Entrevistas

El arte del buen hacer: Daniel Espinosa

De la mano de Dominio Fournier, preparamos una serie de entrevistas con personajes que resaltan el valor del oficio artesanal.

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Para Dominio Fournier, una bodega pequeña con un estilo moderno de Ribera del Duero, cuando amas lo que haces, el resultado final merece la pena. Además, todo adquiere un valor aún más especial cuando el proceso es artesanal e involucra una gran atención al detalle.

Tomando lo anterior como punto de partida, elegimos tres personajes que ponen en práctica el valor del oficio artesanal y la importancia de hacer las cosas con amor en sus respectivas áreas. Perfeccionistas, apasionados y expertos en su campo que, día con día, se manejan con los mismo valores que forman parte del ADN de la marca.

El tercer entrevistado de esta serie es el creador de joyas Daniel Espinosa, quien en cada pieza y colección pone el mismo cuidado y esmero que caracterizan al proceso de elaboración vinícola de Dominio Fournier.

Daniel Espinosa: tradición y modernidad 

Desde hace más de 20 años, el diseñador mexicano Daniel Espinosa tiene la fortuna de poder dedicarse a su pasión desde niño: la joyería. Recientemente, platicamos con él acerca de su formación creativa, la importancia de su origen taxqueño, el proceso detrás de sus colecciones y su visión a futuro.

¿Cuándo y cómo te diste cuenta que querías dedicarte a lo que haces?

Mi relación con el mundo de la joyería estuvo presente desde la universidad a manera de hobby. Comencé a trabajar con los artesanos de Taxco y a, empíricamente, hacer una curaduría de las piezas que me gustaban. Cuando terminé la universidad tenía diferentes opciones de trabajo, pero decidí que mi siguiente paso era formalizar la pasión que sentía por las joyas.

Me mudé a Los Ángeles para estudiar diseño de joyería en el Gemological Institute of America, donde comienzo una formación fascinante para entender la importancia de las joyas a través de la historia del ser humano (y todo lo que representan). Complementé mi visión con estudios de historia del arte en Italia, moda en Holanda y marketing en Nueva York.

¿Cómo describirías tu trabajo en tres palabras?

Desenfadado, atemporal y apasionado.

¿Cuándo y cómo nació tu marca?

Mientras realizaba mis estudios no tenía muy claro qué era lo que iba a hacer con todo lo aprendido, pero sí tenía claro que estaba aprendiendo cosas que me apasionaban y que realmente disfrutaba. Cuando regresé a México lancé una primera colección (que no tuvo mi nombre); la vendí en un canal de ventas por televisión y la conductora me preguntó que por qué no utilizaba mi nombre. Le respondí que sinceramente no lo había pensado. Esta idea fue madurando en mí y unos meses después, en 1997, lancé la primera colección con el nombre de Daniel Espinosa.

¿Cómo es tu proceso creativo a la hora de iniciar una nueva colección?

Yo soy Taxqueño y paso mucho tiempo allá para poder trabajar con mis artesanos y en el taller (llamado Casa de Plata), que es un lugar que construimos hace tres años para poder transmitir mi pasión a los visitantes, quienes pueden conocer el proceso completo de diseño, manufactura y producción. Es un lugar precioso.

Si bien tengo mi estudio en casa, cada seis meses me voy entre 15 días y tres semanas a trabajar directamente con los artesanos. Vamos gestando juntos los prototipos de lo que será la siguiente colección primavera-verano, otoño-invierno y las que se cruzan en los entretiempos. De hecho, de los 60 o 70 prototipos que se generan, en realidad sólo tres o cuatro salen a la luz. Sin embargo, algo que aprendí de mis maestros en Holanda es que nunca hay que desechar una pieza, ya que si bien no funciona para una colección, eventualmente, en otra época o momento, podrá integrarse a otra. Así funciona el mundo del diseño.

Foto: cortesía Daniel Espinosa.

¿Tienes alguna colección favorita?

Sí, sin duda, y además lo digo con toda franqueza porque al final del día representa mucho para mí. Mientras estaba en Holanda, diseñé los primeros componentes que posteriormente formarían parte de mi colección favorita: Mexican Geometry. Cuando estudiaba allá me di cuenta del estilo que tienen los nórdicos para diseñar, y eso me puso a pensar en cómo podía transmitir lo que soy como mexicano (y amante de la arquitectura y el diseño interior) en joyería. Tome la idea de un cubo perfecto como eje principal de la colección, y es importante aclarar que aquella era una época de minimalismo total; las pasarelas se caminaban sin joyería o con piezas muy pequeñas.

