Jaeger-LeCoultre y Zimoun: un homenaje al sonido

La manufactura suiza y el artista se unieron para crear una instalación sonora inspirada en el Vallée de Joux.

08 Dec 2020
Jaeger-LeCoultre y Zimoun: un homenaje al sonido

Este año, Jaeger-LeCoultre festeja The Sound Maker, el gran legado de la manufactura en el desarrollo de cajas de música y de más de 200 calibres de sonería. En el marco de esta celebración, Jaeger-LeCoultre encontró el momento perfecto para colaborar con el artista suizo Zimoun, conocido por sus plataformas de sonido con mentalidad arquitectónica.

Jaeger-LeCoultre invitó a Zimoun a pasar un tiempo en el Vallée de Joux, hogar de la manufactura, donde los sonidos naturales del valle y el conocimiento de los especialistas que trabajan en relojes de sonería sirvieron como inspiración para una nueva instalación auditiva. Antes de que este trabajo se exhiba alrededor del mundo, tuvimos la oportunidad de platicar con el artista sobre su proceso creativo en esta alianza con la manufactura.

¿Qué podemos esperar de tu instalación?

En mi trabajo, lo que escuchas es lo que ves y lo que ves es lo que escuchas. No es una combinación de elementos visuales y acústicos, sino que todo funciona como una unidad. Intento poner la mayor atención posible a los detalles. Estoy interesado en el sonido como un elemento arquitectónico que puede crear espacio, pero también en cómo puede habitar un lugar existente. Trabajo con estructuras sonoras tridimensionales, con experiencias espaciales y la exploración del sonido, la materia y el espacio.

Más allá de crear conexiones con algo en específico, mis proyectos funcionan como un código. De esta forma, el público puede sacar sus propias asociaciones y descubrimientos a nivel individual; me gusta generar distintas reflexiones y cuestionamientos. Para contribuir a esta libertad, mis títulos son muy técnicos y sólo describen los materiales que utilizo. La subjetividad es la base de cómo vemos y entendemos al mundo. En ese sentido, el público juega un papel muy importante a nivel creativo.

¿Cómo comenzaste a trabajar con JLC?

La colaboración con Jaeger-LeCoultre me pareció muy interesante desde un inicio, ya que tienen un gran entendimiento del arte y la libertad creativa. Hay que aclarar que esto no siempre sucede cuando las marcas quieren trabajar con artistas. Jaeger-LeCoultre creó un punto de partida en el que yo pude desarrollar y realizar una nueva pieza. También tuve total libertad en las decisiones estéticas, lo cual es esencial.

La relojería siempre me ha parecido fascinante, especialmente el trabajo tan preciso con los sistemas mecánicos. Al principio de la colaboración, tuve la fortuna de visitar la fábrica y conocer de cerca las diferentes etapas de la producción, lo cual fue muy interesante.

¿Crees que el arte y la alta relojería tienen similitudes?

Los sistemas y la precisión son una constante en mi trabajo; sin embargo, su presencia depende mucho de las finas desviaciones, variaciones e imprecisiones causadas por el trabajo hecho a mano. Esto es muy diferente a lo que sucede en la relojería, donde no hay cabida para las imperfecciones y la irregularidad. El azar y el caos no tienen lugar en un reloj, pero sí son elementos fundamentales en mi trabajo. Así que creo que hay similitudes y diferencias entre ambas disciplinas, y eso es lo que hace muy atractiva y multifacética a una colaboración como la mía con Jaeger-LeCoultre.

¿Nos puedes platicar acerca de tus proyectos más recientes?

En mi estudio siempre tenemos diferentes ideas y prototipos que analizamos a la vez. Ahora estamos trabajando en un proyecto de arte público que se realizará en Suiza y en una exposición individual para el próximo verano en el museo Haus Konstruktiv, en Zúrich. Pueden seguirnos la pista en la cuenta de instagram de Studio Zimoun.

¿Cuál es tu definición de sonido?

Silencio.

¿Cómo eliges los materiales con los que trabajas?     

Por un lado, tiene que ver con mi inclinación por la simplicidad y el minimalismo. Me interesa lo simple, crudo y puro; incluso podría llamarlos materiales honestos. Me refiero a los materiales industriales del día a día, que si bien no están diseñados para verse bonitos, al final terminan siendo aún más hermosos. El diseñador Dieter Rams dijo alguna vez “el buen diseño involucra el mínimo diseño posible”, y comparto esta mentalidad totalmente. Por otro lado, mi elección de materiales va muy ligada a sus propiedades y comportamiento. Las elecciones se basan en criterios visuales, funcionales y auditivos.

La pieza que hice para Jaeger-LeCoultre se basa en pequeños motores DC, cables moldeados a mano, paneles de mdf y discos metálicos muy delgados. Los motores se ubican debajo de los paneles y los cables conectan los ejes giratorios de los motores con los discos, provocando que se muevan de manera similar a una moneda que cae al suelo. Estos casi 2,000 discos metálicos no sólo tienen un aspecto visual, sino que producen diferentes sonidos debido a su fricción con los paneles. Además, debido a que los cables fueron moldeados a mano, la rotación de cada disco es distinta, lo que provoca una individualidad compleja con características propias.

La complejidad sonora de la pieza se asemeja a la de un río, que nunca suena exactamente igual más de una vez. Visualmente, el movimiento de los discos a diferentes velocidades ocasiona una especie de tintineo, similar al de una superficie de agua. Todo se vuelve aún más interesante cuando empezamos a construir interacciones entre todos los elementos. Relaciones y procesos que únicamente ocurren en nuestra mente. La pieza también es un reflejo de cómo un organismo complejo puede crearse a partir de un sistema técnico bastante simple. Me interesa mucho la existencia simultánea de lo simple y lo complejo.

¿Crees que el concepto de tiempo está evolucionando? ¿Cuál es tu definición desde el punto de vista artístico?

Si mi trabajo fuera un reloj, no mediría el tiempo como un reloj convencional, sino que señalaría el momento que está sucediendo. El aquí y ahora. En este sentido, no hay un elemento narrativo ni un desarrollo controlado sobre los periodos del tiempo. No hay principio ni final. Mis sistemas se basan en momentos específicos en lugar del paso del tiempo. Además, no programo mi trabajo con base en el tiempo, sino en los cambios y variaciones que dictan los mismos materiales. Intento interferir lo menos posible en estos procesos.

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Fotos: cortesía Jaeger-LeCoultre.

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