¿A quién no se le antoja despegarse por un rato de la vida de ciudad y refugiarse en la naturaleza y el silencio? En el centro del país, alrededor de la Ciudad de México, existen pocos lugares que logran ese efecto como la Sierra de Nanchititla, en el extremo suroeste del Estado de México –desde los puntos altos se pueden ver los territorios de Michoacán y Guerrero–.
Para llegar es necesario conducir poco más de cuatro horas desde la capital. El camino es parte del viaje, pues uno transita por carreteras sinuosas y estrechas que atraviesan bosques frondosos.
La “selva mexiquense”
Hablar de la Sierra de Nanchititla es también referirse a la “selva mexiquense” gracias a la gran biodiversidad que ofrece esta región. Se trata de una cadena de montañas que desde 1977 es Área Natural Protegida. En sus diferentes alturas tiene bosques de pino y oyamel, selva húmeda llena de orquídeas y hongos –se han catalogado más de 200 especies– e incluso la cascada más alta del Estado.
Por otro lado, la fauna también es un componente vital de la sierra. Animales como venados, conejos, zorros o coyotes deambulan por los suelos, así como varios felinos, entre ellos ocelotes, pumas, tigrillos o jaguarundis. Incluso se han divisado algunos jaguares.
Disfrutar la naturaleza desde las alturas
La cascada de El Salto es, junto con Las Pilas, una de las caídas de agua de la Sierra de Nanchititla. Mide 105 metros de altura y la mejor época para visitarla en época de lluvias, cuando la vegetación se pinta de un verde intenso, las orquídeas florean y los riachuelos corren cargados de agua. Algunas mañanas, los cúmulos de nubes se estancan en las montañas, sumergiendo en paisaje en un banco de niebla.
Se puede caminar y escalar al punto más alto de la cascada El Salto, llamado Peñón de Torrecillas. Esta colosal estructura de roca brinda una vista particular, pues el gris de la piedra contraste con el verde que la rodea. El camino hasta la cima no es sencillo, pues incluye tramos de tierra, caminos estrechos y, eventualmente, superficies pétreas que requieren de calzado apropiado para no resbalar.
Otros atractivos de la Sierra de Nanchititla son la Cueva de los Santos, los miradores de Potrero y Candelaria, el Cerro del Encanto, la presa Cañadas de Nanchititla y diversas áreas de recreación en donde se puede realizar rappel, senderismo, ciclismo de montaña, parapente y pesca. Asimismo, hay una zona designada para acampar, así como cabañas para pasar la noche.
Más bosques en el Estado de México
Además de la Sierra de Nanchititla –cuyo nombre deriva del náhuatl lugar de la ruta del nanche–, esta entidad que rodea a la Ciudad de México cuenta con más regiones boscosas ideales para una escapada, disfrutar de la humedad de los pinos, del silencio y de la tranquilidad. Una es el Bosque Otomí-Mexica, el cual se extiende entre la capital y Toluca. Otro es El Ocotal, una región al noroeste del Estado de México.
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Foto de portada: Comisión Mexicana de Filmaciones /Wikimedia Commons
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