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El sueño de los Andes

Dormir arrullado por el silencio de la montaña es un placer que en Mendoza, provincia argentina al pie de los Andes, es posible.

POR: Redacción Travesías

El silencio se ha vuelto un lujo esquivo. Dormir arrullado por el silencio de la montaña es un placer que en Mendoza, la provincia argentina al pie de los Andes, es posible. Son varias las opciones para pasar unos días entre viñas con el marco del Cordón del Plata y sus nieves eternas. Una de ellas es Cavas Wine Lodge, un relais & châteaux ubicado en Alto Agrelo, a media hora del aeropuerto internacional. Sus propietarios desde hace 13 años, Cecilia Díaz Chuit y Martín Rigal, junto con un staff hiperprofesional, se ocuparán de que la estadía sea perfecta.

Las 18 habitaciones —con terraza propia y vista a la cordillera— se ubican de manera discreta en 22 hectáreas. Se puede pasar todo el día en el Cavas Wine Lodge y tomar una clase de cocina junto a las glicinas en flor; en la tarde, autopremiarse con un tratamiento para dos a base de pepitas de uva en el spa y terminar el día con una degustación en la cava. La agencia in-house Wine Safari arma programas a piacere, que van desde una cabalgata a bodegas cercanas hasta un recorrido en bicicleta por el dique Potrerillos, con un pícnic en la orilla.

Foto: cortesía Cavas Wine Lodge

Foto: cortesía Cavas Wine Lodge

Otra excelente opción en Alto Agrelo es Rosell Boher Lodge, de la bodega del mismo nombre, que elabora uno de los mejores espumantes argentinos. Rodeado de 40 hectáreas de viñedos propios, hoy cuenta con una guest house de tres habitaciones y 11 casas de viñas con su propio hogar, jacuzzi y fogón individual en la terraza.

En la gran cava subterránea, con una capacidad para más de 25 000 botellas, el sommelier dirige las degustaciones. Un punto fuerte es su restaurante, al cual la asociación Great Wine Capitals (que reúne las grandes capitales del vino en el mundo) le acaba de otorgar el oro en la categoría Mejor Restaurante de Bodega. Lucas Olcese, al frente de los fuegos, prepara —entre otras opciones— un menú de cinco pasos, acompañados de los cinco espumantes de Rosell Boher.

Foto: cortesía Great Wine Capitals

Fotos: cortesía Rosell Boher Lodge

Otra bodega nuevísima de la región es Casa Petrini. Se ubica entre Tunuyán y Tupungato, a la vera del río Las Tunas, y los indios decían que el lugar estaba embrujado. Las brújulas se volvían locas en la zona, razón por la que nadie se atrevió a plantar nunca nada hasta que la familia Petrini estudió el suelo y descubrió que había rocas volcánicas, muchas de ellas imantadas, arrojadas probablemente por alguna antigua erupción del Tupungato. Este suelo mineral les da a sus vinos características únicas, que terminan en altísimos puntajes en las guías especializadas. 

Detrás del restaurante, siguiendo el declive del terreno, se distribuyen las ocho habitaciones rodeadas de un jardín de plantas nativas. En verano se escucha el relajante runrún del río, perfecto para combinar con un tratamiento en el spa y beber una copa en la terraza de la habitación. De las 45 hectáreas, sólo 20 están plantadas, el resto es pura promesa. Tal vez por su naturaleza inmóvil, la montaña tarde o temprano nos lleva a la introspección, y qué mejor que ese momento nos encuentre con una copa en la mano. 

Fotos: cortesía Casa Petrini

Foto: cortesía Casa Petrini

Foto de portada: cortesía Rosell Boher Lodge

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