Hoy en día, existen pocas empresas que se sienten tan familiares, inclusivas y honestas como Ánfora. Fundada en 1920, Ánfora celebra su primer centenario como líder de las creaciones artesanales que, igual se encuentran en la casa de nuestras abuelas que en los mejores restaurantes del mundo.
Llegar a 100 años no es poca cosa, y para Ánfora, la fórmula del éxito está en saber diversificarse y probar que el diseño mexicano es sinónimo de calidad. Platicamos con Hans Kritzler, Director de Ánfora, acerca de los momentos más importantes en la historia de la empresa, la capacidad que han tenido para adaptarse a los nuevos mercados y la expectativa ante un futuro retador para todos.
Han llegado al selecto club de los 100 años, ¿cómo se sienten con este logro?
Sentimos mucha alegría y humildad. Es un privilegio llegar a los 100 años y creo que son muy pocas las empresas que han enfrentado tantas crisis como Ánfora. Abrir una fábrica de porcelana justo después de la Revolución Mexicana parecía una idea de locos, y hemos pasado por muchas cosas para llegar hasta este punto.
¿Cuál ha sido la clave para mantenerse vigentes tantos años?
Definitivamente cada etapa ha tenido sus retos y los gustos del público han cambiado. Creo que se necesita una muy buena dosis de cuestionar lo que haces, saber escuchar al mercado y entender sus nuevas necesidades. En Ánfora pasamos del “somos una empresa que hace platos” a entender que somos una empresa que está sobre las mesas mexicanas y une a las familias (y el concepto de familia también ha cambiado).
¿Cómo ha cambiado con el tiempo el concepto de diseño para ustedes?
La idea del clásico plato blanco para servir comida ha cambiado bestialmente. En nuestro caso, la transformación se ha dado por dos caminos. Por una parte, volver a un diseño más honesto y genuino; dar un paso atrás y enfocarnos en lo natural, con colores tierra y barnices reactivos para crear piezas perfectamente imperfectas, con carácter. Por otra parte, hemos buscado alianzas con jóvenes artistas mexicanos —como Alonso Cantú o Ariel Rojo— que empujan los limites del diseño en piezas funcionales, como una vajilla. Definitivo traen a la mesa una visión muy diferente de lo que antes era ese simple plato blanco.
¿Cuáles han sido los momentos clave en su historia?
La Segunda Guerra Mundial cambió la composición de la fábrica y la hizo 100% mexicana. Después de la guerra, la economía y las familias crecieron, asó que Ánfora llegó a estar en 90% de las casas mexicanas. El otro momento fue en 1989, cuando se abrieron las fronteras de México al mundo y llegaron productos de otros lados. De ocho fábricas que existían en México, solo sobrevivió Ánfora. La competencia fue bestial y nos llevó a unirnos más al mundo de la gastronomía y la exportación. Nos revolucionó internamente.
¿Nos pueden compartir un dato curioso sobre Ánfora?
Creo que Ánfora es un gran ejemplo del orgullo que debemos sentir por los productos bien hechos en México, algo que muchas veces no valoramos. La vajilla Ánfora Puebla, por ejemplo, ha sido el best seller en todos los mercados en donde está Pottery Barn. Tenemos muchísimas presencia internacional, no solo en tiendas, también en ferias y restaurantes top, como Atla y Cosme.
¿Tus piezas favoritas de Ánfora?
Una es la vajilla Puebla, por todo lo que representa y porque está 100% pintada a mano. La otra es la vajilla que hicimos en colaboración con Rocca Luis César, en rosa mate, tonos ocre y unas figuras pseudo humanas muy en su estilo. Cada pieza es diferente y representa una nueva generación de lo que hacemos. La pueden encontrar en Ánfora Studio.
Ánfora en tres palabras
Símbolos de familia. Para mi, el “ser la vajilla de la abuela” es algo positivo; es acordarse de las comidas de los domingos, de estar todos juntos en una mesa llena de historias.
Estamos viviendo una situación complicada a nivel mundial, ¿cómo afrontará la empresa la nueva realidad post coronavirus?
Creo que como toda crisis, nos va a pegar, pero vamos a salir adelante y nuestra historia lo prueba. Creo que tenemos que volver al hogar, al valor de la casa y el poder disfrutar las cosas buenas que uno tiene. Queremos llevar la experiencia de un buen restaurante o un hotel a casa; invitar al cliente a sacar esa vajilla que guardamos para una ocasión especial y abrir el mejor vino o mezcal que tenga. También le estamos apostando a las plataformas digitales, a poder interactuar directo con el cliente. En redes sociales, sobretodo Instagram, estamos creciendo muchísimo.
Fotos: cortesía Ánfora.
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