El mercado culinario de San Miguel, en Madrid, sigue siendo el parámetro occidental de espacios gourmet. Sus ventajas incluyen no sólo una hermosa construcción hecha de hierro con más de 100 años de historia, sino la propia cocina española, una de las mejores del mundo y que en este sitio refleja el buen comer y beber de los españoles.
En México, un intento ha sido el Mercado Roma. Si bien está lejos en muchos sentidos de la versión madrileña, hace la labor de reunir diferentes estilos de comida para citadinos y visitantes que muchas veces no tienen el tiempo de acudir a otras ciudades y sus restaurantes emblemáticos.
Si la Ciudad de México es la capital culinaria nacional, San Miguel de Allende hace lo propio con el Mercado Centro (Codo 36), un espacio que apenas abrió a principios de año y que busca mostrar lo que hace distinguirse a esta ciudad.
El mercado reúne cerca de 30 locales, dentro de un espacio con un estilo que incluye pisos vintage y tonos en gris que le dan un aire sofisticado y urbano, sin dejar de mostrar los detalles que te dicen “esto es San Miguel”. Apenas a pocos pasos de la entrada principal hay un puesto de verduras orgánicas, que no necesariamente sugiere que los alimentos que se ofrecen son locales u orgánicos, pero sí que se trata de una lugar para comer un fin de semana, sin pretensiones de bon vivant.
La mayoría de los puestos pertenecen a lugares bien conocidos dentro de San Miguel, como Panio, sucursal de la panadería del restaurante Cumpanio, o Chiquita (de Casa Chiquita), una de las pizzerías más celebradas de la ciudad. La oferta no es tan grande pero sí muy variada, lo mismo hay un juice bar con smoothies que ofrecen el socorrido detox o uno energético, que los chocolates y churros de Kakaw.
Al fondo del mercado se ubican las mesas comunales y, justo a un lado, una barra con bebidas espirituosas y cervezas (tristemente sólo de Grupo Modelo) que bien puede fungir como abastecedora de precopeo o para acompañar las viandas. Esta zona está semirodeada de alcohol, pues frente a la mesas se ubica Urban Beer, para degustar unas costillas barbecue y, obvio, cerveza.
Pero lo ideal en cuanto a bebidas alcohólicas es probar una de las cuatro cervezas (o las cuatro) de Cervecería Allende, una fábrica de maltas artesanales que comienza a “inundar’ San Miguel. Cuestan 50 pesos y es posible probar la Brown Ale y la Golden de barril, aunque la más solicitada –y escasa– es la IPA.
Para una comida sustanciosa están Los Meatballs, el local de Cent’Anni con pizzas, pastas y una buena carta de vinos, o bien, las tapas y montados de Quesería de ti, sin mí.
Y aunque se extraña una barra de sushi, la taquería de mar Agua Mala o los gyros de Aphrodite (hay que probar el de cordero y ponerle su soberbia salsa de chile de árbol) son un fast food estupendo.
Mercado Centro se convertirá muy pronto en otro spot obligado que dará algunas buenas sorpresas.