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Xochimilco, el rincón inesperado adonde migran las aves

México es el país de América que recibe el mayor número de especies migratorias, una mañana invernal al sur de la ciudad es el momento perfecto para ir a conocerlas.

POR: Paulina Figueroa

En la Cuenca de México habita una especie de ave por cada día del año: 365 especies en total, algunas que residen aquí, mientras que otras migran desde Alaska y Canadá para pasar el invierno o para hacer una pequeña escala en su camino hacia otros países, más al sur, en donde diciembre significa verano.

Abajo en la imagen, pato mexicano. Crédito: Paulina Figueroa.

365 aves habitan la ciudad pero en un día cualquiera solo vemos palomas, gorriones y tortolitas, las únicas que se han adaptado a la vida urbana y que se encuentran por banquetas, plazas o anidando debajo de puentes vehiculares. Para encontrar al resto de las aves que tienen su hogar en la ciudad es necesario un viaje a Xochimilco. 

Garza “dedos dorados”. Crédito: Paulina Figueroa.

Dividido por el Periférico, los humedales y canales de Xochimilco son aún el hogar de una gran cantidad de diferentes especies de aves: acuáticas, rapaces, de percha, migratorias, residentes y un largo etcétera. Todas encuentran su lugar en lo que queda de estos cuerpos de agua, que poco a poco son forzados a desaparecer para acomodar nuevos puentes y avenidas, más concreto, más vidrio.

Avistamientos en la ciudad

Dentro del Parque Ecológico de Xochimilco, iniciamos un recorrido acompañando a Mónica Yadeún de Antuñano, médico veterinario, educadora ambiental y creadora de Santuario de Aves, un proyecto que busca crear espacios dentro de la ciudad, en casas, patios y balcones, para todas las aves que habitan en ella.

Garza nocturna “corona negra”. Crédito: Paulina Figueroa.

Pocos minutos después de haber llegado y a escasos metros de Periférico Sur empezamos a encontrar aves de todos tamaños; un cardenalito brincado de rama en rama entre los árboles, una garceta de pie-dorado posada al borde de una trajinera medio hundida, y un halconcito colorado (el más pequeño de su especie) devorando una lagartija en lo más alto de un árbol.

Cardenalito. Crédito: Paulina Figueroa.

Para observar aves es fundamental llegar temprano, tener una guía impresa a la mano, un buen par de binoculares, y prestar mucha atención a todo lo que se mueva alrededor. Las aves pequeñas son expertas en esconderse y pasar desapercibidas, pero una vez que encuentras la primera se va haciendo más fácil ir encontrando a las demás. Es de gran ayuda que las aves de percha, también conocidas como paseriformes, tienden a tener colores brillantes: amarillos saturados, rojos intensos y azules que imitan el color del cielo.

Garceta morena. Crédito: Paulina Figueroa.

Es recomendable ir en grupo, mayor número de personas significan mayor número de ojos para detectar aves. También significa que pueden rentar una trajinera entre todos y buscar aves acuáticas como la garceta verde, el pedrete corona negra o garzas morenas. Las aves migratorias son visibles durante los meses invernales aunque es posible ir cualquier día del año y observar a las especies residentes de la zona.

Una experiencia completa

Fuera del Parque Ecológico hay puestos de comida que sirven quesadillas, gorditas, y fruta, también se encuentra el Mercado de Plantas de Cuemanco justo en frente. Sin embargo, la mejor opción para comer es hacer un picnic, escoger un lugar cerca del agua, debajo de un árbol, extender una cobija y tomar un descanso entre avistamientos. 

Garza morena. Crédito: Paulina Figueroa.

El Parque Ecológico Xochimilco es una versión muy curada y humana de una reserva natural, hay caminos para andar en bicicleta o patines, jardineras para polinizadores que ocupan espacios delimitados, un museo de sitio y mesas para comer. Para una versión más silvestre de este recorrido, se puede visitar la Ciénega Grande dentro del Parque Ecológico de Cuemanco, justo del otro lado del Periférico.

Pelícano zanate. Crédito: Paulina Figueroa.

365 aves viven en la Cuenca de México. Algunas son migratorias, otras son residentes, algunas polinizan, otras pescan, algunas tienen colores megasaturados, otras son más discretas. Todas tienen un lugar y un propósito. Al final de 5 horas de recorrido pudimos observar 20 especies diferentes, escuchamos cantos nuevos y reconocimos a los otros habitantes de la ciudad. Por ahora habitan un rincón muy limitado del que por siempre ha sido su hogar y por eso es importante conocerlas, para regresarles espacios dentro de las ciudades, cada parque, cada jardín, cada azotea cuenta.

 

 
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