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Como en casa

Trece hoteles—algunos en ciudades, otros en el medio de la nada— forman nuestra lista de consentidos canadienses.

POR: Redacción Travesías

Toronto

Hotel X

Es una de las aperturas más esperadas del año. Pertenece a Library Hotel Collection, cadena experta en hoteles de lujo, con sucursales en Manhattan, Budapest y Praga. Tendrá instalaciones deportivas —con cuatro canchas de tenis y nueve de squash—, dos salas de cine —para filmes de arte— y siete bares y restaurantes. Las albercas estarán en el piso 28.

Espacio público: Peregrine Sky Bar, que con tres barras y múltiples zonas lounge hace de los últimos tres pisos del hotel el nuevo hotspot nocturno en la ciudad.

Lo imperdible: el Nutrition & Juice Bar, gestionado por el tenista Daniel Nestor, quien asesora a los encargados para dar tips de nutrición.

¿Qué comer? Un platillo griego de la carta del restaurante Petros 82.

Four Seasons Toronto

Se ubica en Yorkville, uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad, con avenidas llenas de tiendas de diseñador y los restaurantes más suntuosos de Toronto. Además, se trata del primer hotel en Canadá con la distinción AAA Five Diamond.

Habitación: la suite presidencial, que es más bien un departamento con cocina, sala, estudio y dos recámaras.

Imperdible: su restaurante, Café Boulud, un concepto del afamado chef Daniel Boulud, acreedor de dos estrellas Michelin por el restaurante Daniel, en Nueva York.

El detalle: la vista desde la terraza del spa (ubicado en el noveno piso).

The Drake Hotel

Este cool kid llegó a replantear la escena hotelera de la ciudad en 2004, y desde entonces se ha convertido en un favorito para los artistas, músicos y creativos de Toronto. En este lugar siempre sucede algo, desde un concierto hasta una fiesta privada. Además, cuenta con una tienda de diseño en donde puedes encontrar increíbles propuestas locales.

Habitación: la XL Suite, la más grande y extravagante de todo el hotel.

¿Qué tomar? el Drake G+T, su muy refrescante versión del gin tonic.

El detalle: el espacio de galería con un muy buen programa de exposiciones de arte contemporáneo.

The Hazelton Hotel

Fue uno de los primeros hoteles de lujo en Toronto, con 62 habitaciones y 15 suites decoradas con una propuesta inspirada en los años cuarenta. El concepto fue idea del despacho Yabu Pushelberg, también creador del interiorismo del W Hotel, en Times Square, Viceroy Maldives Resort y Las Alcobas, en la Ciudad de México.

Imperdible: ONE, el restaurante a cargo del chef Mark McEwan, una celebridad de la gastronomía canadiense.

Espacio público: el lobby, decorado con una colección de pinturas, esculturas y fotografías de artistas canadienses.

El detalle: se trata de un hotel eco-friendly. Todos los desperdicios de la cocina son reciclados, tienen terrazas verdes y utilizan iluminación LED.

Shangri-La

Ubicado en uno de los edificios más altos de la ciudad —diseñado por el reconocido arquitecto James K.M. Cheng—, el Shangri-La cuenta con una ubicación envidiable en University Avenue, a pocos pasos de las mejores boutiques, galerías y restaurantes de Toronto. Si no tienes ánimo de caminar, el concierge se encargará de pedirte un transporte privado, cortesía del hotel.

¿Qué comer? el dim sum en el Lobby Lounge, un clásico del Shangri-La.

El detalle: además de las modernas instalaciones del gimnasio, el hotel ofrece clases de yoga, pilates y servicio de entrenador personal.

Habitación: la Owner´s Suite. Vas a querer quedarte en la tina por siempre.

Vancouver

Wedgewood Hotel & Spa

Cuando hay pasión detrás de lo que se hace, se nota en el servicio. Éste es el caso de Wedgewood, un hotel boutique de lujo que ha sido negocio familiar durante casi tres generaciones, lo que se refleja en su hospitalidad sincera y sus cuidadosos detalles.

Habitación: el penthouse del piso 14, con una terraza superagradable para empezar el día y desayunar.

Imperdible: el restaurante Baccuhs, perfecto para tomar una copa o el té de la tarde los fines de semana.

El detalle: después de un paseo por la ciudad, nada como una buena sesión de relajación en la sala de vapor con eucalipto que ofrece el spa.

