Pese a que se construyó hace 400 años, y a que un ojo de agua la rodea, la iglesia de Quechula, en Chiapas, sigue prácticamente en pie. Esta misteriosa estructura antigua se asoma de vez en vez, cuando la sequía apremia.
Se trata de un santuario religioso edificado entre 1564 y 1606, que mide 61 metros de largo y unos 10 de altura. Cayó en el olvido cuando se construyó la Presa Nezahualcóyotl (1966) en el Río Grijalva, el segundo cauce más grande de México y cuyo objetivo es nutrir de energía eléctrica a distintas regiones del sur del país.
Una iglesia que aparece y desaparece
De acuerdo a investigadores, el recinto fue erigido por monjes dominicos en el siglo XVI, al norte de lo que hoy llamamos Chiapas. Se cree que Quechula fue abandonada en 1776 debido a una serie de plagas que afectaron a las comunidades aledañas. En su momento fue conocido como Templo de Santiago, santo patrono del pueblo zoque ahí asentado.
Cuando la sequía da paso al turismo
Al bajar los niveles de agua en la presa Malpaso, los locales se convierten en guías turísticos y con ayuda de pequeñas lanchas ofrecen paseos y avistamientos a Quechula. Esa construcción que impresiona por sus dimensiones y aparente fortaleza, y que hoy en día es refugio para patos, garzas y aves en general.
¿Qué más hacer?
Tecpatán –antiguo asentamiento Olmeca– es el municipio más cercano a Quechula. Además de alojamientos sencillos y muchas áreas verdes, los viajeros pueden acercarse a la gastronomía regional y probar el tradicional caldo de garbanzo con gallina, jocoques curtidos, carne de res con arroz, dulces de yuca y su famoso pozo blanco (una mezcla de cacao, agua y masa).
Para llegar a Quechula desde Tuxtla Gutiérrez son 107 kilómetros, o sea, dos horas y 43 minutos de recorrido por la carretera 190 rumbo a Copainalá y Tecpatán.
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Foto de portada: Santiago Arau.
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