En estas semanas en las que hay que bajar el ritmo y poner como prioridad a la salud, nuestra dinámica diaria ha cambiado radicalmente. Ahora, las casas se han convertido en espacios multifuncionales con nuevas responsabilidades que van más allá del habitar. En estas épocas de contingencia por coronavirus, nuestros hogares (con todo y el balcón) se han transformado en oficinas, cines, gimnasios y restaurantes temporales, pero también en nuestra conexión con el mundo.
Ante el encierro, las personas han usado en particular sus balcones para expresarse y conectarse. Estos espacios, cuya función es unir el interior con el exterior, se han transformado en un bocanada de aire fresco durante la contingencia, literalmente. Estos rincones —muchas veces olvidados— ahora son escenarios improvisados para dar conciertos, aplaudir al personal médico, organizar picnics, platicar con los vecinos o, simplemente, tener un momento de paz.
Espacios individuales y colectivos
Las posibilidades de los balcones son infinitas. En las últimas semanas, las personas los han usado paran hacer sesiones de jardinería, lectura y ejercicio. También hay quienes los han convertido en bares (de vino, cerveza o mezcal dependiendo el ánimo) y en salones de clase para tomar un curso y planear próximos viajes.
Y a pesar de todos los usos individuales que se les ha dado, quizá lo que más llama la atención es el valor colectivo que han demostrado tener en tiempos de encierro. El balcón se ha vuelto una herramienta para interrumpir la soledad y para mantener comunicadas a las personas con la calle y con sus vecinos.
El espíritu italiano
Con casi 184 mil contagios confirmados y más de 24 mil fallecimientos, no es ningún secreto que Italia sea uno de los países más afectados por la crisis del coronavirus. Desde el pasado nueve de marzo, los habitantes de este país se han enfrentado a una estricta cuarentena y para no sentir la enorme carga del encierro decidieron resolver la situación con el ánimo y la chispa que los caracteriza; fueron de los primeros en utilizar los balcones como símbolo de unión y resistencia.
Además de los mini conciertos y la entonación colectiva del himno nacional, los balcones italianos también fueron los pioneros del aplauso masivo a los trabajadores de la salud. Esta nueva tradición se ha mantenido vigente en ciudades como Nueva York, donde todos los días en punto de las 19:00 horas, los ciudadanos se unen en un aplauso para celebrar a los doctores, enfermeras, paramédicos y voluntarios que trabajan para controlar la pandemia.
Nuestros favoritos
La creatividad no tiene límites y en otros rincones del mundo se han creado otras iniciativas en los balcones, desde presentaciones de blues en Lavapiés hasta citas remotas en Brooklyn. Acá les dejamos algunas de las más originales hasta el momento:
Aunque todo el mundo está encerrado, la fiesta en Barcelona continúa y este edificio lo prueba.
Un mexicano promueve el fitness en Hamburgo.
Y esta residencia para adultos mayores en Burdeos no se queda atrás.
Una mujer en Sichuan organizó una batalla de baile con los vecinos del edificio de enfrente.
Por su parte, estas tenistas en Liguria mantienen el entrenamiento al día de terraza a terraza.
https://twitter.com/atptour/status/1251484608660557825
No sólo balcones
La convivencia no está limitada al formato balcón. Las ventanas, terrazas y azoteas también pueden ser ese pequeño rincón que, más allá de su función como límite entre el espacio público y el privado, puede llenarse de música, propuestas divertidas y buenos deseos.
Un recordatorio de la importancia de mirar hacia fuera y no dudar que vendrán tiempos mejores para todos.
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Foto de portada: Manuel Peris Tirado
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