L’Hermitage

No podría faltar un hotel boutique en Yaletown. L’Hermitage es un oasis de calma entre las bulliciosas calles Richards y Robson. Sus instalaciones son pequeñas pero de lujo, y sus cuartos espaciosos (casi todos con chimenea).

¿Qué comer? uno de los deliciosos scones recién salidos del horno de su restaurante.

Imperdible: un chapuzón en la alberca de agua salada.

El detalle: ¡Es pet-friendly!, lo que lo hace la opción ideal para los que gustan viajar acompañados de sus mascotas.

The Wickaninnish Inn

Ubicado en Chesterman Beach, este hotel, de tan sólo 75 cuartos y algunas suites —rodeadas por el océano Pacífico— es la opción ideal para quienes aman la naturaleza. El programa de actividades al aire libre son el atractivo principal de este sitio, e incluyen desde caminatas por la costa hasta el muy anhelado avistamiento de ballenas asesinas que llegan a la zona.

¿Qué comer? los postres con (extra) chocolate del restaurante The Pointe, pero la tabla de quesos canadienses tampoco se queda atrás.

Imperdible: agendar una visita en Ancient Cedars Spa para probar un tratamiento especial para la piel, elaborado con alga marina.

Habitación: Canopy Suite, la habitación favorita para una escapada en pareja, con servicios de lujo.

Quebec

Auberge Saint-Antoine

Forma parte del legado del distrito histórico de Quebec, pues es un castillo del siglo xviii en cuyo terreno hallaron piezas arqueológicas del siglo xvii. Además, bajo la gestión de Relais & Châteaux ofrece a sus huéspedes estancias exclusivas en 95 suites de lujo.

Habitación: la Panorama Suite, que además de tener mucha luz natural, ofrece una espectacular vista del río St. Lawrence.

Imperdible: Panache, el restaurante a cargo del chef Julien Ouellet, que únicamente prepara platillos con ingredientes orgánicos y locales.

El detalle: los tours arqueológicos por el hotel y sus objetos históricos.

Manoir Hovey

Ubicada en las afueras de North Hatley —uno de los pueblos más pintorescos de Quebec—, esta antigua casa de verano que data del siglo xix es una opción atractiva durante cualquier época del año, ya sea en el verano, cuando los paseos en paddle board y kayak están a la orden del día, o en invierno, cuando el lago Massawippi se congela para transformarse en una pista de hielo.

Personaje: Francis Wolf, una de las jóvenes promesas de la gastronomía canadiense y chef ejecutivo de Le Hatley, el restaurante del hotel.

Imperdible: durante la primera semana de abril, Manoir Hovey es sede del Festival cinéma du monde de Sherbrooke.

El detalle: el hotel ofrece clases de mixología, cortesía de Warren Long, el bartender de casa.

Montreal

Hotel Le St James

Un edificio que en 1870 alojó las instalaciones financieras del Merchants Bank —en pleno centro de Montreal—, hoy resguarda a este hotel boutique de 60 habitaciones que reflejan una atmósfera europea. Su restaurante XO tiene una impresionante cava de vinos con etiquetas de todo el mundo.

Imperdible: el tratamiento St. James Prestige en el spa, que durante cuatro horas ofrece un masaje de piedras calientes y una mascarilla de caviar.

¿Qué comer? el risotto de coliflor o la pasta del día.

¿Qué tomar? el martini de toronja.

Ritz Carlton

Ha sido uno de los hoteles de lujo más importantes de la ciudad desde su apertura en 1912. Su localización, dentro del Golden Square Mile, lo aproxima a los museos, boutiques y sitios turísticos de Montreal.

Imperdible: el restaurante Maison Boulud y su carta de cocina francesa moderna.

El detalle: la alberca techada en el último piso. La vista es increíble.

Habitación: la Royal Suite, acogedora y con una chimenea para el invierno.

Whistler

Fairmont Chateau Whistler

La ubicación de este hotel —en la base de la montaña Blackcomb— permite que los huéspedes tengan las mejores vistas panorámicas. En invierno es perfecto para quienes van a esquiar, y en primavera es un paraíso para los amantes del golf.

¿Qué comer? los cortes de carne en The Grill Room, para recuperar la energía invertida en las actividades de nieve.

El detalle: no hay que perder la oportunidad de relajarse en el jacuzzi.

 
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