Verano en El Chepe Express: entre aves al vuelo y mariscos preparados
Los Mochis y El Fuerte, dos ciudades que ofrecen distintos tipos de agasajos, son un gran preámbulo para ir del Pacífico al corazón de la Sierra Tarahumara en el Chepe Express.
POR: Rodrigo Pérez Rembao \ FOTO: Ritta Trejo
Mi esposa y yo somos de Chihuahua pero llevamos muchos años viviendo en CDMX. Decidimos explorar el lugar donde nacimos, pero de una manera distinta: a bordo de El Chepe Express.
La ruta completa del tren va de Los Mochis, Sinaloa, hasta Creel, Chihuahua –un trayecto de 350 kilómetros y aproximadamente nueve horas–, pero por ahora sólo contaré sobre el tramo del viaje que va de El Fuerte a Bahuichivo, más o menos cuatro horas de camino. Para ello, volamos a Los Mochis con el fin de ir por carretera a El Fuerte, un trayecto de más o menos 40 minutos.
Llegamos a Los Mochis con varias recomendaciones de restaurantes: La Mariskeña, El Brujo, además de La Isla y Agua Marina dos opciones en El Maviri, una playa a solo 6 kilómetros, donde presumen tener “el mejor pescado zarandeado del mundo”, y se puede comer junto al mar. Optamos por El Farallón, un clásico de Los Mochis desde 1961. Ahí disfrutamos de un ceviche de atún y pulpo con vinagreta de chiles peruanos y piloncillo, cacahuate tostado, aguacate y una emulsión de chiles verdes; fresco y lleno de sabor.
Al día siguiente amanecimos en El Fuerte, una antigua ciudad fundada en 1564. Desde muy temprano navegamos por las aguas del río homónimo, un gran caudal formado por corrientes que bajan por la Sierra Madre Occidental, con una extensión aproximada de 290 kilómetros. El pequeño tramo que recorremos está a solo unos minutos de la ciudad.
En la parte más alta de un árbol se distingue un águila pescadora. Cerca de nosotros, pasan volando cuatro o cinco golondrinas. A la orilla del río, una garza gris contempla el horizonte; a su lado flotan, apacibles, cuatro gallaretas. Rafael, nuestro guía, nos da el nombre de cada ejemplar que aparece: cardenales, cenzontles, pájaros carpinteros, chachalacas, distintas variedades de patos… todo un espectáculo.
Debemos estar en la estación de tren alrededor de las 10:00 horas para abordar, a las 10:20, el Chepe Express. Estaremos un par de noches en Cerocahui, un pueblo ubicado en la Sierra Tarahumara, a 18 kilómetros de la estación, con varios atractivos cerca, como la cascada Huicochi, los viñedos del hotel Misión y el mirador del Gallego, que ofrece una de las vistas más espectaculares de las barrancas.
Por fin llegó el carro, con todos perfectamente uniformados. El tren es color azul y brilla bajo los primeros rayos de sol. Aún antes de abordar, se percibe la emoción que compartimos todos los viajeros en la estación.
Hay algo mágico cuando viajas a bordo de un tren. Todo el exterior se mueve, pero tú no. Y hacerlo a bordo del Chepe, lo hace aún más especial. Es una forma completamente distinta de descubrir un destino. Desde la comodidad, pero con paisajes siempre cambiantes, que desfilan frente a tus ojos. Entramos a uno de los vagones de primera clase y encontramos un espacio muy confortable por su amplitud. Los asientos son reclinables con vestiduras de piel y hay una mesa central, comodísima. Tengo la sensación de que uno de los viajes más especiales de nuestras vidas está por comenzar.
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