Nos duele, sí, porque aunque no entendemos las razones que llevaron a Anthony Bourdain a tomar una decisión final, lo conocimos como un eterno viajero y amante de la gastronomía.
Los miembros de esta redacción estamos de acuerdo con que sus múltiples programas eran una eterna lección de las culturas del mundo, él las entendía y después se las comía. En homenaje a su trayectoria reunimos algunos de los momentos que disfrutamos a su lado y que nos llevaron a entender el mundo desde un punto de vista culinario.
Nos llevó a saber más de Chicago, de los sabores clásicos de esta ciudad, recordemos la pizza deep dish.
En Vietnam reveló uno de los lugares que lo hacían feliz: los bowls callejeros elaborados con una base de arroz y diversos ingredientes locales.
Nos demostró una forma muy singular de cocinar con hashish en Marruecos.
En Irán esquivó los mejores restaurantes y fue directo a las casas, donde preparan recetas muy arraigadas a su herencia culinaria.
No sólo fue a lugares exóticos, también en viajó a México y le presentó al mundo nuestros secretos gastronómicos, como cuando estuvo en Oaxaca para aprender sobre la cocina zapoteca.
– Y cuando se enamoró de La Guerrerense, en Ensenada, y platicó con doña Sabina.
Justo esta semana publicamos una nota anunciando que impartiría cursos en Islas Caiman, a los que cualquier viajero podía asistir. Ya no ocurrirán, descansa en paz.
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