Llegué un domingo a Nueva York y Midtown aún se sentía triste. Entre los letreros de “Se renta” y los negocios que quebraron, mucho estaba cerrado. Caminé varias cuadras pensando lo que fue la pandemia para esta ciudad y lo golpeada que quedó un año después de la crisis.
Dos días después, esta parte de la ciudad regresó la vida. A finales de junio, el gobierno quitó las restricciones de COVID-19 y muchas medidas se volvieron voluntarias. La gente salió feliz a las calles, un gran porcentaje de la población ya estaba vacunada y el uso de tapabocas no era obligatorio en todos los lugares.
Bryant Park estaba a reventar. La gente disfrutaba en la calle, comía en los restaurantes y tomaba algo en el parque. Había cantantes, clases de tejido y torneos de ajedrez. La vida regresó a Midtown: se sentía alegría y la zona que estuvo desierta durante muchos meses comenzó a reactivarse (algunos no están tan contentos de regresar a las oficinas, será difícil acostumbrarse al cambio).
El clima en junio es una delicia, empieza el calor, pero no es abrumador. Hay algunos días en los que llueve, pero en general se puede caminar muy a gusto. Otras zonas como Soho, Chelsea, Meatpacking y Lower East Side también están llenos de vida. Se siente una ciudad vibrante y lista para lo que sigue.
En Nueva York, siempre a los museos
Para visitar los museos es muy importante comprar los boletos con anticipación en sus sitios web. Los grandes espacios culturales están reabriendo con exposiciones taquilleras, así que hay que organizarse bien para escoger horarios y fechas. El Met tiene una exposición increíble de Alice Neel, pintora americana y feminista que retó todos los cánones. Recomiendo leer el libro Alice Neel, The Art of Not Sitting Pretty previo a ver la exhibición para entender mejor su trayectoria.
No hay que olvidar visitar la terraza donde hay una gran vista de Central Park. Ahí, el artista Alex Da Corte tiene una escultura muy divertida.
MoMA tiene dos exposiciones. Para los que aman el impresionismo, hay una gran exhibición de los bocetos de Cézane. La otra muestra es de Alexander Calder y es una maravilla. Sus esculturas que se mueven como móviles en el aire son un espectáculo para observar. La tienda de este museo vale mucho la pena porque tienen una curaduría de diseño que se antoja para llevar a casa.
El Whitney tiene la expo de fotografía de Brooklyn con polaroids a gran formato. Hay que aprovechar la visita a la zona de Meatpacking para conocer Little Island, un nuevo parque público construido sobre pilotes en el agua. Este parque tiene diferentes niveles que se recorren por medio de escaleras y rampas, un teatro y una zona para comer. Es increíble la forma en la que esta ciudad no deja de reinventarse.
Por su parte, Yayoi Kusama se ha apoderado del Jardín Botánico del Bronx. “Kusama: Cosmic Nature” es una exposición muy instagrameable. Vale mucho la pena conocer este jardín botánico; es un espacio enorme con una variedad increíble de plantas, flores y árboles. La expo está por todo el lugar, tanto en los jardines como en algunos espacios cerrados. Vale la pena ir con tiempo para ver todo con calma, comer algo y disfrutar uno de los pulmones verdes de esta enorme ciudad.
Siete restaurantes que nos encantan
Para comer, los clásicos se mantienen y me di una vuelta por algunos favoritos para ver cómo se sentían. Hay que reservar a través de Open Table o Ressy, aunque a veces que se corre con suerte y hay espacio para los que llegan de último momento. Muchos de los lugares tienen terrazas o unos carritos donde montaron mesas sobre la calle para poder sentarse al aire libre.
PJ Clarkes es un gran lugar cerca de Central Park. Hamburguesas deliciosas y un sándwich Reubens de campeonato. Perfecto para una tarde de domingo. Es un lugar clásico, con mucha historia. Aquí están las cenizas de uno de los Kennedy, quien prefirió que lo vinieran a visitar con un tequila en mano que con flores.
Ignacio Mattos mantuvo vivos a Estela y Altro Paradiso, dos lugares impecables. Cada uno tiene un ambiente muy especial. Las pastas frescas de Altro Paradiso son una gozada y el pastel de aceite de oliva es memorable. En Estela fuimos a la hora de la comida. La ensalada de endivias es ultra crujiente, con un aderezo acidito con nueces (adictivo) y un pollo rostizado buenísimo. Hay que probar su selección de vinos.
Contra está a reventar. Conseguir reservación es complicado, pero vale mucho la pena. Hay menú de degustación, de carta blanca (o sea, lo que quiera el chef) o se puede pedir a la carta. La ensalada de corazones de girasol y la langosta son súper recomendables, pero la carta varía con frecuencia.
En Soho recomiendo Saddelles y Carbone, que son del mismo grupo que ofrecen una experiencia distinta. A Sadelles fuimos al brunch. Las ensaladas son enormes y deliciosas, y los bagels (que también hay sin gluten) con ensalada de salmón tienen un montaje perfecto. Carbone es un súper clásico. Sus pastas son una delicia. El mozarella recién hecho con carnes frías y los pastelitos de almendra son el cierre perfecto.
Finalmente, Bryan Park Grill es un súper clásico del parque. Está el grill y el bar, que se llena de vida las tardes de verano. Es un grill clásico donde no hay pierde. Lo más lindo es la vista. Este parque tiene un espíritu muy especial y la gente lo disfruta.
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