Quintana Roo, Tulum

Así me sentí después de una semana de entrenar y comer saludable en medio de la selva

The Bootcamp de Sersana: un reto de disciplina que tiene como recompensa una sensación de bienestar que perdura.

POR: Luz Arredondo

Cada quien tiene sus razones. Una experta en yoga que quería probar algo distinto. Un hombre que quería sorprender a su esposa regalándole una experiencia en Tulum. Una escapada desde Ibiza para reencontrarse con viejos amigos. Un viaje de Miami a la Riviera Maya para vivir una semana intensa y de desconexión. Así, coincidimos todos en The Bootcamp de Sersana, en Wakax Hacienda. Algunos ya tenían un historial en programas como éste y, para otros, era su primera experiencia de una semana intensa de ejercicio, comida sana, relajación y buenas conversaciones en medio de la selva.

Fotos: Camilo Christen

La inspiración 

Lety Román y Ana Jimena Ramírez fundaron Sersana a partir de los bootcamps. Lety, bailarina de Nueva York con toda la energía, se dedicaba a hacer entrenamientos personales y organizar estas escapadas de bienestar. Ana Jimena, politóloga y amante del ejercicio, tenía la idea de fundar una plataforma de wellbeing. De este afortunado encuentro nació Sersana hace casi una década, un proyecto con mucho corazón que transmite energía y entusiasmo para sentirse bien en comunidad. Sersana Method es un entrenamiento funcional para trabajar el cuerpo de manera inteligente, progresiva, segura y efectiva. Una filosofía que busca fortalecer y crear una comunidad de gente más sana y feliz.

Fotos: Camilo Christen

El crecimiento de Sersana fue enorme a inicios de la pandemia, porque se les ocurrió la idea de hacer Instagram lives con clases gratuitas diarias y también lanzar una plataforma de ejercicio online. Todos estábamos tan asustados por el virus que las clases fueron un respiro lleno de motivación y establecieron una comunidad grande.

El venue

El año pasado me contaron que había una propiedad increíble en Tulum: Wakax Hacienda. Decidí darme una vuelta para conocerla porque no podía creer que existiera lo que me platicaban. Tomé un avión a Cancún un fin de semana y llegué a Tulum por carretera. De entrada, para llegar hay que saber el kilómetro exacto donde dar la vuelta porque no hay letrero. Allí empieza la magia. Esta propiedad se fue construyendo con todo el cariño. Nació como una idea de hacer unas cabañas junto a una laguna y evolucionó a una hacienda yucateca de 50 habitaciones en medio de la selva, con palacio municipal, casa del patrón, pueblito maya y hasta cementerio.

Fotos: Camilo Christen

Esta propiedad es algo muy especial y lo platiqué con Ana Jimena, de Sersana. Sería increíble hacer un bootcamp de una semana allí. Es una locación perfecta, con unas palapas enormes donde se puede hacer el programa con la mejor vista y hay una cantidad enorme de espacios para experiencias alucinantes. Después de muchos meses de planear la alianza Sersana, Wakax y Travesías, llegó el primer día. Última semana de febrero: el primer grupo en la propiedad que se quedaba durante una semana, con más de 30 invitados que venían de todo el mundo para entrenar y hacer comunidad.

El bootcamp 

Arrancamos con una cena de bienvenida durante la cual se explicó el programa entero. Es intenso, extremo, retador. Es una semana de entrenar en equipo con un grupo de gente motivada y dispuesta a llevar su cuerpo al límite para cambiar su futuro.

Meditación a las 6:30 de la mañana para fortalecer la voluntad y el espíritu. Una activación con caminata de 3.5 kilómetros para activar el metabolismo antes de desayunar. Después, dos clases de Sersana Body Method o Station 4, los programas insignia de Sersana. Unas horas de descanso para disfrutar la hacienda y relajar los músculos. En la tarde, una clase más, estirar y cena temprano. Así durante cinco días completos y un cachito del último.

Fotos: Camilo Christen

Los senderos para descubrir la propiedad son interminables. Se puede andar en bici de un lugar a otro; hay cenotes sólo para los huéspedes, un río submarino y una laguna de un tono verde que es una delicia para nadar o hacer paddle board o kayak. Hay varias albercas cerca de las habitaciones, que son villas de muy buen tamaño y con la construcción típica de las haciendas yucatecas. Techos altísimos, chukum (un acabado típico maya) en los muros, camas altas, vestidores y baños muy espaciosos. Aquí el lujo no está en la ostentación, sino en el cuidado minucioso de toda la hacienda a mano, con mucho cariño y un buen gusto que merece aplausos. Es el verdadero privilegio de estar en la selva nadando en cenotes privados o en un río subterráneo, una de las mejores experiencias para conocer de primera mano el acuífero maya.

La gente en Wakax (que significa “vaca” en maya) es encantadora. Gonzalo Galán es el experto en recorrer el río subterráneo y ama su trabajo. Puede enseñar cada uno de los rincones de su cueva, que es su oficina. Estalactitas, estalagmitas, corales fosilizados, muchos murciélagos que revolotean mientras se nada en el río con casco y salvavidas. Hasta nombre le puso a un cuyo, que se asoma desde un huequito de una de las cuevas.

La hacienda tiene una entrada al gran acuífero maya, un río subterráneo interconectado de 420 kilómetros. El recorrido es muy emocionante gracias a la plática de Gonzo. De repente pide que todos apaguen sus linternas. Es momento de vivir la obscuridad total. Negro profundo por algunos segundos. Un poco angustiante, pero genial.

Martha trabaja con el equipo de meseros. Con todo cuidado ve que cada mañana tengamos listo el desayuno. “Yo fui gimnasta de joven”, me cuenta. Estuvo en el Comité Olímpico Mexicano y entiende perfectamente lo que es entrenar fuerte, como lo estamos haciendo en esta semana.

Fotos: Camilo Christen

La comida fue sana, deliciosa y nutritiva. El chef del hotel, Jesús Manuel Martínez, que ha trabajado con los grandes cocineros mexicanos, hizo una colaboración con una bootcamper cocinera. Paty Zanella es una brasileña apasionada de la cultura alimentaria: vegetariano, vegano, carnívoro o macrobiótico, todo lo que sea comida de verdad, con ingredientes de calidad. Algunos platillos fueron ensaladas con aderezos que sorprenden, yaca con nuez de la India, salpicón de marlín, hummus de betabel, ceviche turco y esmedregal al curry. Un aprendizaje de que se puede comer rico y sano al mismo tiempo.

De repente, en un abrir y cerrar de ojos, llegó el sábado y se acabó la semana. Más de 20 horas de ejercicio, 108 saludos al sol en la última clase de yoga, cinco meditaciones al amanecer, una cantidad de pláticas enriquecedoras y nuevas amistades.

Las palabras de cierre son difíciles, no queremos que se acabe nuestro pedacito de paraíso en el que todos nos impulsamos para ser mejores y demostrar que sí se puede dar un poquito más, que sí se puede comer rico y saludable, que una buena conversación es el mejor regalo, que conocer gente nueva es posible y que formar una comunidad es lo que nos ayuda a ser mejores.

Fue un reto grande terminar esta semana con una enseñanza profunda de constancia, comunidad, disciplina y voluntad. También fue un gran privilegio vivir en una hacienda en medio de la selva con gente que es puro corazón.

 
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