Egipto no solo fue una de las primeras civilizaciones de las que se tiene registro, fue la cuna de muchas de las tradiciones y modos de vida que siguen vigentes hasta estos días. Este pueblo dejó para el mundo un grupo numeroso de vestigios; necrópolis y construcciones monumentales que han sobrevino estoicamente varios milenios. Su legado es inmenso y se puede contemplar en estructuras icónicas como la pirámide de Keops, y sobre todo en los mausoleos para la realeza. Tal es el caso de la tumba de Nefertari, la cual se considera la mejor conservada del país africano.
El famoso sepulcro se ubica dentro del Valle de las Reinas, una sección de la actual necrópolis de Tebas, en la ciudad de Luxor. El mausoleo es una obra arquitectónica asombrosa que fue mandada a construir por el faraón Ramsés II para Nefertari Meryetmut, la esposa que más amó. La noble murió en 1255 a.C. y dejó tras de si un gran vacío, ya que no solo fue la cónyuge del gobernante, sino que ayudó al pueblo de la dinastía XIX a alfabetizarse.
Un recorrido por el interior de la tumba de Nefertari
Desde la entrada queda claro por qué tomó tanto tiempo el hallazgo del mausoleo. Para ingresar sólo hay una pequeña puerta camuflajeada entre dunas arenosas. Sin embargo, no hay que dejarse llevar por la austeridad del acceso, pues en el interior viven paredes y techos cubiertos enteramente con pigmentos que representan a la reina en sus distintas facetas.
Ya adentro lo que más llama la atención es la intensidad de los colores, parece que los murales fueron pintados ayer. Por todos lados se pueden contemplar representaciones de Nefertari; con una corona de buitre, en compañía de diversos animales y acompañada de deidades como Isis, Osiris, Anubis o Hathor. En algunas esquinas aparecen fragmentos del libro de los muertos y en el techo de las cámaras funerarias resaltan estrellas doradas en un fondo oscuro.
La tumba de Nefertiti es un verdadero palacio mortuorio pues se compone de siete habitaciones. Aunque cada cuarto tiene sus particularidades, el más impresionante es en el que estaba el sarcófago; para llegar a él hay que bajar unas estrechas escaleras de madera. Lo primero que aparece frente a los visitantes al llegar son cuatro macizas columnas, también ilustradas, que en el centro resguardaban el ataúd en donde estaban lo restos momificados de la reina. Hay un límite de 10 minutos como máximo para permanecer dentro de dicho cuarto.
La conservación del sitio
La tumba de Nefertari fue descubierta en 1904 cuando el italiano Ernesto Schiaparelli siguió las indicaciones de un local. Lo que más asombró a este hombre y a las exploradores que le siguieron fueron las pinturas y el espacio, no había nada más. La sepultura fue saqueada hace miles de años, se robaron pedazos del sarcófago y la momia de la reina.
Para devolverle su esplendor original al sitio, el Instituto de Conservación de Getty, en Los Ángeles, emprendió una detallada labor de renovación en los murales, respetando los colores y las formas originales. De 1986 a 1992, el equipo fue liderado por los célebres restauradores Paolo y Laura Mora, que fallecieron en 1998 y 2015 respectivamente.
Una vez en Luxor
Esta ciudad, localizada a 660 km al sur de El Cairo, alberga no sólo la tumba de Nefertari, sino toda una necrópolis de hace 5 mil 20o años que se llama Tebas. Desde 1979 se considera un Patrimonio de la Humanidad, y algunos de los sitios que también se pueden visitar ahí son el Templo de Luxor, un complejo lleno de columnas y esfinges enormes por donde uno puede perderse. Otra opción, al norte de la ciudad, es el templo de Karnak, un milenario recinto de culto construido para el dios de la creación, Amón.
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Foto de portada: Luxor Times
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