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Tristán de Acuña: la isla más remota habitada en el mundo

Los habitantes de Tristán de Acuña viven recluidos en medio de la nada en el oceano Atlántico, estos son los retos a los que se enfrentan.

POR: Iker Jáuregui

Tristán de Acuña es una isla remota en medio del Atlántico sur.

Si hablamos de destinos lejanos y remotos, Tristán de Acuña tendría que estar en su propia categoría, porque literalmente nos referimos al lugar habitado más remoto del mundo. Se trata de una isla que existe en la soledad del Atlántico sur, donde el poblado vecino más cercano se encuentra a nada más y nada menos que 2,162 kilómetros de distancia. Estas extraordinarias condiciones rodean la isla de profunda naturaleza, playas paradisíacas y, sobre todo, calma.

Sin embargo, todo viene con un precio a pagar. Vivir en Tristán de Acuña es un reto diario al que hay que acostumbrarse sí o sí. Las 234 personas que habitan sus escasos 207 kilómetros cuadrados de superficie viven físicamente incomunicados con el exterior, pues no existe un aeropuerto que los pueda sacar de la isla y la única opción para transportarse es vía marítima en alguno de los botes de itinerario incierto que llega con mercancía desde Sudáfrica, el punto continental más cercano a la isla, después de un viaje de 18 días y más de 3,000 kilómetros.

Desde luego que las telecomunicaciones tampoco brillan por su eficiencia. El internet, cuando hay, es malo y, aunque ha mejorado, la señal de teléfono tampoco sirve para sacar a los habitantes de Tristán de Acuña de su aislamiento. Sin embargo, no parece ser un problema para las generaciones de locales que han habitado este remoto lugar desde principios del siglo XIX.

Tristán apenas tiene 234 habitantes.

Se podría decir que esta peculiar isla existe gracias a Napoleón, ya que fue durante sus últimos días, mientras pasaba su exilio en la “cercana” isla de Santa Elena (a más de 2,000 kilómetros de distancia), cuando la corona británica tomó posesión de Tristán de Acuña como una preocupación ante cualquier intento por liberarlo.

¿Cómo es vivir en Tristán de Acuña?

A pesar de su lejanía y sus complicadas condiciones, desde que ese pedazo de tierra en medio de la nada se convirtió en propiedad del Imperio Británico, nunca ha dejado de estar habitado. Generaciones de residentes han formado ahí una estrecha comunidad que se conoce y se relaciona como parte misma de su supervivencia. Aunque tampoco es como que tengan mucho opción, se reúnen en su único bar, el famoso Albatross, organizan asados y van a la escuela juntos.

Tristán de Acuña cuenta con todos los servicios indispensables para su comunidad: oficina de correos, educación, un hospital. Es necesario que todo en la isla funcione con independencia y eficiencia, pues los viajes a tierra firme son escasos y muy largos. La vía más rápida es a través del SA Agulhas, un barco que recorre la ruta entre Sudáfrica y Tristán de Acuña en seis días, pero que sólo lo hace una vez al año. De otra forma hay que conformarse con los barcos pesqueros que llegan y salen esporádicamente y tardan cerca de un mes.

¿Te interesa vivir aquí?

Aunque quizá la calma y la desconexión suenen atractivos y que muchos sientan que tienen lo necesario para vivir tan apartados, lo cierto es que en realidad ni siquiera dependerá de ellos. Debido a que es una comunidad tan recluida, el ingreso de nuevas personas representa ciertos riesgos, incluso biológicos, que deben de evitarse.

Para este propósito existe un comité dedicado a evaluar la aplicación de nuevos residentes. Sin embargo, de los habitantes de Tristán de Acuña, sólo dos personas no nacieron en la isla y ambas llegaron después de casarse con locales.

 
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