Guerrero, México, Micrositio Mexico, Secretos, Sur, Taxco

Nostalgia moderna en Taxco

Taxco es uno de esos destinos donde el pasado y el presente se entrelazan

POR: Ana Elena Mallet

Cortesía: Michele Michel.

Taxco sigue siendo una ciudad encantadora. Su herencia colonial, la maravillosa parroquia de Santa Prisca, sus calles empedradas y las reminiscencias de la platería son parte de su atractivo. Su legado moderno —latente y potente— continúa vivo a pesar de las incontables crisis de seguridad que ha enfrentado en las últimas décadas. Taxco es uno de esos destinos donde el pasado y el presente se entrelazan, dialogan y nos permiten acariciar otros tiempos, aquellos cuando la creatividad y el diseño eran la esencia de todo y México fue moderno.

Desde 1940 esta ciudad colonial se convirtió en un destino obligado para llegar al puerto de Acapulco. El trayecto a la costa era largo y tedioso, así que los viajeros apostaban por dormir aquí, pues gracias al trabajo del diseñador y platero William Spratling, este lugar había ganado fama. Además de la forzosa visita a Santa Prisca estaban las elegantes joyerías y tiendas de artesanías que ofrecían un universo infinito. Spratling, Los Castillo y Antonio Pineda eran los nombres principales de la joyería y la orfebrería; Tachi Castillo era sinónimo de moda asociada a lo rural con toques bohemios y gran estilo. En los años sesenta sus piezas se vendían en Taxco, pero también en la boutique de Fred Leighton, en el Greenwich Village de Nueva York.

Antigua tienda de la diseñadora Tachi Castillo. Foto: cortesía Michele Michel

Felix Tissot ofrecía vajillas modernas y el Bar Berta —donde en los años treinta se originó una singular bebida de miel de abeja, limón, tequila blanco y agua mineral llamada La Berta— fue lugar de reunión de escritores, diseñadores y paseantes, mientras que el Bar Paco deleitó a los más distinguidos paladares. En este rico contexto llegaron los grandes —y no tan grandes— hoteles; muchos de ellos aún se mantienen como mudos testigos de tiempos mejores.

Taxco es uno de esos destinos donde el pasado y el presente se entrelazan, dialogan y nos permiten acariciar otros tiempos.

El hotel Posada de la Misión se inauguró en 1940 en el cerro de la Misión, a la entrada de Taxco, y se posicionó como un gran ejemplo de arquitectura regional. En 1955, la familia Razo Amézaga, dueña del hotel, invitó al arquitecto y pintor Juan O’Gorman a realizar un proyecto mural en la zona de la piscina. Luego de la tremenda experiencia que había adquirido al hacer la Biblioteca Nacional de Ciudad Universitaria, O’Gorman aceptó el reto y concibió una pieza en mosaico de piedra de colores en honor a Cuauhtémoc, último tlatoani mexica, la cual fue realizada por un grupo de artesanos. La obra —firmada por O’Gorman y los artesanos guerrerenses como coautores— está en perfecto estado y aún se puede disfrutar al calor del sol taxqueño y una deliciosa margarita.

En la zona de la alberca del hotel Posada de la Misión se encuentra el mural de Juan O’Gorman. Foto: Archivo

Los Arcos es otro rincón del modernismo de la región que, además, revela las capas de historia de la propia ciudad. En una construcción de 1572 con un puro estilo colonial, el exitoso platero Antonio Castillo decidió edificar un hotel para recibir clientes, amigos y visitantes en los años cincuenta. Un original bar rojo con música en vivo era una de las grandes atracciones en los inicios, además del mobiliario diseñado por los hermanos Castillo y algunas piezas de Pepe Mendoza. Hoy, el hotel sigue siendo administrado por la familia Castillo y conserva parte de su encanto. El bar rojo se movió al patio central y cuadros del pintor tapatío J.M. Servín —que pasó una buena temporada en Taxco en los años cuarenta— adornan las paredes de varias de las habitaciones.

Apenas a una cuadra de Los Arcos se encuentra Mi Casita, que no fue originalmente un hotel, sino la casa particular de la diseñadora de moda Tachi Castillo. Hace unos años, su nieta Michele Michel decidió convertirla en un sencillo hotel que conserva los mismos muebles y elementos de los tiempos de Tachi, por lo que su espíritu se percibe continuamente. Lámparas de Héctor Aguilar, otro destacado diseñador de aquellos años; butacas de Spratling y piezas de Jorge Wilmot, el dotado ceramista de Tonalá y gran amigo de Tachi, conforman el menaje de este lugar, ubicado justo en la parte alta de lo que fuera la gran tienda de los Castillo (hoy un centro platero).

 

Hotel Mi Casita. Foto: cortesía Michele Michel

 

Hotel Posada de la Misión

Personaje clave

En 1955, la familia Razo Amézaga invitó al artista y arquitecto mexicano Juan O’Gorman para crear un proyecto arquitectónico en el área exterior del inmueble.

Una habitación

El cuarto número 236, o bien la habitación Acapulco, se encuentra en lo más alto del edificio Guerrero y tiene una vista panorámica a las iglesias de Taxco, entre ellas Santa Prisca. Además, tiene chimenea para los meses de frío.

Espacio público

Sobre todo en verano, vale la pena asolearse en la alberca. Esta se encuentra en la parte baja de las instalaciones y cuenta con camastros y sombrillas para los huéspedes.

Detalle

La pared principal de la terraza de la piscina se puede admirar el mural Cuauhtémoc, realizado por Juan O’Gorman, el cual hace un homenaje al gobernante mexica.

 

Foto: Hotel Posada de la Misión.

Los Arcos

Personaje clave

El platero Antonio Castillo fue quien visualizó este hotel, inicialmente construido para recibir clientes y amigos.

Una habitación

Todos los cuartos están decorados de manera diferente y tienen personalidad única. Una de las más espaciosas es Los Jumiles, la cual cuenta con una cama king size y decoración popular.

Espacio público

Vale la pena pasear y relajarse en el magnífico patio español, en el cual también hay una fuente que data del siglo XVI.

Detalle

La disposición del hotel, desde las habitaciones hasta los barandales y áreas comunes, fueron diseñadas en 1572 y construidas al más puro estilo colonial.

Foto: Hotel Los Arcos.

Mi Casita

Personaje clave

Tachi Castillo, la célebre diseñadora de modas mexicana –creadora del mexican wedding dress–, habitó en este espacio durante varias décadas.

Una habitación

El Estudio, la número 8, se encuentra en en la planta superior y tiene una agradable terraza privada, lo que la convierte en un mirador perfecto hacia los tejados del pueblo y el templo de Santa Prisca.

El Estudio. Foto: Hotel Mi Casita.

Detalle

En los distintos espacios del hotel se puede notar la historia residencial del sitio, pues la decoración y objetos de diseño –hay que prestar especial atención a las lámparas y a las butacas– forman parte del mobiliario original.

Algo imprescindible

Salir a dar un paseo por los callejones aledaños del hotel, sobre todo los viernes y sábados; nada mejor que disfrutar de un mezcal mientras el espacio se llena de música de mariachis.

Foto de portada: cortesía Michele Michel

 
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