y, en la mayor parte de los casos, varietales distintos, en función de una tarea de la que se hace cargo nuestro enólogo: es él quien elige los varietales que mejor se expresaron en el año, y con esto hacemos Singular. En esencia, es un vino itinerante que cambia no sólo de diseño enológico sino gráfico. De alguna manera, Singular es una etiqueta nueva todos los años.
¿Por qué nombrar Cursi a una de sus colecciones?
Procuramos que el vino tenga una relación directa con el diseño. En este caso, Cursi, nuestro vino rosado, tiene un color muy intenso. Nos recuerda la gama cromática que nos topamos el 14 de febrero. Se cree que el vino rosado es tomado por señoras o quinceañeras. A partir de esta percepción equivocada, se nos ocurrió darle la vuelta a esa idea y reírnos un poco de eso. Al final, es un vino que sí tiene aromas algo golosos, melosos, que tienen que ver con bombón, caramelo macizo, dulce de sandía… pero en boca es seco, elegante, fino y delicado. En La Lomita nos gusta jugar con los nombres, también nos gusta que éstos evoquen cosas. Cursi es un gran ejemplo.
Sus barricas son de primer uso, ¿qué características los distinguen de otras vinícolas?
En La Lomita, en un principio procuramos que todos nuestros vinos fueran elaborados con uva propia. Hemos crecido y esto nos ha obligado a que los vinos jóvenes sean producidos mitad con uva propia, mitad con fruto de otros productores. Nosotros especificamos en la etiqueta la procedencia de la uva, algo que no es tan común en el Valle de Guadalupe. El término Valle de Guadalupe se entiende como toda la zona productora de vino de Ensenada y es algo incorrecto.
Hay muchos valles dentro de Ensenada… En nuestras etiquetas somos muy específicos sobre la procedencia de la uva. En bodega, en 2009, teníamos una propuesta de vanguardia con respecto a la maquinaria: trabajamos completamente por medio de gravedad; hacemos selección de racimos, de grano, antes de hacer la molienda. Somos muy cuidadosos y limpios en todos los procesos.
Cosas que hace cinco o seis años eran vanguardia y hoy son parte de los usos y costumbres de las vinícolas que están haciendo buen vino en el Valle. Al final lo que nos distingue es ese ánimo de colaborar con gente distinta; quien establece las grandes diferencias entre una vinícola y otra corresponde a la gente que prueba los vinos.
¿Qué esperan de este año en Fevino?
Nos parece que FEVINO es la versión más depurada de lo que tendría que ser un festival de vino mexicano. Nos pone muy contentos porque somos parte del mismo movimiento, compartimos una misma generación y la gente que va a FEVINO normalmente es gente que habla, piensa, sueña y toma vinos igual que nosotros. La gente que consume vino mexicano es de nuestra edad –tal vez un poco mayores–, pero que habla el mismo idioma.
Como parte de la Asociación de Vinícolas El Porvenir, ¿qué le falta a la industria?
La industria del vino es de las pocas en las que el país está creciendo más de dos dígitos. La cuestión es no tanto el crecimiento sino mantener el control de la calidad de los vinos y que la gente conozca más el vino que consume. Más que un crecimiento en el consumo, pienso que en lo que tendríamos que enfocarnos es en un crecimiento de la cultura del vino.
De ahí la gran relevancia de eventos como FEVINO y también la responsabilidad de los productores de ser cada vez más abiertos, de hablar más de cómo elaboramos el vino y de dónde viene nuestra uva, con tal de que el vino no sea una moda, sino un hábito del consumidor mexicano. Si el vino está cada vez más en las mesas en donde comemos los mexicanos, de manera natural la industria va a crecer y de manera natural a los proyectos que hacen vino de calidad les irá mejor.
FEVINO 2015. Festival del Vino Mexicano. Guadalajara, 28 y 29 de noviembre.
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