Irónicamente, Mexican Geometry funcionó muy bien en Europa, pero no en México, ya que el país tenía una estética muy distinta y el minimalismo tardó mucho en llegar y paso un tanto desapercibido. Por ende, tuve que hacer algunas adaptaciones para que gustara en Latinoamérica. Creo que por eso es mi colección consentida, porque se creó en Europa pero cobró vida en México con sus respectivos ajustes.

¿Qué tan importante es la atención al detalle en tu trabajo?

Es extrema. Por ejemplo, un collar de la colección Mexican Geometry puede tener hasta 170 cubos, y cada uno involucra entre tres o cuatro horas de elaboración. Lo maravilloso de nuestras piezas es que todas son hechas a mano; no hay moldes ni proceso masivos de producción. Cada una tiene ese componente fantástico de lo hecho a mano y del cuidado al detalle. Siempre le digo a mi equipo: “no importa si tenemos que repetir algo una y otra vez, al final del día esa precisión es lo que habla de ustedes como artesanos y de mi como diseñador”. Definitivamente trabajamos buscando la más alta calidad en todo sentido y la pasión por el detalle.

¿Cuál ha sido el momento más satisfactorio de tu carrera?

Afortunadamente, he tenido muchos y muy variados, pero como creativo siempre es emocionante ver tus piezas en diferentes personalidades internacionales que le imprimen su propia personalidad. Ese eco, exposición y, en muchos casos, amistad, es muy bonito. Otro gran momento fue cuando abrí mi primera boutique, en Puebla, en el invierno de 1997. Fue una emoción enorme porque además, mis socias en ese momento, hoy siguen siendo amigas mías.

¿Qué sigue para Daniel Espinosa como creativo y como marca?

El 2020 y la situación provocada por la pandemia nos pegó terriblemente, porque es entendible que la joyería no es una necesidad básica para el ser humano. En lo personal a mi me ha hecho repensar dos cosas, una es que amo estar con mis clientes directamente, contarles historias y hacerles entender que hay un grupo de más de 200 artesanos detrás de nuestras piezas. Hoy en día esto no es posible, entonces ha sido un reto interesante conservar esta relación (tanto como es posible) por medio de los nuevos formatos digitales. La tecnología ha sido fundamental y, afortunadamente, nuestra boutique en línea crece de manera exponencial y podemos llegar a más personas. Ya no es necesario tener un espacio físico en Hong Kong para poder transmitir la belleza de una pieza y convertirte en una marca global.

Por otro lado, estos meses me han permitido un mayor acercamiento con todos los chicos que trabajan en la empresa. Un grupo de jóvenes entusiastas y conocedores de la tecnología de quienes he aprendido mucho. Me encanta sugerirles o plantearles una idea para que ellos la ejecuten. Sin duda es un momento difícil, pero tenemos la vista bien puesta en que todo debe continuar de una forma u otra.

Dominio Fournier: un homenaje a lo local

Daniel es un gran ejemplo de que, cuando amas lo que haces, el resultado final merece la pena. Si bien cuenta con una gran formación y visión internacional, es evidente que su visión creativa y la belleza de sus piezas tienen mucho que ver con su origen taxqueño. Así como las colecciones de Daniel Espinosa están fuertemente ligadas a la tradición platera de Taxco, los vinos de Dominio Fournier son un reflejo de la gran riqueza vinícola en la Ribera del Duero.

Foto: cortesía Dominio Fournier.

La finca de Dominio Fournier está dividida en 22 parcelas, lo que permite vendimiar, elaborar y envejecer por separado, resaltando las cualidades especificas de las uvas de acuerdo a su potencial y destino. Los viñedos de Dominio Fournier —situados en una terraza fluvial del río Duero— cuentan con suelos de gran capacidad de drenaje y un clima mediterráneo con cambios bruscos de temperatura entre estaciones, ideal para una viticultura de rendimientos cortos. El resultado: uvas de excelente color y estructura, concentradas y de gran calidad. Sin duda, las condiciones de estos viñedos moldean el carácter de los vinos de Dominio Fournier, los cuales ya están disponibles en México.

Foto: cortesía Dominio Fournier.

Más información en dominiofournier.com

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Foto de portada: Diego Berruecos y cortesía Dominio Fournier.

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