Nacido en Alemania en 1888, Josef Albers fue uno de los pintores abstractos más importantes del siglo XX. Siendo profesor de la Bauhaus, Albers huyó a los Estados Unidos en 1933 tras el ascenso de los nazis, quienes consideraban el arte moderno como “arte degenerado” y mandaron cerrar la famosa escuela de arte, diseño y arquitectura.
Ya en América, Albers se incorporó como docente del Black Mountain College en Carolina del Norte, y desarrolló la que sería su obra más importante: la famosa serie de Homenajes al cuadrado, inspirada en México.
México, la tierra prometida del arte abstracto
Mundialmente conocidos, los Homenajes al cuadrado son iconos del arte abstracto del siglo XX. Sin embargo, un aspecto hasta ahora desconocido de estas obras es que para realizarlas, Albers encontró gran inspiración en varias zonas arqueológicas de México.
Josef Albers. Estudio para Homenaje al cuadrado (1964)
Gracias al interés de su esposa Anni, y tras mudarse a los Estados Unidos, los Albers empezaron a viajar a América Latina. Y aunque también visitaron Perú y Chile, México fue su principal destino, pues vinieron catorce veces entre 1935 y 1967.
En el país, los Albers se fascinaron con las culturas indígenas y los monumentos prehispánicos. Josef llegó a exclamar que México era realmente la tierra prometida del arte abstracto y que aquí tenía al menos ya mil años de antigüedad. En una carta a su amigo Vasily Kandisnky, Anni le comunicó que desde el momento en el que vinieron por primera vez en 1936, supieron que estaban en un país como ningún otro para el arte.
Los Albers en Teotihuacan
Inspiración prehispánica para arte moderno
A través de sus viajes, los Albers condujeron, a veces por días enteros, para llegar a antiguas ciudades zapotecas y mayas. En esta época, en la que las zonas arqueológicas apenas se estaban convirtiendo en atracciones turísticas y las excavaciones continuaban, cada vez que regresaban a un sitio, Josef y Anni se encontraban, año tras año, con nuevos descubrimientos y estructuras recién desenterradas.
A través de cientos de fotografías, Josef capturó las dinámicas propiedades visuales que ofrecían las escalinatas, grecas, patios y fachadas de las pirámides y centros ceremoniales.
Josef Albers. Variante/Adobe, frente naranja (1948-1958)
Más que arqueólogos, antropólogos o historiadores, los Albers veían las zonas arqueológicas con una fascinación mayoritariamente artística, y únicamente se preocupaban por observar los logros estéticos de las civilizaciones precolombinas que conectaban con sus propios intereses.
Josef Albers. Estudio para Santuario. (1941-1942)
Veracidad en el arte
Más allá de las cerámicas y textiles que coleccionaron, fue la arquitectura lo que especialmente influenció el trabajo de Josef. Muy apagado a las enseñanzas de la Bauhaus, él pensaba que cada obra de arte se genera al pensar directamente a partir del material, y en las estructuras prehispánicas veía un uso totalmente económico y honesto de la piedra.
Así, y aunque visitó muchas zonas arqueológicas en México, esta exposición muestra las 6 antiguas ciudades a las que regresó continuamente y usó como inspiración para su trabajo, el cual le valdría un sitio importante en la historia del arte moderno.
Uxmal (Yucatán)
Tenayuca (Estado de México)
Mitla (Oaxaca)
Monte Albán (Oaxaca)
Chichen Itzá (Yucatán)
Teotihuacan (Estado de México)
Después de su exhibición en el museo Guggenheim de Nueva York y en la Colección Peggy Guggenheim de Venecia, Josef Albers en México está abierta desde el 1ro de febrero y hasta el 27 de mayo en el museo Heard de Phoenix, Arizona.
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