Después de 8 años de permanecer cerrado, el museo Chillida-Leku reabrirá al público en general y bajo el cobijo de la galería suiza Hauser & Wirth tras llegar a un acuerdo con los herederos de uno de los escultores vascos más relevantes y universales de Europa: Eduardo Chillida.
Este recinto cultural, inaugurado en el año 2000, acogerá más de 40 obras en gran formato esparcidas en un espacio natural de 13 hectáreas y tendrá acceso a partir del 17 de abril de 2019.
La idea principal de este sitio es promover las exposiciones temporales que sitúen el trabajo de Chillida junto con el de otras figuras –algunas de ellas contemporáneas– del canon histórico; así como el préstamo de prestigiosas colecciones privadas. De igual manera, se busca promover la oferta de destinos culturales y turísticos del País Vasco. Y es que el Chillida-Leku se ubica a las afueras de Hernani, muy cerca de la comarca de San Sebastián, en donde continuamente se celebran diversas actividades artísticas.
Chillida-Leku, el legado
El caserío Zabalaga –pieza central del museo– conservará exactamente el mismo aspecto y estructura con que se concibió; se trata de una construcción tradicional de Euskadi edificada en el siglo XVI que refleja los lazos que Chillida mantuvo con la comunidad local, el paisaje y la arquitectura del País Vasco. Por ahora, las nuevas adecuaciones estarán a cargo del arquitecto holandés Piet Oudolf, pionero del movimiento New Perennial. Sus diseños de paisajes, entre los que destacan el Jardín Lurie de Chicago o la High Line de Nueva York, tienen premisas ecológicas.
El museo llegó a recibir una media de 80 mil visitas durante el primer año de actividad (2000), sin embargo, la afluencia fue cayendo hasta quedarse en menos de 60 mil, cuando cerró en 2011.
Eduardo Chillida a través de los años
Según expertos, Eduardo Chillida fue el encargado de continuar con la tradición de Julio González y Pablo Picasso. Aunque sus primeras esculturas son obras figurativas –torsos humanos tallados, por ejemplo–, el punto de partida siempre fue la escultura griega arcaica con una preocupación por la forma interior y el sentido monumental. De ahí partió hacia formas más abstractas como con Metamorfosis, que realizó en 1949.
En un primer momento, el hierro fue su material predilecto en la búsqueda espacial, posteriormente introdujo madera, hormigón, acero, piedra y alabastro. Es en esta etapa cuando huye de la imitación de la naturaleza para ir en busca de la creación e invención, siempre en flujo orgánico, nunca de manera forzada.
A partir de la década de 1980 se especializó en la instalación de esculturas de grandes dimensiones en espacios urbanos o en la naturaleza. Eduardo Chillida creó más de 1300 piezas en toda su carrera.
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