Chuen: seda en la sierra de Oaxaca
Al rescate del arte de la seda oaxaqueña.
POR: Andrea Cinta \ FOTO: Andrea Cinta
El universo de los textiles está lleno de palabras dulces: urdimbre, pericón, madejas, fibras, hilos, trama. Hablar sobre el tema es iniciar una conversación melodiosa. Chuen es un estudio de diseño mexicano que lleva esta plática a lugares en donde, además de palabras suaves, hay procesos honestos y materiales especiales. Cristina Pérez Reyes —creadora del proyecto— trabaja con algodón orgánico de la Costa Chica de Oaxaca, lana de la sierra de Querétaro y, sobre todo, con seda cultivada e hilada a mano en San Pedro Cajonos.
El camino de la seda
El camino para llegar a esa población en la Sierra Norte de Oaxaca está lleno de curvas que arrullan y un frío que empaña los cristales. Ahí vive Moisés, tintorero y tejedor de seda. Su esposa Gladys, sus suegros y hermanos también se dedican a la sericultura. En su casa tienen el taller y la sala de crianza, una habitación alargada en donde los artesanos se sientan a tejer en telares de cintura de un lado; del otro, los gusanos crecen hasta convertirse en delicados capullos. Durante 30 días reposan sobre grandes estanterías de madera cubiertos de hojas frescas de mora, su único alimento. En toda la etapa de desarrollo, la familia debe alimentarlos hasta seis veces al día.
Moreras, gusanos, capullos, hilos
En la mañana y en la tarde bajan hasta las moreras —una caminata de media hora en la montaña— y suben cargando costales de hoja fresca para los gusanos. Una vez listos para la metamorfosis, los insectos construyen su capullo sacando un hilo finísimo por la boca. Después de que salen las palomillas, los capullos se hierven para suavizarlos, luego se estiran con las manos formando los hilos que servirán para preparar la urdimbre del telar.
Los capullos se hierven para suavizarlos, luego se estiran con las manos formando los hilos.
Algunas de las piezas son teñidas por Moisés en el patio, sumergiendo la tela en grandes ollas hirviendo con pericón, grana cochinilla, añil y otros tintes naturales. Todo el proceso, desde los huevecillos de los gusanos hasta los hilos finísimos de cada madeja o pieza de seda, es un viaje delicado y laborioso.
Chuen exhibe varias de esas prendas en su tienda de la Ciudad de México, ubicada en Coyoacán. Además, Cristina compra a Moisés y su familia las madejas suaves para elaborar sus propias creaciones, que reúnen una atención delicada a los materiales y el trabajo artesanal con el diseño contemporáneo que ella les imprime.
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