Si observas de frente la Catedral Metropolitana, te darás cuenta que casi cada hora, en la torre izquierda del campanario, se asoman las cabezas de algunos turistas curiosos que admiran el paisaje. ¿Cómo llegaron ahí? Se registraron en los paseos que el mismo templo realiza para revelar su historia.
Desde allá arriba se alcanza a ver –en un día despejado– el domo de cobre del Palacio de los Deportes, algunos aviones que se perfilan a aterrizar en el aeropuerto y la Torre Latino. Para formar parte de estos recorridos (que cuestan $20 por persona) sólo debes llegar a una mesita que hay dentro de la Catedral, cruzando la entrada, del lado derecho (junto a la tiendita de rosarios). Ahí te indicarán el horario disponible. Empiezan todos los días a las 10:40 y terminan a las 18:00.
Además de caminar por el techo del recinto completo, los guías te cuentan la historia de las campanas: la más grande está dedicada a Santa María de Guadalupe y la más antigua a Santa María de la Asunción –fabricada en 1578. Incluso te enseñan a “la campana castigada”, que por 60 años dejó de repicar, ya que estuvo involucrada en la muerte de un campanero.
Lo cierto es que, entre el asombro del paisaje y esa locura por tomar todas las fotos posibles del momento, le prestas poca atención a las leyendas que te cuentan. Así que, bien vale la pena subir dos veces –una por las imágenes y otra por la historia–, si te atreves a pasar de nuevo los 70 oscuros y empinados escalones de piedra que te llevan a la cima.