El mundo químico oculto de las luciérnagas

Los pequeños escarabajos utilizan sustancias químicas como medio de defensa y de atracción.

19 Aug 2020
luciérnagas

La magia de la bioluminiscencia es un gran atractivo de los pequeños escarabajos conocidos como luciérnagas. Foto: Sergio Alberto Becerril Robledo / CONABIO

En los bosques templados del extremo noreste de la Sierra Nevada, que incluye a los famosos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, sucede un fenómeno milenario año tras año. En la temporada de lluvias, durante los meses de junio y agosto, miles de luciérnagas emergen después de una larga estadía bajo el suelo produciendo un asombroso espectáculo nocturno.

A pesar de que todos nos maravillamos con las luciérnagas, estos pequeños escarabajos guardan muchos secretos que recientemente se han ido revelando. Actualmente, a nivel mundial se han descrito alrededor de 2,200 especies de luciérnagas y se siguen descubriendo nuevas especies.

Las luciérnagas se caracterizan por un fenómeno espectacular conocido como bioluminiscencia: producen su propia luz para comunicarse. Durante las húmedas noches de verano, los machos voladores emiten luz y las hembras sin alas responden desde el suelo o desde un arbusto. En este intermitente murmullo cada especie utiliza y distingue su propia partitura luminosa.

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Las copas de los árboles mantienen el microclima del suelo, indispensables para la conservación de las luciérnagas. Miguel Ángel Rodríguez Paredes / CONABIO

¿Existe química en las luciérnagas?

Detrás de esta romántica escena de las carismáticas luciérnagas prendiendo y apagando diminutas linternas entre el bosque nocturno, los científicos han descubierto el lado oscuro del aparentemente inofensivo insecto.

Los pequeños escarabajos pasan la mayor parte de su vida escondidos bajo tierra en forma de larvas carnívoras que, al morder a sus presas, como caracoles y lombrices de tierra, las inmovilizan inyectándoles enzimas digestivas para empezar a marinarlas antes de ingerirlas.

Hasta ahora se han descrito alrededor de 2,200 especies de luciérnagas en el mundo y se siguen descubriendo nuevas especies.

Al igual que los adultos, en la oscuridad del inframundo las larvas también producen luz. ¿Cuál es la función de producir luz en un ambiente en donde difícilmente se ven? La mayoría de los investigadores están de acuerdo que la diminuta luz podría repeler a los depredadores. Las “indefensas” larvas y también los veraniegos adultos producen sustancias tóxicas que pueden causar la muerte a anfibios y reptiles. Su principal arma, el esteroide lucibofagina, es similar a las sustancias tóxicas producidas por algunas plantas y sapos venenosos.

El turismo de naturaleza puede complementar las actividades económicas de los pobladores de la región. Foto: Carlos Alexis Nava González / CONABIO.

La emisión de luz por organismos vivos es conocida como “bioluminiscencia” y es el resultado de una reacción química. Este fascinante fenómeno ha evolucionado independientemente varias veces en el mundo de los seres vivos. Lo encontramos en bacterias, algas unicelulares, medusas, escarabajos, peces, entre otros organismos.

La producción de luz es el último paso de toda una cadena de reacciones químicas. En las luciérnagas, la reacción química se produce en algunos segmentos de su abdomen cuando la sustancia luminiscente luciferina es oxidada por la enzima luciferasa. Ambos sustantivos provienen del latín lucifer que significa “portador de luz”, otro nombre del planeta Venus.

Visitantes curiosos y responsables

Las luciérnagas no solo atraen pareja a través de sus diminutas linternas químicas, sino que cautivan a curiosos visitantes a presenciar su increíble espectáculo. El suroeste del estado de Tlaxcala, es uno de estos privilegiados lugares, en donde vive la recientemente descrita luciérnaga de la Sierra Nevada (Macrolampis palaciosi).

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La conservación del bosque de Nanacamilpa, Tlaxcala, es indispensable para mantener el espectáculo natural de las luciérnagas. Foto: Astrid Domínguez Guerrero / CONABIO.

Este turismo de naturaleza puede traer muchos beneficios económicos a las comunidades dueñas de los bosques. Sin embargo, las luciérnagas son escrupulosas en sus requerimientos y es necesario no deteriorar su hábitat durante todo el año. Es indispensable mantener la buena condición de los bosques de oyamel, pino y encino para conservar el microclima y evitar la desecación del suelo.

En algunos otros países se ha implementado exitosamente el sistema de rifas para limitar el número de visitantes y mantener la calidad del hábitat. Este sistema permite dar la misma oportunidad a un número limitado de participantes y al mismo tiempo beneficiar a las comunidades con la compra de boletos. Para mantener este maravilloso espectáculo necesitamos comunidades bien organizadas y visitantes responsables.

El Dr. Carlos Enrique Galindo Leal es Director General de Comunicación de la Ciencia en la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

Para conocer más sobre la naturaleza de México, visita Biodiversidad mexicana en www.biodiversidad.mx.

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