En 1975 un grupo de científicos canadienses se dedicó a pegar estampitas en las alas de mariposas monarca en Canadá con el fin de saber por qué desaparecían durante el invierno. Años después, y ayudándose de la ciencia ciudadana, lograron dar con el hogar invernal de las monarca.
Cada año las mariposas vuelan 4,500 km hasta los bosque de México. Un suceso que para los Mazahuas estaba relacionado con el Sol y la agricultura y que significa la migración de insectos más grande del mundo.
Gracias a ese estudio, se determinó la zona que ahora compone la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, la cual fue declarada área natural protegida en el año 2000. De los 8 puntos que componen la Reserva, sólo cuatro están abiertos al público: La Mesa y El Capulín en el Estado de México, y Sierra Chincua y El Rosario en Michoacán.
El santuario
El Rosario se encuentra a tan sólo tres horas de la Ciudad de México y es la zona donde se concentra la mayor población, albergando al 40% de las mariposas que migran al país.
De octubre a marzo, millones de monarcas (“xepje” en mazahua) llegan a los bosque de oyamel, pino y cedro, los cuales proveen el microclima ideal para que hibernen durante cinco meses. Al bajar la temperatura, se acomodan por miles en las ramas hasta formar grupos grandes que, si no se presta atención pueden confundirse por hojas secas. Ahí se quedan, inmóviles, hasta que les da el sol y despierten.
Al tiempo que las mariposas llegan de Canadá, grandes grupos de viajeros nacionales y extranjeros, llegan al bosque para verlas revolotear por el cielo. A partir de las 9 am, los visitantes suben la montaña, unos con mayor dificultad que otros, siguen el sendero y llegan a un pequeño claro entre los árboles en donde grupos de voluntarias cuidan que se mantengan dentro del área establecida, no toquen a las mariposas que están en el piso y que, sobre todo, guarden silencio.
Dentro del claro, los viajeros aguardan hasta que el sol salga y caliente a las mariposas lo suficiente para despertarlas, desentumirlas y que comiencen a volar por todas partes, buscando aparearse.
Mariposa technicolor
Algunas mariposas se desprenden lenta e individualmente, pero de vez en cuando se despiertan en grupo, provocando en el cielo silenciosas explosiones naranjas y expresiones de asombro entre las turistas, rompiendo el silencio momentáneamente hasta que un “shhh” colectivo vuelve a instaurarlo y todas regresen a admirar el espectáculo sobre sus cabezas.
Es importante tratar de llegar temprano, para encontrar dónde estacionar y subir al ritmo propio, sin prisas, y una manera de asegurar estar a primera hora es la de llegar una noche antes. Rancho Cumbre Monarca, se encuentra a 10 minutos y está operado por gente de comunidades cercanas a la Reserva. Otra buena opción es la visitar entre semana y así evitar los grandes grupos de turistas del fin de semana.
A la entrada del parque hay diferentes puestos de comida para cargar energías, tomar atole o un café de olla antes de iniciar el camino hacia arriba y para refrescarse o comprar artesanías al bajar de la montaña. También se puede visitar Angangeo, ubicado a 30 minutos de El Rosario y en donde cada febrero se celebra el Festival de la Mariposa Monarca.
La Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca también es hogar de una gran diversidad de flora y fauna endémica, silvestre y única en el mundo. Lamentablemente, hay factores que atentan contra el bosque, como la tala clandestina y el turismo desorganizado. Es por esto que es importante conocer el contexto de los lugares a donde viajamos, respetar los caminos marcados, evitar subir a caballo para prevenir la erosión del suelo y siempre buscar la forma de beneficiar a las comunidades locales, así como reportar cualquier mal uso a la Profepa.