Club Travesías llevó a sus socios a la galería del Museo de Arte Popular a conocer la exposición Barro, papel y tijera, guiados por su creadora: la artista mexicana Betsabeé Romero.
El trabajo de esta mexicana ha destacado a nivel internacional por su conversación sobre temas sociales —desde migración hasta roles de género— a través de la intervención de objetos de uso cotidiano. En su obra es común encontrar objetos como autopartes, textiles y chicles, los cuales transforma en piezas que fusionan el arte contemporáneo y la artesanía tradicional mexicana. En esta muestra, todos estos elementos estuvieron presentes.
“Me llamaron la atención Pirelli y el tramado de la Fórmula 1”, explicó la artista mientras mostraba a los miembros de Club Travesías parte de su obra, que consta de llantas intervenidas con patrones mexicanos. “También pensaba en marcas como Mercedes, que están conservando sus fábricas en México en oposición a todo lo que ha ocasionado Donald Trump. Influye que la mano de obra aquí es barata, claro, pero también están defendiendo que es una mano de obra artesanal, calificada. Pensé que muchos de los migrantes que estaban en las maquilas probablemente venían de familias artesanas. Así, comenzaron como artesanos y luego acabaron en la industria de las maquiladoras. En estas piezas, la idea era recortar en las llantas formas de tejidos chiapanecos, y adentro les puse textiles y rebozos. Entonces, el color y la luz vienen del otro lado de la llanta, del otro lado de lo industrial”.
Además del trabajo con llantas, la muestra está compuesta por piezas inspiradas en el papel picado, y otras trabajadas con chicles de distintos colores. Sobre estas últimas, explicó: “Les quitamos el dulce con baño María, y se vuelven como un plástico. Es una historia chistosa porque cuando Santana vendió el territorio mexicano, uno de los funcionarios llevó chicles de regalo a los estadounidenses. Entre ellos estaba un tal señor Adams, que fue quien más tarde desarrolló la industria“.
La influencia de años de estudio musical de la artista también se hizo evidente: “Siempre sentí que el pentagrama era muy plano, y las notas algo muy volumétrico y arquitectónico, como la música. Me parecía increíble que un papelito se convirtiera en eso. La música es un vehículo”.
Las piezas mostradas en esta exposición forman parte de una colección inédita trabajada a lo largo de dos años. El objetivo era recordar la historia de la mano de obra nacional, tanto en la artesanía como en la industria.
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