Japón es un país de contrastes. Un lugar con tradiciones profundamente enraizadas, pero al mismo tiempo con una sed insaciable de modernidad. Aquí es común ver mujeres vestidas en yukatas paseando por el ultratecnológico barrio de Akihabara y antiguos templos budistas y sintoístas coexistiendo con las tiendas más variadas, todo a tan sólo unas cuadras de distancia. En Japón, el matrimonio entre pasado y futuro es visible en cada rincón.
La mancuerna transporte-cocina es un gran ejemplo. Basta con hacer un viaje en el Shinkansen que va de Tokio a Aomori para darse cuenta. Este tren tiene una velocidad máxima de 320 km/h y es uno de los más rápidos del mundo. Al verlo llegar, sobresale por un diseño aerodinámico y una estructura impecablemente blanca. Al exterior, la gente está formada en línea recta esperando entrar, una escena que sólo podría haber salido de la imaginación de Aldous Huxley o el diseñador de producción de una película de ciencia ficción.
El viaje al pasado comienza al voltear a ver a los pasajeros —principalmente los locales— y su selección gastronómica para el camino. A pocos minutos de haber iniciado movimiento —o incluso antes—, es común ver a la gente sacar pequeñas cajas con una selección de platillos típicos de la zona. Se llaman ekiben, que es la unión de las palabra “eki”, que significa estación, y “bentō”, nombre que se les da a comidas individuales servidas en cajas.
Existen muchas versiones sobre su historia. Algunos dicen que, en 1885, el administrador de una tienda comenzó a vender onigiris envueltos en bambú a sus clientes en la estación de Utsunomiya, en la prefectura de Tochigi. Otros afirman que el ekiben nació en Kansai en 1877 como solución a la necesidad de alimentación durante los viajes largos en locomotoras de vapor. Precisamente por eso, y a pesar de que los trayectos ya no son tan tardados, estos bentō contienen comida fría.
Aunque el ekiben se puede comprar directamente en el Shinkansen, es más recomendable emprender una aventura por la estación de Tokio en busca de la caja perfecta. A continuación, las dos opciones que hay que visitar para facilitar la misión.
Ekibenya Matsuri
Esta tienda —la más visitada por locales y turistas— se ubica en el primer piso de la estación y ofrece más de 200 versiones de ekiben. Entre ese mar de opciones resalta el Touge no Kamameshi, un platillo de arroz con pollo, bambú y huevo de codorniz servido en un recipiente de cerámica que puedes usar para cocinar arroz, o bien como un souvenir del viaje.
Para foodies comprometidos, la opción es el Tokyo Bentō, que contiene platillos de algunos de los mejores restaurantes de la ciudad, como Sushitama Aoki (uno de los sitios en los que hay que comer después de visitar el mercado de Tsukiji) y Asakusa Imahan. También hay ekiben para niños, servidos en contenedores en forma de tren bala.
Daimaru Tokyo Hoppe Town
En el sótano de la tienda departamental Daimaru, muy cerca de la salida norte de Yaesu, este lugar cuenta con una variedad de pequeños locales que, juntos, ofrecen más de mil tipos de bentō de 55 marcas distintas. La parada obligada —sobre todo para los amantes del sushi— es Takimoto, donde puedes comprar un Zeitaku millefeuille, hecho de capas de arroz, salmón, camarón y vegetales en conserva. El precio puede parecer elevado para ser comida de tren (aproximadamente 300 pesos), pero lo vale.
Para los viajeros que buscan apegarse de manera más estricta al presupuesto está Kiyouken, un puesto proveniente de un restaurante homónimo con más de 80 años de tradición en la gastronomía local. Aquí es imperativo comprar un Shumai Bentō, cuyo platillo principal son los dumplings de carne y se complementa con pollo frito, tamagoyaki, atún teriyaki y vegetales.
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