Teotihuacán, la ciudad prehispánica que se construyó para quedar alineada con las estrellas
La arqueoastronomía es la rama de la ciencia que se dedica a encontrar influencias del cielo en el diseño de las ciudades antiguas.
POR: Paola Gerez Levy
Poco se sabe genuinamente sobre Teotihuacán, de hecho lo que se conoce sobre esta ciudad es, a grandes rasgos, una interpretación de lo que estudiaron los aztecas. Sabemos por ejemplo que, en términos de cultura y comercio, fue una de las urbes precolombinas más importantes de toda Mesoamérica; para el siglo VI (cien años antes de su abandono) llegó a albergar entre 125 y 200 mil habitantes, lo que la convierte en la primera metrópolis de la región. Pero fuera de este conocimiento, prevalece aún una incógnita sobre cómo se construyeron las famosas pirámides
Los expertos en arqueoastronomía, esa rama de la ciencia que estudia la relación de los astros con la edificación de estructuras antiguas, creen firmemente que el plan urbano de Teotihuacán se trazó siguiendo algunos patrones celestes. Así como existe una correlación entre la posición de Orión con las tres pirámides más grandes de Giza, en Teotihuacán la guía fue el Sol y las Pléyades, el cúmulo estelar más cercano a la Tierra.
El Sol y Teotihuacán
Quizá lo más interesante de la alineación astronómica del Lugar donde fueron creados los dioses se ve en la escalinata de la Pirámide del Sol, la más alta del sitio. Dichos peldaños están orientados hacia el noroeste, en dirección al sitio preciso en el que las Pléyades desaparecen sobre el horizonte nocturno, así como hacia las coordenadas sobre las que el Sol se oculta el día del solsticio de verano.
Daniel Flores Gutiérrez, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, resalta por su parte una coincidencia que vale la pena presenciar. Y es que cada año, alrededor del 2 de febrero, hay una hora específica en la que, desde la Calzada de los Muertos (la vía principal de la urbe), se puede observar cómo una estrella reposa sobre la punta de la Pirámide del Sol, simbolizando el inicio del año nuevo en el altiplano.
Una de las teorías que explican la obstinación de los teotihuacanos con la puesta de las estrellas es que tenían una relación simbólica con las fuerzas del inframundo, representadas por la oscuridad. Siguiendo la creencia del antropólogo Joseph Campbell, quien sostenía que esta cultura vivía bajo el lema de que la muerte regenera la vida, algunos expertos concluyen que la forma en que se construyeron las pirámides de Teotihuacán era una manera de venerar a la penumbra, que a su vez invoca a la abundancia.
Otra influencia celeste en la antigua ciudad es la alineación de los edificios: las pirámides del Sol y de la Luna están ubicadas sobre un eje que une, casi matemáticamente, el norte con el sur. Asimismo, el antropólogo Anthony F. Aveni escribió alguna vez que las estrellas eran tan importantes para ellos que incluso se usaban para ilustrar murales y decorar piezas de cerámica en Teotihuacán; este tipo de arte se extendió más tarde a ciudades como Cacaxtla, en las cercanías de Puebla.
Otro ejemplo arqueoastronómicos en México
Teotihuacán no es la única urbe donde se dan este tipo de coincidencias. En el territorio maya, uno de los ejemplos más famosos se puede encontrar es el de Chichén Itzá. Aquí, en el equinoccio de septiembre, la luz del sol que ilumina El Castillo o Templo de Kukulkán crea la ilusión óptica a través de las sombras de los nueve niveles de la pirámide que se asemejan a la serpiente emplumada y que anuncia la llegada del otoño.
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Foto de portada: INAH
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