Si de fiesta se trata, no hay como Medellín para viajar en 2020. Además de ser la capital industrial y la segunda ciudad más grande de Colombia, “Medallo”, como le llama J. Balvin —el reggaetonero más conocido del mundo, oriundo de la ciudad—, tiene una vida nocturna y una escena de cultura urbana difícil de igualar. Se puede llegar vía Bogotá (el vuelo directo desde la Ciudad de México tiene unos horarios muy inhóspitos) y aprovechar un par de días en la capital rumbo a Medellín. Dependiendo del presupuesto de cada quién, conviene alquilar un Airbnb u hospedarse en un hotel cerca de El Poblado o alrededor del Parque Lleras.
Aquí, uno de los principales atractivos es la gente joven y guapísima paseándose entre los muchos bares y clubes de la zona. Lo difícil es escoger. Para una experiencia más local, lo ideal es lanzarse a la calle 33, cerca del vecindario de Laureles, para conocer el California Club, o bailar a ritmo de merengue, ballenato o salsa en The Rouse. También se puede pasar la tarde en MAD Records, en El Poblado, un beer garden polivalente con disco, jardín y lounge. Ahí siempre habrá DJ de música electrónica y fauna creativa antioqueña. A los bares más populares, como el Salón Amador, hay que llegar temprano, para poder disfrutar su barra art déco y su amena selección de música electrónica.
Para ir más deep está el Callenuevemasuno, un club LGBT friendly de electro alternativo, funky y techno en una casona antigua, con DJ invitados internacionales. Si lo de uno es el perreo –además de la buena coctelería–, hay que visitar el Bar Chiquita, un club con decoración digna de John Waters, tapizado con muñequitos de plástico, querubines, grecas doradas y flores artificiales que enmarcan sus espectáculos de variedad. El regaetón, el grafiti y la cultura urbana de Medellín han contagiado a las instituciones más serias (como el Museo de Arte Moderno de Medellín, o MAMM, con la curaduría de Emilio Valdez) y el trabajo de diseñadores de moda locales, como Jorge Orozco. Los más aventureros también pueden lanzarse al graffitour en las favelas de La Comuna Trece o las fiestas clandestinas en las bodegas de las afueras de la ciudad, donde el ambiente quizá sea más denso, pero muy de Medallo. ¡Dale!
Sigue a Travesías en Twitter, Instagram y Facebook
***
También te recomendamos:
Viajar en 2020 para… conocer nuevos hoteles
Kiev: novedad y nostalgia
Sarawak: un descubrimiento