A orillas del lago Cocibolca (también conocido como Gran Lago Nicaragua), se encuentra la pequeña ciudad colonial de Granada. Es una de las urbes más antiguas de todo el continente americano, fundada por Francisco Hernández de Córdoba en 1524. A lo largo de todo el período virreinal fue, junto con León, una de las metrópolis más importantes de Nicaragua.
Sin embargo, y tras la independencia de América Central, la antigua disputa entre las dos ciudades rivales por ser la capital del nuevo país fue solucionada de una manera imparcial. En lugar de elegir a una de ellas, en 1852 se decidió que la sede del gobierno sería una población que convenientemente se encontraba a medio camino entre las dos: Managua. A partir de ese momento, la nueva capital concentró el crecimiento urbano de Nicaragua y, afortunadamente, Granada conservó sus características virreinales.
La sultana de Nicaragua
La ciudad se encuentra rodeada por el parque nacional del Volcán Mombacho, también conocido como “El Sultán”. Por esta razón, Granada ha recibido el apelativo de “la Sultana”. Gracias a su ubicación geográfica, rápidamente se convirtió en una urbe rica, pues era el centro de varias rutas comerciales que transportaban oro, plata y maderas preciosas a través del Océano Pacífico y el Atlántico vía el río San Juan y el gran lago Nicaragua.
En su tiempo la riqueza de Granada propició continuos ataques de piratas (incluyendo uno del famoso Capitán Morgan) y también permitió que se construyeran espléndidos edificios coloniales. Hoy en día la ciudad conserva un extenso centro histórico hispánico poblado con iglesias, casonas coloniales y coloridas fachadas. Sin embargo, muchas de sus características más pintorescas, como que las casas sean de una sola planta y sus techos estén cubiertos con tejas rojas, son más bien medidas para hacer las construcciones más resistentes a los terremotos que ocurren en la región.
El Parque Central de la ciudad se encuentra rodeado por algunos de los edificios más importantes, como el del ayuntamiento, el Palacio Episcopal y la Casa de los Tres Mundos. Mientras que las iglesias barrocas de la Merced y de Guadalupe conviven con los templos neoclásicos de San Francisco, María Auxiliadora y la catedral. Esta combinación de hermosas edificaciones, combinadas con la presencia de un lago, le dan a Granada una atmósfera europea que le ha valido un segundo alias: la París de América Central.
El encanto romántico de la “París de Centroamérica”
Estar junto al lago más grande de toda América Central hace que la luz en la ciudad cambie constantemente según van pasando las horas. De esta manera, los techos rojizos, el tono amarillo de la catedral y las fachadas de colores contrastan con el cielo y el agua. Además, su traza colonial con calles empedradas y numerosas plazas hacen de Granada una ciudad peatonal que se puede recorrer tranquilamente al atardecer, una vez que el fuerte calor tropical del día haya disminuido.
Granada es además un punto ideal para hacer base y explorar los volcanes y demás localidades ribereñas de la zona. Por sólo enumerar algunos sitios que se pueden recorrer están el pueblo de Masaya y su mercado de artesanías, el archipiélago Zapatera, la isla Ometepe, el volcán Mombacho y la laguna de Apoyo (que se formó en un antiguo cráter volcánico). Esta ubicación convierte al pueblo parisino en el inicio de un viaje por un país inadvertido.
Sigue a Diego en Instagram.
***
También te recomendamos:
Costa Rica: una increíble aventura al natural
Las joyas de Nicaragua
21 razones por las que Nicaragua es un paraíso